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Juan Alba Izquierdo dijo adiós con tristeza a más de 25 años despachando pescado en la plaza


El sábado fue último día de trabajo en el puesto de la pescadería “Aurori”.-

Después de más de veinticinco años trabajando en el mismo puesto de la Plaza de Abastos, Pescadería “Aurori”, Juan Alba Izquierdo prestó su último servicio el pasado sábado, 30 de julio. Para cualquiera, a punto ya de la jubilación –le queda algo más de un año-, sería motivo de alegría, pero no es éste el caso, ya que las lágrimas afloraron durante la entrevista.

Son muchos años en el mismo lugar, atendiendo a miles de personas, primero en el antiguo mercado y desde 2007 en el nuevo y eso ha ido forjando el carácter de este pescadero, cuyas manos han limpiado y envuelto los productos más ricos del mar.

El fallecimiento hace un par de semanas de su prima, propietaria del puesto, ha dado un vuelco en su vida, ya que esperaba jubilarse trabajando y esta desgracia le ha llevado a tener que dejar su lugar laboral. El hijo de la finada se hará cargo a partir de ahora y él pasará a cobrar el paro hasta que le llegue el momento del retiro definitivo.

Lo que debería ser una alegría porque podrá disponer de más tiempo libre para hacer lo que quiera, se ha convertido en un sin vivir, ya que no ha dejado de llorar desde entonces. Mientras conversábamos sobre sus años de trabajo en esta profesión, sus ojos se humedecieron varias veces al recordar ese más de cuarto de siglo tras el mostrador.

LA CRISIS Y EL CAMBIO DE HÁBITOS

Llegamos casi a la hora del cierre del mercado, a eso de las 14,00 horas, y sólo le quedaban tres lubinas y unos cuantos ostiones, que casi regaló a una clienta que se acercó a interesarse por el precio de éstos. Era su último día y como se dice en estos casos, todo daba igual. Las lubinas, si no las vendía antes de cerrar el puesto, “me las llevaré a casa”, en la calle Laja, donde tiene puestos sus reales.

Hablamos del mercado, del anterior y del nuevo: “El de ahora es más bonito y mejor y hasta los turistas dicen que les encanta. El otro era muy antiguo y ya no tenía buenas condiciones para nuestro trabajo”.


Una de las cuestiones que más le gustan de su trabajo es “hablar con la gente, que te cuenten cosas y tú hacer lo mismo”. Estos años de crisis sí lo ha notado en las ventas: “Antes venían y se llevaban el pescado por kilos, ahora por piezas, lo que necesita para el día y punto. Hay personas a las que les da vergüenza pedirte dos trozos, aunque al final, ayudándolas, lo hacen y se van tan contentas”.

Dicha crisis ha creado también la clienta pedigüeña: “Como la cosa está tan mal, algunas señoras cuando compran el pescado me dicen que les ponga algo más por el mismo precio, porque sus hijos están parados y tienen que ayudarles y uno ayuda en lo que puede, tampoco mucho”.

DESPACHAR BIEN Y BARATITO

El ritmo de vida que llevaba hasta ahora lo echará de menos: “Me levantaba de martes a sábado –el lunes no hay pescado en la plaza y el domingo ésta cierra- a las 05,15 de la madrugada, cogía la paquetera y me iba a la lonja de El Puerto de Santa María a comprar la mercancía. Voy allí porque hay mucha calidad y variedad, es donde más me gusta, aunque alguna vez me acerco a la de Cádiz por pescadilla”.

En ese puesto se vende pescado de batalla, lo que se suele consumir más a menudo como acedías, jureles, caballas, sardinas, boquerones, pez espada, doradas, lubinas, chocos cortaditos, etc.


Dice Juan que “despacho muy bien y cobro baratito, no peso el papel, que sí hace el resto de comerciantes de la plaza y algunos me han dicho que debería hacerlo yo también, pero en la báscula pongo el pescado que quieren y luego lo envuelvo. Siempre lo he hecho así y me ha dado buen resultado”.

CONVIVENCIA

Comentó, apenado, que va a echar mucho de menos su puesto de trabajo: “Son muchos años aquí y la convivencia con los demás es muy buena. Llevo una semana llorando, aunque sé que hay que disfrutar de la vida, pero yo vendré todos los días a dar una vuelta y a charlar con mis antiguos compañeros”.

Diciendo esto, de nuevo se humedecieron sus ojos. No lo estaba llevando bien y parecía que no quería que el día acabase, pero poco después no tuvo más remedio que echar el cierre a más de veinticinco años de su vida, un tercio de ésta, aunque sus compañeros y algunos amigos le daban ánimos.

A partir de hoy ya no estará Juan Alba atendiendo en el puesto número 11 del mercado de abastos, pero seguro que lo encontrará al lado, controlando, inconscientemente, lo que allí sucede. Y echando un ratito con sus compañeros y amigos de batalla. Ahora que disfrute de su bien ganado descanso, que se lo tiene merecido.



3 comentarios:

  1. Tito Juan, bella persona donde las haya, ya se le hecha de menos

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  2. Un fortísimo abrazo Juan. Te conocí mientras yo estaba ingresado en el Puerta del Mar y fuiste de visita a ver a tu cuñado Antonio.
    Casualidades de la vida, el viernes te compré ostiones... y yo sin saber nada de tu marcha.
    Espero vernos muchas veces por Chiclana, y no olvides que algunas PENAS, con el tiempo se convierten en ALEGRIAS.

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  3. Otro que se lo a cargado el peligroso

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