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El Alzheimer, un extraño vacío mental


Félix Arbolí [colaboraciones].-

A veces no me acuerdo de a qué he ido a un lugar determinado y tengo que regresar al punto de partida para intentar recordarlo. Otras, no recuerdo lo que he estado leyendo o haciendo horas antes. Me resulta tan confuso que no acierto a acordarme de lo que he comido horas antes lo que he hecho o pensaba hacer.

Hasta olvidar el tema que iba a escribir ese día y que lo había estado pensando durante el sueño y esos momentos en los que la mente está entre Pinto y Valdemoro y lo mismo se vuelve a coger el sueño, que se inicia el día saltando de la cama. Bueno lo de saltar ya no, ahora lo hago con pausa y cuidado. Estas lagunas mentales momentáneas, me causan auténtico pavor.

Me acuerdo del alemán, ese que llaman Alzheimer y me veo flotando en un mundo nebuloso, extraño e incomprendido sin posible solución Dicen que a mi edad ya es raro que esto suceda. Si ello es cierto, alguna ventaja debemos tener los maduritos, yo más bien los llamaría los pasados de fecha. El ser viejo no ha de ser un querer y no poder a lo largo de todo el día, ni sentir como aumentan los achaques y nostalgias.
  
Carmen Sevilla, la sonrisa de España y mi gran amiga de muchos años, lleva padeciendo esta laguna mental hace tiempo. Demasiado para una mujer encantadora, simpática, amiga de sus amigos, siempre activa, ocurrente y parlanchina a más no poder. Yo no sé qué pensarán estas personas, qué querrán expresar y no pueden y qué desearían hacer si el que está a su lado pudiera interpretarla.


HACERSE ENTENDER

Pero me figuro y ello me causa pánico, que si piensan o se dan cuenta de su imposibilidad de hacerse entender, debe ser terrible y angustioso. Que yo sepa, no se sabe qué sienten o padecen. Si saben lo que les ocurre o no se enteran de nada; si echan de menos algo, si  reconocen a las personas queridas o ven extraños donde antes oían que la llamaban mamá o papá.

No sé si con tantos adelantos, estudios y medios empleados para llegar a Marte, formar colonias humanas en otros mundos y otros asuntos que no nos urgen, ni necesitamos con premura, hemos abandonado investigar, tratar de curar y prorrogar al máximo su aparición de tan terribles enfermedades. Terribles males que necesitamos erradicar cuanto antes, para que la Humanidad no esté tan amenazada y asustada en tantos frentes.

Ruiz Mateos, Adolfo Suárez, Carmen Sevilla y tantos otros no tan conocidos, pero igualmente castigados, se siguen produciendo sin que nuestros científicos, investigadores y entidades financieras filantrópicas, -si aún quedan algunas-, se preocupan de poner su grano de arena o si es posible, la montaña entera, para que  podamos respirar tranquilos los que estamos expuestos a ella, que somos todos.


HACE FALTA UN NUEVO FLEMING

Lo peor del caso, si es que aún  se puede hablar de algo peor. Me refiero a los que más sufren que son  las personas de su entorno que los cuidan, los miman y los quieren agradar, sin saber si estas demostraciones tan sentidas les llegan al enfermo o se pierden en el camino sin  llegar a su destino.

¿Se sabe si el enfermo se da cuenta de lo que pasa a su alrededor? A veces pienso -Dios me perdone-, que es mejor para él y la familia, que no sea consciente de su anómalo estado, para que así no sienta y le amargue su tremenda soledad mental, ni oiga, ni sufra nada de cuanto ocurre y evitarle recuerdos dolorosos, ausencias trágicas y situaciones dolorosas.

Hoy mi ánimo, mi solidaridad y mis sentimientos más sinceros son  para estas personas y sus familiares, a los que les mando un fuerte abrazo y pido a Dios que, de una vez, ilumine a un nuevo Fleming, Pasteur u otro superdotado que libere al mundo de esta horrible lacra.



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