Busco un político honesto

Félix Arbolí [colaboraciones].-

  
Nunca me ha llamado la atención la política, pero sí me he sensibilizado con los problemas sociales que a diario sacuden nuestras conciencias. Algo que a nuestros políticos y no hago distinciones, parece no preocuparle. Y sin embargo los votan a millones.

Me enerva cuando veo salones y otros espacios, llenos de un público crédulo y entregado a lo que le cuenta el político de turno y me avergüenza considerarme semejante a esa masa que tiene más de manada borreguera que de personas en plenas facultades mentales.

No he asistido en mis 82 años de vida (el próximo día 13 serán 83) a ningún mitin, concentración o cita donde unos señores expertos en la verborrea y familiarizados con la mentira dirigen a los blandos de “entendederas”, a través de unas filípicas con más hipocresía que convencimiento y más enjundia que razones. 

El pueblo es fácil de manejar y engañar. Tiene la misma ingenuidad que un chico con zapatos nuevos cuando se encuentran ante estos nuevos y mesiánicos mensajeros de la revancha, la lucha y el rencor, que nada tiene que ver con la igualdad de clases y las promesas de un paraíso que ni Milton fue capaz de encontrar.

No hay campañas donde no se vea al político de turno besando a los críos que les ponen a su alcance, -a los que cuando llegan al poder, dejarán desatendidos,  porque las partidas que se debían utilizar para fines sociales y darles de comer, han volado a cuentas opacas y paraísos fiscales.

BUITRES DE DISTINTOS COLORES

Al llegar los tiempos de elecciones, estos buitres de tan distintos colores y siglas, revolotearán sobre la masa alardeando de sus habilidades para sacarnos del trance, aunque callen ladinamente que lo harán hundiéndolos aún más en a miseria. Y en tantos años de democracia, aún seguimos creyendo en los políticos con la misma inocencia que nuestros hijos en los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez.

Y los avispados de turno, los que manejan nuestras mentes y dirigen nuestras voluntades, lo saben y nos aprovechan. Somos marionetas en manos del “listillo” de la pandilla que vive a lo grande con solo tirar del hilo de nuestras vidas en una u otra dirección.

Yo quisiera encontrar ese político que no quiere gobernar, pero se siente obligado a ello, sacrificándose ante las circunstancias que vive el país. El que sirve al pueblo por mandato y designación unánime y sin fisuras ante el amor a la Patria y el bienestar de todos  los ciudadanos. El que antepone los intereses del pueblo y la solución de sus problemas por encima de los suyos propios y tiene la decencia de no enchufar o designar a ningún pariente, hijo incluido, aunque se encuentre plenamente preparado para ello, para evitar críticas y sospechas.

El que creyente o ateo, no utiliza el odio y las diferencias religiosas en sus campañas y mucho menos en sus medidas políticas. La tolerancia y el respeto en lo que nos debe distinguir de bárbaros y talibanes. Busco a ese “raro espécimen”, capaz de experimentar por una sola semana como vive el pueblo, al someterse a sus condiciones y estrecheces y saber de primera mano la mejor manera de distribuir los presupuestos.

POLÍTICO MILAGRO

El que respeta a su opositor y acepta de buen grado las ayudas e ideas que éste le  ofrezca y considere beneficiosas para la mayoría, sin tener el menor interés en ocultar su procedencia.  El que sufre con los problemas de los más débiles y no le tiembla su mano al  restar parte de lo mucho que les sobra a algunos para aliviar la penuria a los que nada tienen. No puede haber cada día mayor número de ricos por corrupciones y malas artes y muchos más pobres de solemnidad porque les han privado hasta del derecho a poder respirar dentro de unas paredes y un techo  y dormir con algo sólido en su estómago.

Busco a ese político milagro, como Diógenes el cínico buscaba un hombre con un farol encendido por las calles de Sinope, y no lo encontró. Hay muchos carcamales y herederos de apellidos unidos al poder desde los tiempos de María Castaña. 

Nuevos leones de pelos sueltos cuyos rugidos solo hacen mella en los que piensan que todo se arregla por las bravas y al estilo lamentable de Grecia, y los que prometen y no dejan de prometer lo que saben jamás podrán cumplir y viven del poder y la corrupción más descarada y menos castigada.

Sin olvidar a los que esperan pacientes que se cansen los veteranos y les ofrezcan su merecida oportunidad de implantar su decencia y eficacia, con una honradez acrisolada y con unas ganas enormes de servir al pueblo y dar lo mejor de sí mismos a España y los españoles.

Esos que rigen anónimos municipios de los que nadie habla, porque la honradez y honestidad en este país es más rémora que virtud. Porque hay demasiados intereses en las altas esferas del poder y no consienten que los honestos y dignos los deje a todos con el culo al aire. Perdón.