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Chiclana, cuna de oficios- La carpintería: Juan Canto Gómez: Quien a buen árbol se arrima…


Pepe Vela M [colaboraciones].-

La carpintería es uno de los oficios más antiguos que existen y a su vez, el que más satisfacciones, comodidades y mejora de la calidad de vida le ha dado al ser humano. A lo largo de los años, el trabajo con la madera fue derivando en diferentes especialidades, carpinteros de ribera, toneleros, carpinteros de construcción, ebanistas y tallistas o mueblistas. Nuestro protagonista de este mes ha sido un carpintero al uso, habiendo trabajado en diferentes modalidades de carpintería: Juan Canto Gómez.

La madera es la materia natural con más usos para el hombre desde la Prehistoria. Armas para defensa o ataque como lanzas y arcos, medios de transporte para desplazarse como barcos y carretas o uso cotidiano como menaje de cocina, barriles  para vino o aceites, pasando por  puentes, viviendas y para el interior, desde ventanas y puertas, a muebles de todo tipo.

Hace más de 5000 años  que se conoce la construcción de barcos de madera en el antiguo Egipto y la mayoría de los pueblos han hecho uso para elaborar todo tipo de productos derivado de ella. Un ejemplo lo tenemos en los pinares de Chiclana. En ellos nos encontramos algunos pinos que están curvados, al haberse cortado el centro para que crezca por el brazo lateral, con el que se consigue una madera curva que servía para la quilla de los barcos, dándole más fortaleza por la beta que seguía la madera.

A Juan Canto lo trajo al mundo su madre Amalia Gómez en la calle Santísima Trinidad, nº 7, el 12 de enero 1934. Su padre, Antonio Canto, trabajaba de jornalero en labores del campo con lo que Juan, sin saber leer ni escribir, con 10 años siguió el mismo camino que su progenitor. Cuenta que “yo he pasado mucho Pepe. No tenía para comer y he dormido bajo un lentisco porque no tenía con qué taparme”.

Pero un día, con 12 años cogió la zoleta y la tiró para atrás. Le dijo a su padre: “Ya no trabajo más en el campo, esto no me gusta”. Éste le preguntó en qué iba a trabajar, respondiendo Juan que de carpintero.

COMIENZO DE SU NUEVA VIDA

Dejó el campo y el día 23 de septiembre de 1947 (fecha que tiene enmarcada en su garaje), comenzó su nueva vida con Joaquín López, conocido como El Quino, que tenía un taller de herrería y carpintería, donde  fabricaban carros y carretas así como aperos del campo como arados, gangas o cualquier producto para las labores agrícolas o industriales que se realizara con hierro y madera, donde él colabora en la parte de carpintería.


Con El Quino aprende todo tipo de trabajos que se realizan en su taller, lo mismo de forja que de madera, siendo esta ultima la que más trabaja y donde va conociendo todos los secretos y trucos de este material tan noble. Allí está hasta los 20 años, que es cuando va al servicio militar, yendo destinado a San Fernando.

Cuando termina la mili realiza todo tipos de trabajos (puertas, ventanas, muebles) en distintas carpinterías, hasta que en 1970 monta su primer taller en la calle Tirso de Molina: “La instalación eléctrica me la hizo Galiano. Trabajaba con él Agustín Saucedo”. El taller estaba donde vivía y cuenta que “era tan chico que tenía que meter la madera en la cocina para cortar con la sierra”.

GRAN APOYO DE SU MUJER

Pasó el tiempo y compró una parcela en la carretera de Fuente Amarga de 200 metros cuadrados, donde instalaron el taller y en la planta alta su vivienda: “Nunca hemos pedido préstamos, solo una vez nos dejó Antonio Vela 300.000 pesetas, que lo hizo sin intereses”.


Con 24 años ya se había casado con Cati Rodríguez Román con la que ha tenido dos hijos, Antonio y Mª del Pilar. Cuando sus hijos eran pequeños y estaban en el colegio, ella le ayudaba yendo por materiales a los almacenes y también en el taller. No se podía tener un aprendiz. Cuando tenía que coger un tablón grande para la sierra, daba una voz y decía: “¡Oye!, y ya estaba Oye allí”.

Oye era su mujer Cati. Llegó a ir a Sevilla al almacén de José Alonso Alonso que era más barato y traía el Renault 4 lleno de bastidores, tapajuntas, maderas y formicas  para que él no perdiera el día de trabajo.

Con el tiempo su hijo Antonio se incorporó a la carpintería y también metió a un aprendiz llamado Jesús, que pasado el tiempo se convirtió en su yerno. Posteriormente, el hijo, el yerno y el nieto son todos del oficio: De tal palo, tal astilla.

CUNA DE BUENOS CARPINTEROS

Ha pasado mucho, según dice, pero siempre ha sido feliz, buena persona, servicial y contento de recordar muchas cosas que ha vivido y profesionales que ha conocido en Chiclana, que en este oficio ha habido muchos.

Cita a los hermanos Ramírez, Torres, Remigio Baro, Jaramago, Oliva, Diego Mera y tantos otros que ha habido y hay de buena  madera en este pueblo, pero hace hincapié en recordar a uno que considera como su maestro y que siempre le trató muy bien y le daba muy buenos trabajos: Gonzalo Rivera.

Dice Juan Canto que este oficio tan noble “no se aprende en dos días y al ritmo que vamos, con la falta de aprendices y lo caro que resulta mantener las instalaciones, se irá perdiendo día a día, pues parece que hoy todo el mundo es médico yendo a la farmacia y todo el mundo es carpintero montando unas estanterías”.

Por eso, a la nuevas generaciones les digo que nada se aprende fácil y todo el que quiera un oficio, que ponga fe en aprender y busque siempre un buen maestro, porque quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.






1 comentario:

  1. Hola yo soy Karim carpintero y tallar a mano de madira en Madrid , con experiencia de 15 años y estoy bochco trabajo

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