La esposa de Antonio Tocino se encadena ante la puerta de Urbanismo

Josefa Fornell toma esta medida ante el pasotismo municipal y en apoyo de su marido

La esposa de Antonio Tocino, que hoy cumple un mes en huelga de hambre en los aledaños de la Gerencia de Urbanismo, se ha unido activamente a la protesta de la familia encadenándose al mediodía de ayer a una columna. Su estado de salud también es malo, pero ha decidido ayudar a su marido en la lucha que llevan manteniendo desde que el equipo de gobierno derribó las diez casas que habían construido ilegalmente en las Majadillas Bajas. (FOTO: Josefa Fornell encadenada frente a Urbanismo).


Josefa Fornell se puso una cadena alrededor del pie izquierdo en la mañana de ayer tras comprobar que lo dicho por el alcalde, José María Román, no se había cumplido. Éste dijo a las personas que se manifestaron ante la Casa de Cultura el pasado jueves, con pitos y todo tipo de instrumentos, durante le celebración de dos plenos extraordinarios, que al día siguiente, viernes, o el lunes de esta semana, se reuniría con ellos y haría todo lo posible para ayudarles, dentro de las posibilidades del Ayuntamiento.

Un día después, y viendo que no se había producido acercamiento alguno, Josefa decidió encadenarse. Su salud no es buena, lo mismo que la de su marido, pero ello no ha sido óbice para que iniciara esta protesta: “Mi marido está cada vez peor después de un mes en huelga de hambre, yo tengo la tensión alta, pero no nos vamos a ir de aquí hasta que nos den una solución”.

La noche pensaba pasarla en una tienda de campaña que puso donde están protestando, pero un policía la obligó a quitarla porque ocupaba la acera. El día ha estado lluvioso y ha ayudado poco a su estado de salud, lo mismo que a Antonio Tocino, que ha vuelto a colocarse en la rampla de Urbanismo. Su yerno también se encuentra mal.

TRATO DISCRIMINATORIO

Los ánimos están empezando a caldearse y algunos familiares han comenzado a sufrir crisis de ansiedad, teniendo que llamar a los médicos del ambulatorio para que los atiendan. Josefa Fornell se ha negado a ser atendida. Su esposo tiene problemas en los riñones, ya casi no bebe agua y su salud cada vez es peor.

Ni Cándida Verdier ni Román han dado la más mínima muestra humanitaria hacia ellos en este mes que llevan concentrados ante Urbanismo. Las firmas de chiclaneros para que no se derriben más viviendas aumentan cada día y las muestras de ánimo también. La familia Tocino sigue preguntándose por qué derribaron sus casas y no lo hicieron con otras en la misma o parecida situación.

También se preguntan por qué Verdier, “conociendo que la jueza había admitido el recurso, ordenó el derribo en vez de paralizarlo, cuando había recibido un burofax del juzgado el mismo día que iban a echar las casas abajo y no tuvo reparos en tirarlas tres días después”. Si nadie lo remedia, esta familia seguirá en huelga de hambre y encadenada hasta que suceda algo grave que tengamos que lamentar.