Estudios etnográficos: Alfa Centauro B
José Antonio Sanduvete [colaborador]
Alfa Centauro B es una enana naranja. Constituye, junto a su gemela, Alfa Centauro A, una estrella binaria.
Cualquiera pensaría que la vida es imposible en el seno de una estrella, pero la especial constitución binaria y seis mil millones de años de antigüedad dan lugar a situaciones que el vulgo terrícola calificaría, en su ignorancia, de milagros de la naturaleza.
Los habitantes de Alfa Centauro B son, a su manera, efímeros. No podía ser de otra manera, dadas las condiciones del astro en el que se desarrollan. Las altas temperaturas y la rápida combustión del oxígeno han creado formas de vida que sólo pueden ser consideradas, en esencia, como etéreas.
Estos seres, pues, nacen y mueren constantemente. Sería imposible, dadas las condiciones de su entorno, hacerlo de otra manera. Podría decirse que, desde el punto de vista terrícola, los seres de Alfa Centauro B nacen cada día. Para un humano reinventarse cada día constituye una auténtica odisea; volver a nacer, del mismo modo, es un acto de grandeza suprema. El ser humano sólo vuelve a nacer cuando su vida ha sido destruida, cuando sólo quedan de ella tan pocos rescoldos que permiten calificarla de muerta; y tantos rescoldos, por otro lado, como para posibilitar el resurgir.
La vida en Alfa Centauro B surge cada día. Estos seres mantienen su conciencia de individualidad, sus recuerdos y su esencia como ente separado del resto, pero destruyen su vida y la vuelven a comenzar al poco tiempo, sin cargas, sin pesos, sin pasado. La grandeza de los seres de Alfa Centauro B radica en que, contrariamente a lo que sucede con la población terrícola, volver a empezar ha pasado de ser un acto traumático a ser una capacidad natural.
La sociedad en Alfa Centaro B es, podemos decir, eternamente joven. Nacen, se interrelacionan, viven en el sentido terrícola de la palabra, y mueren sabiendo que volverán a nacer, y volverán a interrelacionarse sin las taras de un pasado ya vivido.
Contrariamente a lo que sucede en la Tierra, en Alfa Centauro B la muerte no es una ruptura, la vida carece de los temores del mañana, el renacer no es una heroicidad tras un mundo de dolores y penas, sino un continuo poder ser sin el peso, a veces insoportable para los terrícolas, del haber sido.
Alfa Centauro B es una enana naranja. Constituye, junto a su gemela, Alfa Centauro A, una estrella binaria.
Cualquiera pensaría que la vida es imposible en el seno de una estrella, pero la especial constitución binaria y seis mil millones de años de antigüedad dan lugar a situaciones que el vulgo terrícola calificaría, en su ignorancia, de milagros de la naturaleza.
Los habitantes de Alfa Centauro B son, a su manera, efímeros. No podía ser de otra manera, dadas las condiciones del astro en el que se desarrollan. Las altas temperaturas y la rápida combustión del oxígeno han creado formas de vida que sólo pueden ser consideradas, en esencia, como etéreas.
Estos seres, pues, nacen y mueren constantemente. Sería imposible, dadas las condiciones de su entorno, hacerlo de otra manera. Podría decirse que, desde el punto de vista terrícola, los seres de Alfa Centauro B nacen cada día. Para un humano reinventarse cada día constituye una auténtica odisea; volver a nacer, del mismo modo, es un acto de grandeza suprema. El ser humano sólo vuelve a nacer cuando su vida ha sido destruida, cuando sólo quedan de ella tan pocos rescoldos que permiten calificarla de muerta; y tantos rescoldos, por otro lado, como para posibilitar el resurgir.
La vida en Alfa Centauro B surge cada día. Estos seres mantienen su conciencia de individualidad, sus recuerdos y su esencia como ente separado del resto, pero destruyen su vida y la vuelven a comenzar al poco tiempo, sin cargas, sin pesos, sin pasado. La grandeza de los seres de Alfa Centauro B radica en que, contrariamente a lo que sucede con la población terrícola, volver a empezar ha pasado de ser un acto traumático a ser una capacidad natural.
La sociedad en Alfa Centaro B es, podemos decir, eternamente joven. Nacen, se interrelacionan, viven en el sentido terrícola de la palabra, y mueren sabiendo que volverán a nacer, y volverán a interrelacionarse sin las taras de un pasado ya vivido.
Contrariamente a lo que sucede en la Tierra, en Alfa Centauro B la muerte no es una ruptura, la vida carece de los temores del mañana, el renacer no es una heroicidad tras un mundo de dolores y penas, sino un continuo poder ser sin el peso, a veces insoportable para los terrícolas, del haber sido.
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