Fallece el hispanista Rafael Osuna a los ochenta y cuatro años en Carolina del Norte

Era profesor emérito de la Universidad de Duke, pasaba la mitad del año en Chiclana y el mes pasado el Ateneo presentó su último libro, Entrevistas a Unamuno.-

El pasado domingo falleció en la ciudad de Durham (Carolina del Norte) a los ochenta y cuatro años, el hispanista Rafael Osuna. Nacido en Córdoba, era desde hace décadas profesor en la Universidad de Duke, aunque pasaba la mitad del año en Chiclana. El pasado 26 de enero se presentó en la Fundación Gómez & Moreno su último libro, Entrevistas a Unamuno, a cargo de los coautores Juan Rodríguez y Chavi Rodríguez.

Osuna era un humanista muy admirado en el mundo intelectual, que se formó y enseñó en diversas ciudades
como Sevilla, Madrid, Londres, Nueva York, Rhode Island y, finalmente, Durham, en cuya universidad, Duke, pasó los últimos años de su vida como profesor emérito.

Tuvo el privilegio de ver su tesis doctoral, sobre una obra de Lope de Vega, publicada por la Real Academia Española, se adentró en el estudio de las revistas literarias y sus obras fueron editadas en Alemania, EE UU y Colombia.

En Andalucía se publicaron en Málaga (Centro Generación del 27), Sevilla (Renacimiento), Córdoba (Diputación), Cádiz (UCA). El punto central de sus estudios eran los poetas que reunió la IIª República, los inmediatamente anteriores y posteriores a ella. Tuvo una estrecha relación con Dámaso Alonso, Javier Marías, Salinas, Mainer, Chevalier, Wardropper y Nigel Dennis.


AYUDÓ A LOS ESCRITORES DEL EXILIO

El profesor Osuna fue puente entre los escritores de la España del exilio y la peninsular, en gran medida marginada por el régimen franquista.

Además del libro dedicado a Unamuno publicó otros, como la novela Nuestro oficio es amar, las narraciones cortas -londinenses- Autobiografía de un espejo, la Poesía Incompleta y Con mi luz respondo. Publicó ensayos en las Revistas de Altolaguirre en Cuba y México.

El profesor Rafael Osuna se paseó entre nosotros durante la presentación de la obra citada y como buen andaluz, según apunta Juan Rodríguez, “entendía de vinos, añoraba nuestra gastronomía, entre pinos tiene en Chiclana su casa, enfilando para La Barrosa, y nunca le faltó el flamenco; menos aún la luciérnaga de la poesía”. Descanse en paz.