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Chiclana, cuna de oficios-La pastelería-Ramón Brea Galindo: Dulce y amargo


PEPE VELA M. [colaboraciones].-

Con la llegada de la Navidad entramos un mes en que los dulces y pasteles, junto a los frutos secos, son los protagonistas principales que no faltan en los hogares españoles, así como los turrones, alfajores, frutas confitadas o los famosos roscones de Reyes. Por eso le vamos a dedicar esta sección a un oficio del que todos somos clientes por puro placer y deleite de nuestros sentidos como es la pastelería.

Rompiendo con el patrón de que sean personas mayores por lo que tienen que contar, creo que nuestro protagonista de esta sección, aunque joven, es merecedor para nuestro reconocimiento por su trayectoria y labor empresarial, social y humana. Nuestro protagonista, Ramón Brea Galindo, uno de los seis hijos que tuvieron el matrimonio Pedro Brea García y Ana Galindo Sánchez.

Nació en la calle Corredera hace 61 años y a edad temprana, a los doce años, entró a trabajar de aprendiz con un pariente suyo muy conocido en Chiclana, Juan Sánchez Galindo, más conocido como El Lechero.

Empieza su trayectoria profesional con helados, aunque allí se hacía de todo, desde quesos, confituras, pasteles y los mencionados helados, que era uno de los trabajos que más le gustaba, hasta el punto que todos los fines de semana se iba a La Barrosa a venderlos con una heladera artesanal, a base de hielo y sal. Con el helado pesaba alrededor de 25 kilos.

Entonces se fabricó unas cajas de ocumen y porexpan para llevar los helados y que le aguanten congelados, siendo más llevadero. El resto del año, para sacar unas pesetas extra, vendía cualquier cosa que cayera en sus manos, ropa o cualquier otra cosa, ya que le gustaba todo lo relacionado con el negocio.



EL COCOTERO

En La Italiana, con Juan El Lechero, estuvo de 1968 a 1978 y al no hacer el servicio militar se casó con Ana Olmo Rodríguez, de 20 años, a la que conocía desde los doce años, pues vivía donde él trabajaba. Tenía 22 años. De esta unión nacen sus tres hijas, Ana Mari, Pepi y Lucía.

En 1978 montó su primer negocio, empezando en un pequeño local en el Santo Cristo, y en 1981 se instala en la carretera de Fuente Amarga colocando a su hermana Ana Mari. Desde ese año y hasta 2001 ya no para, empezando su gran carrera profesional y empresarial.

En 1983 se instala en La Barrosa, un año más tarde  monta un negocio de pollos asados, en el 85 una freiduría y en el 86 un negocio de los más innovadores que se han llegado a instalar en Chiclana y toda la provincia, como fue El Cocotero, para cuya inauguración hizo 500 invitaciones y se colaron alrededor de 1500: “Este negocio nos dejó un gran sabor de boca los cuatro años que duró abierto, donde todavía muchos chiclaneros recordarán el grito que decía: “¡Este año La Barrosa va de coco!”.



LA CHICLANERA

Ramón era un hombre muy inquieto y siempre estaba creando nuevos negocios, por lo que se metió de lleno en el mundo del catering, siendo otra vez innovador y dando bastantes servicios por toda la provincia, de los cuales cuenta una anécdota: “En una inauguración en San Fernando, en el bingo Alameda, con cura incluido, el menú incluía carne y nadie se había dado cuenta que era viernes de Dolores. Después de servir los entrantes con mariscos, la gente ponía reparos, siendo el cura el que cogiendo el cubierto empezó a cortar la carne diciendo: “Que Dios nos perdone, que hay cosas peores”. Fui a darle las gracias porque me salvó la vida ese día”.

Pero de todos los negocios en los que se ha metido en su vida el más conocido es el de La Chiclanera. Otras pastelerías tenia nombres con gentilicio de fuera y qué mejor  que el de su pueblo. Montó cafetería-pastelería o pastelería-panadería por toda la Bahía, llevando al empresariado de Chiclana a lo más alto del reconocimiento provincial.



HORNOS DE PAN

En 1992 llevó a cabo la gran instalación del pan en Pelagatos, siendo de nuevo innovador en este asunto, habiendo instalado de inicio 100 hornos entre sus clientes y locales. Dos veces fue a por ayuda a la Junta y dos veces le fue denegada, una por falta de presupuesto y otra por ser inversiones anteriores al año.

Una empresa chiclanera, gaditana, andaluza que pagaba aquí sus impuestos, como tantas otras que si quiere salir adelante lo tendrá que hacer con sus medios y su esfuerzo, pues las instituciones no están por la labor de ayudar, a no ser que vengas de fuera o seas una multinacional.

No obstante, continuó su carrera empresarial. Se fue el hombre emprendedor y llegó el empresario. Continúa abriendo nuevas tiendas en Cádiz, Puerto Real, San Fernando y Chiclana, hasta llegar a los treinta locales abiertos, toda una lección de expansión, proyección y seguridad, pues todo lo hacía con recursos propios y había roto el hielo para que los empresarios chiclaneros se abrieran a la provincia.


PREMIO NACIONAL DE PASTELERÍA

Su esfuerzo y buen hacer se ve recompensado en el año 1993 consiguiendo para su marca La Chiclanera el primer premio nacional de pastelería y el segundo de repostería, otorgándole confianza y prestigio para su negocio. Otra innovación suya fueron las bandejas surtidas con mini pasteles.

Siempre con nuevas ideas, cuando llegó el cambio de moneda metió un billete de 500 euros en uno de los roscones, también anillos de oro y hasta sorteó un coche Seat 127, siendo agraciado un vecino de San Fernando. El año cumbre fue 2008, llegando a vender desde Cádiz hasta Granada, paseando por media Andalucía más de 15.000 roscones de Reyes.

Todo el esfuerzo no lo entregó a su negocio. También colaboró con su gremio llegando a ser presidente de la Asociación Chiclanera de Hostelería durante varios años, aportando ideas y consiguiendo para sus socios mejoras con el Ayuntamiento.

A su vez, gran aficionado al cante flamenco, en la inauguración de las nuevas instalaciones en la calle Luna de la Peña Flamenca Chiclanera, consigue por su amistad personal, que venga el cantaor Miguel de Tena, ganador de la Lámpara Minera de los cantes de las minas de La Unión del año 2006.

LLEGÓ LA CRISIS

Llega la crisis y va aguantando, pero en 2011 un mes no pudo pagar la Seguridad Social de 150 trabajadores. Nunca había tenido ayuda y pide el aplazamiento de ese mes, un solo mes, y no se lo conceden por la cantidad que es. Son 150 trabajadores. Toda su vida profesional había transcurrido dulcemente, y de buenas a primeras se vuelve amarga.

Dos infartos, una falta de continuidad familiar en el negocio y una vida plena ligada a él, le hace replantearse si continuar o dejarlo. Yo me pregunto si en el País Vasco las instituciones consideran que este problema solo afecta al empresario o es un problema social de todos. Creo que antes de cerrar una empresa como ésta, se hubieran buscado soluciones para su continuidad, pero estamos en Andalucía.

Hoy Ramón está retirado de los negocios, dedicado a su familia, a sus aficiones, andar por el campo, de cacería o jugando al tenis, llevando una vida placentera y con la satisfacción del deber cumplido, habiendo tenido una profesión tan dulce y haber hecho las cosas bien. Y a mí me queda el amargo sabor del final de esta empresa CHICLANERA, con treinta locales abiertos y 150 trabajadores.








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