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Paco de Lucía y La Barrosa chiclanera

 
Félix Arbolí [colaboraciones].-

Hay recuerdos que duran toda una vida y vidas que están llenas de recuerdos. Cuando se tiene cierta edad es raro el día que no te encuentres de cara la muerte de un amigo o de esa persona que ha formado parte de tu vida, aunque solo sea por unos instantes. El impacto emocional que te produce la desaparición de alguien que ha compartido espacio, tiempo y emociones contigo es realmente  impresionante.

Hay muertes que parecen te van a afectar en gran manera y cuando llegan, apenas te conmueven, si acaso solo se te ocurre dedicarle un recuerdo o una oración. Hay otras que te duelen y entristecen porque se trata de personas con las que a pesar de no tener una relación continuada y estrecha, han sido protagonistas de unos instantes más o menos largos de tu vida, pero cargados de emociones y añoranzas.

Me entero de la muerte en México de mi admirado y recordado Paco de Lucía, el artista que dio vida y categoría universal a la guitarra española. Él la hizo vibrar con los más difíciles compases en grandes escenarios y encuentros con amigos donde se sintiera a gusto. Porque los grandes artistas tienen esa manera de ir por la vida sin ataduras ni prejuicios, dejándose llevar por lo que le sale de esa alma tan inmortal como su arte.

Su muerte me ha hecho retroceder a los años setenta, cuando con mi mujer e hijos veraneaba en la entonces no muy conocida Playa de La Barrosa. Una inmensidad de blanca y suave arena que llegaba hasta el mar para recibir las constantes caricias de sus olas.

AQUELARRE FLAMENCO

Al fondo, un bucólico muestrario de eucaliptos, pinos, tomillos  y romeros parecían querer  proteger a ese “cachito” del Atlántico de la mirada y codicia de los mercaderes y financieros dispuestos a hincar sus dientes y sacarle tajadas a ese inédito y privilegiado rincón que la Naturaleza había regalado a Chiclana, mi querida tierra natal. Hoy se alzan urbanizaciones, campos de golf y “cinco estrellas” donde entonces se extendían unos viñedos que llenaban sus bodegas y las más importantes de Jerez.  

En varias ocasiones, durante las noches veraniegas, un grupo de amigos nos acercábamos a la playa y celebrábamos una especie de “aquelarre” flamenco, alrededor de una hoguera que no nos era difícil mantener viva con esa variada foresta en nuestro entorno. El organizador de estos eventos, nuestro gran amigo Antonio Marín, hombre inquieto y excelente anfitrión, que se movía como pez en el agua por los entresijos del arte y la cultura y que siempre estaba dispuesto a aportar su granito y no precisamente de arena, en toda fiesta o reunión.

Maribel y yo siempre le estaremos agradecidos por sus constantes atenciones y demostraciones de afecto. Otro fijo era Juan Martínez, que no dudaba en robar un pavo en su propia casa, para que muerto y no sé si muy bien pelado, sirviera de alimento a tan dinámicos duendes de la noche. La hoguera no solo alumbraba la oscuridad, sino que servía para el guiso de la “plumífera” ave que, justo es reconocerlo, las prisas y nuestra escasa experiencia en el arte culinario, no lograban ablandar lo suficiente.

Pero con el vinillo de la tierra, de elaboración natural y súper cuidada, nos parecía el manjar más exquisito. Como simple curiosidad, en aquellas fechas había noventa y seis bodegas declaradas como industria en Chiclana. Hoy no sé si llegarán a diez.

LUCÍA, CAMARÓN, RANCAPINO Y FARINA

Lo más destacado y deseado era oír y presenciar al desaparecido Paco de Lucía “maravillear” los cielos con la magia de su guitarra, mientras Camarón de la Isla o Rancapino, cantaban sus bulerías o fandangos y el Cojo Farina, soportando su dolencia, se lanzaba a un baile frenético, impulsivo y electrizante clavando con fuerza y valor  sus altos tacones de bailaor gitano sobre la arena una y otra vez. 

Ni el teatro más importante podría haber reunido en tan mágico escenario a un conjunto artístico tan excepcional. Y todo, esto es lo más grande, sin que ninguno cobrara una peseta por darnos tanto arte en un escenario tan peculiar y subyugante. Milagros de la amistad y el señorío de una tierra a la que tanto amo y tanto debo.

Recuerdo entre los reunidos a mi amigo y paisano Fernando Quiñones, autor del prólogo de mi primer libro sobre Chiclana; al elegante Manolito Romero, dueño de media Barrosa, que parceló y vendió, casado con una de las bellezas de la ciudad y al que le hacían sus trajes a medida en Londres, donde viajaba cada vez que necesitaba renovar su armario. A Lolo Andrades, poeta de Madrid, y a Casilda Varela Ampuero, hija del bilaureado general de la Isla, que se casó posteriormente con Paco de Lucía,  aunque acabaron separándose.

Fueron momentos inolvidables, mágicos, inigualables, que la muerte de este gran artista me ha recordado y revivido.


4 comentarios:

  1. Cuando una persona muere y mas siendo artista pues todo el mundo lo siente e incluso se les perdona por aquello de que han muerto,pero algunos o muchos tambien recordamos que desafortunadamente los que has nombrado de tus noches en la barrosa no han sido unos "angelitos"precisamente.Como artistas,sin discusion,pero como personas..........pues como que no.

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  2. Amigo Anónimo: Mi articulo es un gomenaje y recuerdo póstumo a un artista universal y a unas biches inolvidables en esa incomparable playa, La conducta de cada cual fuera de ese entorno que intento descrubir, nio es mi iobjetivo, si me considero con atribuciones para juzgar a nadie, por aquello de "que tire la primera opiedra el que esté libre de pecados. Yo describo unas circunstancias inihualables en mis recuerdos y a una serie de personas que copnmigo se portaron de maravilla. No escribo para juzgar a persiobnas, sino para exponer hechos de los que fui afortunado protagonista. Siento que algunos no hayan dado la talla en tus circunstancias. He tenido y sigo teniendo auténticos desengaños y desaires en ese pueblo que siempre he amado tanto y del que siempre he hablado bien y emocionado y por ellos, no pienso perder la adoración y el cariño que siento por esta tierra donde tuve el privilegio de nacer. Un saludo cordial

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  3. Quiero excusarme, ya que con las prisas he tenido alguinas incorrecciones en el texto. He puesto "biches" inolvidables, donde quise decir, "noches" También que digo "·si" me considero con atribuciones,para juzgar, cuando quería decir "no" me considero. Ni he querido escribir circunstancias "inihualqbles, cuando eran circunstancias inigualables. Ocurre asimismo con "persiobnas·. cuando el lector habrá entendido "personas.

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  4. Me ha gustado mucho este artículo Félix. Gracias por compartir tus recuerdos, y más, desde la más honda sinceridad. Donde parece que vas a encumbrar al gran Paco de Lucía, en realidad, terminas ensalzando a nuestra playa. La Barrosa, como todos la conocimos y de la que aun, pese a las barbaridades cometidas sobre ella, seguimos disfrutando y queriendo. En cuanto al Génio de la guitarra, imagínate, que en todas las ponencias y clases magistrales que se realizan en todo mundo sobre la guitarra en el flamenco; como ejemplo de obra maestra no ponen ese "Entre dos Aguas" que se comercializó en España en el 74, cuando Paco ya llevaba años pisando los grandes escenarios de los mejores teatros de todo el mundo junto a los mejores músicos de todos los estilos. En esas clases, siempre pone unas alegrías de Paco tituladas "La Barrosa"; por englobar toda la técnica de la guitarra flamenca y estar interpretada magistralmente. Nuestra playa fue la gran inspiración del Maestro para componer este tema y es que es fuente de inspiración para cualquier persona que la pise. Un abrazo desde tu tierra.

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