Logo Derecho - Bann

Chiclana, cuna de oficios-La huerta: Manuel Butrón Aragón, “El Piúna”, verde que te quiero verde


Pepe Vela M. [colaboraciones].-

Chiclana ha destacado siempre por sus huertas, hoy desaparecidas la mayoría, quedando nombres del callejero en el recuerdo: Huerta Chica, Grande, La Plata, Rosario, Los Frailes… Y no podemos olvidar que una mayoría de chiclaneros provenimos de familias de hortelanos, pues era una forma de sustento predominante en nuestro pueblo, siendo la despensa de Cádiz y San Fernando, a donde partían a diario decenas de carros cargados con verduras y hortalizas.

Han sido familias enteras: los Butrones, Quinientas, Virués, Del Paz  y muchas más, y para todos ellos va nuestro homenaje en la persona de Manuel Butrón Aragón, El Piúna.

Cuando los árabes llegan a la península Ibérica se encuentran un país devastado y en constantes luchas internas, donde la población mal alimentada, a base de carnes, trigo, leches y vinos, acogen con gran interés los productos y técnicas que los invasores conocían.


Productos como los cítricos, granados, arroz y hortalizas como el alcaucil y la berenjena, pero lo más importante fue la introducción en los hábitos  alimenticios de las verdura y hortalizas, conseguidos a diario, gracias al aprovechamiento de las buenas tierras y cantidad de agua que había en el subsuelo en muchos sitios de la llamada Al-Ándalus.

Dicho aprovechamiento fue debido a la cantidad de construcciones de huertas con gran aprovechamiento del agua que se sacaba de los ríos, manantiales o subterránea. Se construía un pozo en la parte alta de la finca, para aprovechar el desnivel, y se instalaba una noria que enganchado a un landes  tirada por animales, una vaca, un mulo o un burro, extraían el agua a través de los canjilones, llenando la alberca para su posterior riego por el pie a través de las tajeas.

SETENTA AÑOS TRABAJANDO EL CAMPO

Manuel Butrón es un hombre afable, de mirada sana, sentimientos nobles y detalles constantes con todos sus amigos. Curtido por tantos años de trabajo al sol, no parece que le pese haber trabajado, pues desde que tiene uso de razón está en la huerta y todavía sigue, antes por obligación y ahora por devoción.

Su madre trabajaba en el servicio domestico de Estebana Serrano Saucedo, propietaria de la huerta El No. Le preguntó con quién se casaba y le contestó que con un hortelano. Poco tiempo después le arrendaron la huerta. Nació en la calle Olivo 8, en casa de su abuela, hace 79 años y se fue a la huerta con 5, quedando huérfano de padre muy pronto. Siempre trabajó la huerta con su hermano Agustín, que le dejó muy pronto, a los 60 años.

ESCLAVITUD

Compraron la huerta por 12.000 duros (60.000 pesetas de la época) y entre la venta en los palenques, el puesto que su madre tenía en la plaza de abastos, que defendían mejor sus productos y la venta de leche, de la que una parte entregaban  a cuenta a la señorita Estebana, que la repartía a los pobres. Tardaron ocho años en pagarla.

La huerta tenía el circuito ecológico integral, se sembraba verduras y hortalizas, maíz, tenían aves de corral, se proveían de carnes y huevos y también cerdos y vacas, carnes y leches. Sembraban calabacines de 30 o 40 kilos, troceados y mezclados con paja y maíz, más los sobrantes de las verduras y hortalizas se alimentaban a los animales y a su vez generaban estiércol para abonar  las tierras.

Mi trabajo en la huerta ha sido una esclavitud. Me levantaba temprano para cargar la bestia para llevarla al mercado, había que ordeñar las vacas, alimentarlas y terminaba por la noche sacando agua para el otro día, más las siembras recogidas y demás  labores restantes. No conozco otro trabajo más que éste, nací aquí y aquí estoy” manifiesta Manuel.

Por una senda van los hortelanos,
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de inviernos, primaveras y veranos.

Vienen de los esfuerzos sobrehumanos
y van a la canción, y van al beso,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.


Miguel Hernández

RECUPERAR LA HUERTA ECOLÓGICA

Se casó con Antonia Gómez Rendón el 18 de julio de 1959  y han tenido cuatro hijos,  Carmen, Paco, Antonio y Loli, todos le ayudaron de pequeños, unos con las verduras y otros con la leche, pero ninguno ha seguido sus pasos, aunque valoran mucho su crianza.

Personas como Manuel son necesarias tener en el círculo de amigos, nunca te defrauda, siempre está ahí cuando lo necesitas y es muy placentero tomar una copa y que te cuente cosas y sitios  agradables que hemos perdido en nuestro pueblo, como la cantidad de huertas que se han destruido.

Chiclana era un manto verde con sus huertas, hoy solo quedan islotes que muchos jóvenes deberían replantearse, retomar este oficio que gente como Manuel, les enseñaría cómo recuperar la huerta ecológica, que volvería a estar verde que te quiero verde.


2 comentarios:

  1. Bonita y entrañable entrevista. Con personas como esta ha estado siempre llena Chiclana, aunque abunden otros especimenes que solo buscan trincar y medrar. Desgraciadamente.

    ResponderEliminar
  2. Esto son lo chiclanero de siempre sanos y trabajadores

    ResponderEliminar

Los Comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Por favor al redactar tu comentario sobre EL TEMA, cuida las formas.
No utilices 'copiar y pegar' para grandes textos, ni mayúsculas en exceso. No poner textos en el nombre. No direcciones web externas. Mejor sin abreviaturas SMS. Los comentarios pueden ser borrados (ver Advertencia Legal)
.