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El cuarto poder


Francisco M. Navas [colaboraciones].-

Ahora que todos los poderes públicos se hallan en entredicho, ahora que miramos de reojo a esa casta de políticos que han llegado en tromba a gestionar lo público para enriquecerse personalmente, desentendiéndose de los problemas de la ciudadanía, debemos volver la cara hacia los medios de comunicación, a los que nunca podremos agradecer suficiente su decidida lucha diaria, las más veces desinteresada, por la salud de nuestra democracia.

En Estados Unidos se los conoce como el cuarto poder. Su influencia en la opiniĂłn pĂşblica es determinante en multitud de procesos electorales y suponen el soporte fundamental para que la ciudadanĂ­a tome conciencia a diario de los desmanes que comenten  aquellos a los que democráticamente hemos elegido y que se desvĂ­an de lo que conocemos como servicio pĂşblico honesto.

Sin su publicidad, sin la difusiĂłn de los turbios asuntos que airean continuamente, serĂ­amos ciegos en un mundo en el que las regalĂ­as, las corruptelas, los amiguismos, y los enchufismos, desvalijan los dineros pĂşblicos y se desvĂ­an a las cuentas privadas de multitud de polĂ­ticos deshonestos.

Para Lord Acton, polĂ­tico inglĂ©s nacido a principios del siglo XIX, “el poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y la realidad ha dado plena validez a este anglosajĂłn y a su certero análisis polĂ­tico. Cuando un gobierno domina absolutamente y manipula a su antojo el poder ejecutivo, el legislativo, e influye determinantemente en el judicial, el Estado de Derecho se corrompe hasta los cimientos.


GARANTES DE LA DEMOCRACIA 

Los medios de comunicaciĂłn quedan como los Ăşnicos garantes de un mĂ­nimo funcionamiento de la democracia. Destapando todo tipo de chanchullos, obligan de una u otra forma a que se abran investigaciones sobre personas e instituciones que, de otra manera, seguirĂ­an operando impunemente y manejando a su antojo sus resortes de poder.

Se insiste mucho hoy en dĂ­a en la presunciĂłn de inocencia de los acusados, lo cual debe ser defendido sin reservas. La cuestiĂłn es que cuando la judicatura abre un proceso oral contra alguien, no les quepa la menor duda de que algo hay de fondo.

Por ello se insiste tanto en que, independientemente de las posibles condenas o absoluciones de los investigados, se avance polĂ­ticamente, con la normativa adecuada, en apartar inmediatamente de su cargo a toda persona de la que siquiera se sospeche algĂşn delito relacionado con la corrupciĂłn.   

¿Es esto justo, teniendo en cuenta la presunciĂłn de inocencia de la persona acusada? JurĂ­dicamente no, pero Ă©ticamente supondrĂ­a un avance importantĂ­simo para dignificar a la clase polĂ­tica, a la vez que la obligarĂ­a en su conjunto a un comportamiento irreprochable. Si los que nos administran tuviesen la certeza de que ante indicios ciertos de corrupciĂłn o de abuso en el desempeño de sus cargos, serĂ­an apartados de la polĂ­tica hasta que no se rehabilitase su nombre, y nunca más podrĂ­an ejercer la funciĂłn de servidor pĂşblico si se probase el más mĂ­nimo delito en su contra, les aseguro que otro gallo nos cantarĂ­a.


MANIPULACIĂ“N DE LAS MASAS

En cualquier caso debemos tener en cuenta que los medios de comunicación, por su potencia difusora, son utilizados igualmente por los poderes públicos para amortiguar o disimular sus corruptelas. Depende de qué periódico leamos, de qué canal de televisión veamos, para que nos parezca que las noticias que nos anuncian y la forma en que nos las anuncian se refieren a países distintos, y no al nuestro.

La manipulación de las masas a través de los medios de comunicación se da, es un hecho, aunque ello no obsta para que nosotros mismos seamos capaces de decidir a quién creer, en función de los argumentos que nos presenten.

He de romper una lanza en pro de los medios de comunicación locales, que a menudo nos ofrecen la realidad de nuestra ciudad, de nuestra provincia, de nuestros problemas más cercanos, esos que nunca aparecen ni se nombran en los telediarios, ni en las cadenas radiofónicas, ni en los periódicos de tirada nacional.

Hay detrás de ellos muchos profesionales que se afanan en ponernos al día de los asuntos que nos tocan muy de cerca, y que adolecen de falta de interés para el resto del país.


¡VIVA LA LIBERTAD DE EXPRESIĂ“N!

Temas como el agua potable en Chiclana, la necesaria en imprescindible canalización de aguas negras en el extrarradio de nuestra ciudad, el presunto fiasco del tranvía, los cortes parciales de luz cada vez que caen cuatro gotas, o el sistemático abandono de los núcleos diseminados de nuestro municipio nunca tendrían la entidad suficiente para ser tratados y retratados convenientemente en medios de comunicación que abarcan la información de nuestra Comunidad Autónoma o del conjunto del Estado.

Defender la libre información y difusión de noticias relevantes es defender la democracia. El contraste de opiniones, el desacuerdo en los comentarios de noticias u opiniones a través de los medios de comunicación, todo ello nos enriquece y nos hace más libres.

Y lo más importante, la libre expresiĂłn de la ciudadanĂ­a a travĂ©s de ellos nos permite eludir el discurso monocorde de gobiernos corruptos que pretenden silenciar los problemas de la gente con su falta de Ă©tica y sus discursos manidos y huecos. ¡Viva la libertad de expresiĂłn!   

1 comentario:

  1. "En cualquier caso debemos tener en cuenta que los medios de comunicaciĂłn, por su potencia difusora, son utilizados igualmente por los poderes pĂşblicos para amortiguar o disimular sus corruptelas."

    ¿Y las corruptelas de los poderes privados quiĂ©nes las denuncian? Si los denuncias te quitan la publicidad.

    Más que medios de información se podría decir que son medios de desinformacion.

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