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La familia de Juan Ramírez desconoce año y medio después de qué murió: “Tenemos derecho a saber qué sucedió”

 


Tardó nueve meses en darle sepultura, ya que estuvo ese tiempo en el anatómico forense de Granada y un juzgado de Chiclana alegaba que no tenía nada que ver.-

 

A mediados de febrero de 2020 desapareció Juan Ramírez Agüera, un chiclanero de 47 años, al que su hermana Juani echó en falta al no verlo por los lugares donde salía estar. Empezó a preguntar por él, pero nadie pudo decirle algo, extrañados también de su ausencia. Preguntó en el trabajo y tampoco sabían nada.

 

Estuvo varios días indagando dónde podía encontrarse y al no dar con él la preocupación fue en aumento, por lo que presentó una denuncia en la Guardia Civil. Los días fueron pasando y nada sucedía. Con la pandemia no podían salir a buscarlo, pero Juani pidió permiso a la Benemérita para poder hacerlo los hermanos “porque veíamos que no se hacía nada”.

 

El último recurso fueron las redes sociales y fueron a ver si daban con él, pero no fue así. A los siete meses de la denuncia, recibieron una llamada anunciando que habían encontrado unos restos en una parcela al lado de donde trabajaba cuidando caballos. Era el 20 de septiembre.

 

 

Los restos se los llevaron para hacerle la autopsia y al no tener huesos rotos se lo llevaban para el anatómico forense de Granada, para efectuar una segunda autopsia. Y ahí empezó el calvario de esta familia y la angustia. Relata Juani que “no nos informaba de nada, ni si nos enviarían los restos para darle sepultura. Iba al juzgado y me decían que ellos no tenían nada que ver, llegando a negarme la entrada porque, supuestamente, había que pedir cita previa”.

 

Cuando lo hizo tampoco se la daban, “ni para entregar un escrito que me dio la abogada del Ocaso, por lo que  tuvimos que mandarlo por correo electrónico. Llamaba y no me informaban. Así que volví a escribir en redes sociales y ahí me fueron ayudando con números para llamar, programas en los que salí y todo fue un poco más rápido”. Así estuvieron nueve meses “hasta que finalmente pudimos darle sepultura”.

 

Pero no había acabado el calvario. Dos o tres semanas después del entierro recibió una llamada del Ocaso: “Me dicen que la Guardia Civil les ha llamado para decirle que tienen dos huesos de mi hermano, quedándome sorprendida. Esto es una vergüenza. A día de hoy no tenemos ningún informe de lo que pasó con mi hermano, ni el de defunción y seguimos luchando para saber qué pasó con mi hermano. Tenemos derecho a saber qué sucedió”.

 

 

 

 

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