Cristina Medina y su “Sólala”, claros y oscuros

La parte dedicada al cine mudo fue excelente, con gran ritmo e interpretación; la de los chistes dejó bastante que desear.-

La semana pasada les dábamos cuenta de la actuación de Alberto San Juan en los “Miércoles de teatro”. Lo que nos ofreció estaba muy por debajo de su prestigio y mostrábamos nuestro recelo ante lo que habría una semana más tarde, sobre todo porque de nuevo teníamos a otro famoso, famosa esta vez, de actualidad en la tele en una serie que bate marcas de audiencia, “La que se avecina”. Ella es Cristina Medina, la que interpretaba a Nines. Los recelos fueron fundados.

La obra que trajo la compañía “Pez en raya” lleva una decena de años rodando por los teatros de España y del extranjero, habiendo recibido varios premios. Esto en principio es positivo, ya que esperas que lo que te ofrezcan tenga calidad. No sé si lo que vimos en el “Teatro Moderno” el pasado miércoles es lo que ha hecho siempre o ha cambiado algo, llevada por su actual fama televisiva.

¿Por qué decimos esto? Pues porque “Sólala” es teatro, del bueno, mezclado con gags que no tienen nada que ver con lo que decíamos antes, más parecido al Club de la Comedia –de nuevo el famoso club-, donde, además, el público ya va predispuesto a reír y aplaudir aunque no haya motivo para ello.

PROSCENIO Y ESCENARIO

“Sólala” tiene dos partes muy diferenciadas. Lo que hace en el proscenio, a telón cerrado, y lo que representa con éste abierto, en el escenario propiamente dicho. Lo primero es larguísimo, pesado, con algún toque gracioso pero que no justifica casi media hora vestida de boxeadora, guantes incluidos, y bata.

El comienzo fue bailando flamenco al estilo Lola Flores, pero intentando ser graciosa, que no quedó mal. Después, charla con el público, chistes, risas exageradas de algunos espectadores y así durante veinte minutos.

Algo parecido volvió a hacer después de su primera incursión teatral, menos tiempo, y sin nada que justificase ese parón de la obra que estaba representando, para volver otra vez a hacer teatro de verdad.

CINE MUDO EN VIVO

Y ahora hablemos de lo que realmente mereció la pena. En el escenario había una pantalla, en la que nos ponían los comentarios que hacía la pobre Mary Lonli, con cinco hijos y con su marido en la guerra, que no tiene para pagar la casa ni para casi nada.  Como en las películas mudas que veíamos de niños.

Cristina Medina aquí sí demostró lo buena actriz que es, porque no es fácil llevar al teatro el cine silente, ya que debes moverte con la misma rapidez que vemos en esos filmes, y para ello es imprescindible una excelente forma física y un gran trabajo actoral y Cristina lo tiene.

Hubo momentos mágicos, sobre todo cuando salía su casero, un muñeco en una silla de ruedas que parecía que era una persona de verdad. La escena haciendo el amor encima de la mesa fue de lo mejor de la escenificación. También hubo magia y teatro de sombras.

MEJOR POCO Y BUENO

También fueron importantes las proyecciones, mezclando lo real con lo filmado, teniendo un final muy “chaplinesco”, alejándose de la pantalla de espaldas. Estas dos partes de las cuatro que tenía la obra sí fueron teatro, y del bueno, un bonito homenaje al cine primigenio y al de la comedia en especial. Una pena las otras dos, que no venían a cuento y que no tenían relación alguna entre ellas.

Sólo hay una explicación, que la parte del teatro fuera corto y había que alargar la pieza hasta la hora y diez, pero es mejor cuarenta minutos de calidad y con un gran ritmo, que setenta con estos dos apéndices que desbaratan el espectáculo y te cortan la comunicación con el espectador y la obra en sí.

Con Alberto San Juan tuvimos un fiasco y con Cristina Medina, medio. Esperemos que “La venganza de Don Mendo”, por la compañía malagueña de títeres “El espejo negro”, nos quite esa acidez teatral de las dos primeras jornadas.