EDITORIAL FEBRERO 2021-José María Román y sus obras faraónicas en tiempos de crisis

 

Hace unas semanas nos enterábamos de la intención del gobierno municipal de peatonalizar la Alameda del Río.-

 

Se reunieron con empresarios, comerciantes y hosteleros para explicarles la idea, así como la remodelación de dicha Alameda, que desde hace tiempo presenta un estado lamentable, por el abandono a que está sometida. Pasear por ella da pena y lo que debería ser un lugar de reunión de los chiclaneros, es una zona triste y solitaria, solo perturbada por los gritos de los niños, pocos, que se acercan a jugar en el pequeño y deteriorado parque infantil.

 

La Alameda del Río era un lugar de encuentro, lleno de vida. Tenía dos vías para la circulación, una de entrada al centro y otra de salida hacia Reyes Católicos y Puente Grande. Pero un alcalde decidió, como ahora pretende José María Román, hacer su obra faraónica, colapsando el centro y cargándose lo que había. La Alameda se convirtió en un lugar frío, con el suelo resbaladizo cuando llovía o hacía relente, provocando la huida de los ciudadanos hacia otros lugares.

 

Se cargaron la mitad con una larga fuente, imitación burda de las que podemos encontrar en La Alhambra o en los Reales Alcázares, con un deterioro alarmante, azulejos rotos y descoloridos, así como bancos de hierro destrozados por los gamberros, que en Chiclana hay unos cuantos. El suelo también está en algunas zonas con el mármol partido como publicamos el mes pasado, etc., etc., etc. Y el suelo está muy sucio.

 

El quiosco de la Música también presenta un aspecto preocupante, sucio, lleno de pintadas, roto, con bastantes grietas, con unas cadenas que un día existieron y que ahora han desaparecido. Cada vez se utiliza menos, cuando debería ser un lugar con actividad, lo que animaría a la gente a ir a este espacio tan querido por los chiclaneros en otros tiempos. Solo la Banda de Música lo usa en los conciertos de verano, dos o tres a lo sumo. Y como es tan pequeño no entran ni la mitad.

 

PEATONALIZACIÓN

 

Enfrente hay un bar que desde que se inauguró hace unos cuantos años, ha sido un rotundo fracaso. Todos los que lo han regentado han terminado marchando y su abandono es notorio. Es una mole en medio, que lo único que ha conllevado es quitarle a la Alameda espacio para pasear y jugar.

 

En un acto del PA en tiempo de elecciones, se celebró allí la rueda de prensa. Comenzó a llover y los que estaban dentro se tuvieron que proteger con sus paraguas por la cantidad de agua que caía debido a las grandes goteras que tenía el techo. De vergüenza. Y hacía poco que se había inaugurado. De los ascensores ni hablamos.

 

En vez de preocuparse el PSOE de arreglarla, la ha ido olvidando. Que la Alameda necesita un cambio nadie lo pone en duda, pero ahora no es el momento más oportuno para hacerlo. En 2019, el candidato a la alcaldía por el Partido Popular, Andrés Núñez, llevaba en su programa darle un giro radical, quitando todos los desniveles, dejando la vía y el lugar de ocio a ras de tierra, integrándose ambas partes.

 

La idea era buena y quizás entonces podría haberse llevado a cabo, pero ahora, con la que está cayendo, con todas las administraciones públicas soltando dinero por el coronavirus, es totalmente inviable. No corre prisa. Primero es salvar a las empresas y a las familias.

 

En cuanto a peatonalizarla es una locura, porque es la única entrada al centro desde La Banda o de la zona del Pilar. Si ya hay que dar unas vueltas enormes para acceder al casco urbano, con esto se complicaría mucho más y habría que ir hasta la Alameda Solano y dirigirse hacia el Puente Azul, zona muy transitada, congestionando mucho más el tráfico de lo que ya está.

 

Y al comercio no le favorecería, porque es más cómodo ir a Urbisur o a la ciudad colindante, y se tarda casi lo mismo. Más obras faraónicas ahora no. Suena a otra promesa de Román, que nunca lleva a la práctica, pero que le da muchos titulares de prensa.