Recuerdos del ayer y parte de hoy

Antonio López Ariza

Las personas que nacieron antes de 1.935 saben la verdad de la historia de aquellos años, 40 a 60, cómo fueron. Los que cuentan la historia por oídas pueden faltar al rigor de la verdad, porque si la cuenta el de izquierdas aumentará la desgracia y si la cuenta el de derechas la aminorará. Yo contaré lo que vi y lo que pasaba en la vida diaria en todos los aspectos. Hay cosas que uno no quisiera recordar, pero eso es una foto grabada en tu mente que nunca podrás borrar.

Después de aquel parte dado por Franco en el mes de abril de 1.939, se creyó que ya vendría lo bueno: habría comida en las tiendas de comestibles, que estaban vacías, pero todo fue al revés. Yo he visto a la gente esperar que otro pelara un plátano para comerse la cáscara. Me acuerdo del pan de harina de maíz. Eran unas pelotas que se desgranaban al comértelas (perdonen pero criticaré a los que la historia ha puesto a unos como buenos y a otros como malos).

Aquí la desgracia vino con el cerco que le hicieron a España las izquierdas o el bloqueo que no dejaban entrar en España ni un alfiler. De las sacas que le apuntan al franquismo los nacidos en esas fechas éramos niños con 5 a 7 años y poco podemos contar. Sí diré que no se podía hablar mal del Caudillo y de los curas. No así los de más edad, 14, 15 o 16 años. Esos sí saben más cosas.

El país se hundía en la miseria, no había nada para comer, vino el estraperlo y traían la famosa harina de maíz para hacer aquellas sopas llamadas “poleá”. Hubo quien la hizo con harina de alpiste y se hincharon y murieron; otras las hacían de harina de algarrobas y si robabas alguna calabaza para comer te pelaban al cero y te ponían en la puerta de la Plaza de Abastos con la calabaza en los pies.

CARTILLA DE RACIONAMIENTO

En las tiendas de comestibles no había alimentos y se sobrevivía con la cartilla de razonamiento. Todo esto junto a una falta de trabajo que nunca se había conocido. En el campo se trabajaba hasta 10 horas y el gobierno español empezó a repartir tierras. Era una locura. Salían de noche a la parcela que habían cogido y agostaban (arar o cavar la tierra en el mes de agosto para limpiarla de malas hierbas) para poner viñas, y todo esto con muy poca comida.

Los campos se repartieron en Roche y en la Cañada de Cádiz. Y en el Pago del Humo, que quitó a Chiclana mucha hambre con las cosechas de boniatos que se cogían, y hasta un chiclanero puntero, Vicente, en la calle Larga, ponía en la vía pública un caldero grande y allí cocía los boniatos que después vendía.

Es una generación que nació con los coches de caballos, las casas de postas. Con muy pocos vehículos a motor. Conocí el litro de gasolina a 1 peseta. En Chiclana habría cuatro o cinco camiones. Todo se hacía con animales de carga y de tiro. Para ir a San Fernando había que sacar una Cédula Salvoconducto de circulación, sino no podías viajar.

Si circulabas por el cuartelillo de los Flechas Azules (donde hoy está la Cruz Roja) y estaban izando la bandera, tenías que pararte y levantar el brazo derecho con la mano abierta. El Canario, que ya existía, andaba con gasógeno. Detrás llevaba dos bombos, como en el tren. Allí se quemaba de todo y esto producía un gas que hacía andar el motor del autobús.

EL TRIGO DE PERÓN

Hasta que por fin hubo un tío con un par de cojones y dijo: “Yo no voy a permitir que los españoles, que son mis hermanos, estén más tiempo sin trigo para producir pan”. Ese gran hombre (que hoy hasta se le critica) fue Juan Domingo Perón, que cargó de trigo la flota de la armada de guerra Argentina rumbo a España. Burló a las escuadras de barcos de guerra que cercaban España y penetró por Cádiz (no me acuerdo bien del año, pero sería el 43 o 44).

Del trigo que trajeron para Chiclana sí que me acuerdo. Vinieron camiones y descargaron en la calle Hormaza, en la bodega de Joaquín Pineda (hoy el Mesón Cerro del Trigo). Nosotros vivíamos cerca del lugar de la descarga. Fuimos unos quince niños y llevamos escobas para barrer el trigo derramado de los sacos que se rompían, trigo que después repartimos. Y aquí vino un poco la salvación. A partir de entonces se empezó a comer arroz por narices.

Esto era el trigo guisado, como si fuera arroz con tomate. El trigo había que remojarlo la noche antes y al otro día, antes de guisarlo, había que quitarle la cáscara. No sé cómo el señor Perón no tiene un monumento en honor a su valentía de cruzar las escuadras de barcos que cercaban a España, para traernos trigo a los españoles. Allá con la conciencia de cada uno.

EL CUENTO DEL PROGRESISMO

Quienes nos cercaban eran militares, dirigidos por el gobierno español en el exilio y estos malnacidos no miraban que a los que les negaban el pan era a los pobres y no a los ricos, estos no pasaban hambre. Por eso, esto del “progresismo” es un cuento que se aplican para engañarte mientras se llevan ellos los millones a su bolsillo. Igual que se llevaron todo el oro español cuando se fueron corriendo al exilio.

Hoy, con el paso del tiempo me pregunto: ¿Por qué Felipe González no fue más honrado no permitiendo el robo ni el crimen? Felipe hubiese sido el profeta del siglo, pero fue una pena que se perdiera esa oportunidad, que los españoles esperaban como el nacimiento de una nueva era. Ser socialista y sensato no debe estar reñido con el buen hacer.

Aunque se tenga que dar dos cachetes y mantener en la cárcel a los terroristas de por vida. Permitió la vergüenza del siglo al sacar a los asesinados por Eta por la puerta de atrás de las Iglesias después del funeral. Sigo pensando que a España siempre le pasó igual.

Cuando mejor se presenta la ocasión para llevarla a la cima siempre hay un acontecimiento que la arruina. Y ya que hablo de acontecimientos, ahora que están hablando en la tele tanto del cine español le pregunto a Bibiana Aído ¿por qué no pasan ahora dos películas antiguas: “Los hijos de nadie” y “El derecho de nacer”?