EDITORIAL-Abril 2011

El hombre de las placas ante su mayor reto: evitar el descalabro

Ya estamos a punto de que los chiclaneros decidan quiénes serán los próximos gestores del Ayuntamiento y los partidos políticos que se presentarán a las elecciones dan los últimos retoques de cara a estos comicios. Con la nueva ley electoral José María Román se ha visto obligado a poner montones de placas en una semana, a un ritmo de tres o cuatro al día, dándose la circunstancia de inaugurar un campo deportivo que ya han inaugurado en varias ocasiones, unas veces el césped, otras el cerramiento y ahora su terminación.

También ha puesto varias primeras piedras de proyectos que no se saben cuándo se terminarán porque el dinero lo aporta la Junta de Andalucía y está más seca que la mojama, reduciendo gastos y paralizando proyectos en todas partes.

Pero lo que no ha podido hacer Román es acabar con el paro o hacer que descienda. Desde que llegó de nuevo a la alcaldía el desempleo ha subido en 7.000 personas. Debería poner una plaquita en la oficina del Inem recordando para la posteridad que es el alcalde del paro.

El Ayuntamiento no paga a sus proveedores y los pocos que tienen la suerte de cobrar lo hacen con un año de retraso. Tampoco ha podido Román poner la primera piedra de la estación de autobuses, o del apeadero que dijeron que harían frente al campo de fútbol en sustitución de dicha estación.

Tampoco pudo ver realizado el sueño de inaugurar o poner la primera piedra en Miralrío, en la presa contravenidas, la Ronda Oeste, el Centro Comercial de La Longuera, la comisaría y, mucho menos aún, inaugurar el tren-tranvía pasando por Mendizábal y la Alameda Solano, su gran sueño y empeño que no ha podido ver cumplido. Tampoco ha podido poner la plaquita en el centro de salud Los Gallos, o en el de La Cucarela, ni en el Museo del Vino.

Aunque lo que quizás le duela más es ver cómo no ha sido capaz de que el mamotreto de la Plaza Mayor, que nos coló a traición y con alevosía, sirva para algo más que para afear una plaza que debería ser el santo y seña de una ciudad que casi no tiene nada que enseñar a sus visitantes.

Sí ha podido sin embargo inaugurar las nuevas dependencias municipales y dejando en pleno casco histórico otra aberración urbanística y estética para el futuro, con hierros oxidados en medio de casas blancas y farolas señoriales.

En los últimos meses se le ha visto cansado, sin ideas, hablando sin convencimiento y mira que han venido consejeros, delegados provinciales y hasta el presidente de la Junta para levantar un partido que va de capa caída y que no se sabe hasta dónde descenderá. No ha tenido ni el apoyo de sus propios militantes. Fueron a la asamblea donde lo eligieron la mitad de ellos y de los asistentes no todos le votaron y muchos de los que lo hicieron fue para no señalarse.

Dentro del PSOE local tiene demasiados enemigos como para estar tranquilo y esperanzado con lo que pueda ocurrir en mayo. Sabe que el batacazo va a ser grande y quizás su adiós definitivo, algo que una parte importante de afiliados socialistas, algunos de mucho peso, le han pedido en varias ocasiones para intentar salvar este barco a la deriva que se llama PSOE.

Quizás por ello ha ideado una fórmula para intentar paliar el desastre electoral que prevén los propios socialistas: poner al frente de otros partidos gente afín. Si sacan algo, poco probable, le podrán echar una mano, aunque todo dependerá de cuántos concejales pierdan, porque si sucede como en 2007, entonces de poco le van a servir los votos de la coalición que liderará la voz del pueblo o IU, cuyas expectativas son escasas.