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Terrorismo y armamento

 
Francisco M. Navas [colaboraciones].-

El terror es una categoría del miedo que supera la racionalidad. Si manifestamos que algo nos da miedo, estamos admitiendo en cierta forma que algo nos sobrecoge, aunque al mismo tiempo reconocemos que está en nuestra mano evitarlo. El terror simplemente sobrepasa nuestra voluntad y nos arrolla con sus consecuencias.

En caso de terror infundado, nuestro cuerpo y nuestra mente sufren una parálisis, un bloqueo del que nos tienen que sacar otros. Si el terror es fundado, además, puede acarrearnos secuelas físicas y psíquicas irreparables.

Cuando se pretende intimidar a un individuo o a una colectividad, el manejo de los resortes del terror resulta imprescindible: atemporalidad, sorpresa, indistinción de sujetos, intencionalidad manifiesta de causar daño. Si alguien nos amenaza con un cuchillo de goma, puede que tan sólo nos produzca risa.
Si se nos amenaza permanentemente con ser blanco de disparos, explosiones, secuestros, asaltos o ataques contra nuestra integridad física, a cualquier hora, en cualquier lugar, seguramente el terror se apoderará de nosotros.

FRAGILIDAD ANTE EL TERRORISMO


Afortunadamente, nuestro cerebro no está preparado para permanecer continuamente en tensión frente al terror. Nuestra respuesta emocional de defensa ante una posible agresión se va diluyendo con el paso del tiempo, e incluso aunque permanezca en nuestro subconsciente, podemos retomar, tras un episodio de terror, nuestra vida normal en mayor o menor medida sin tener conciencia permanente de nuestra fragilidad ante el fenómeno terrorista.

Sólo así se comprende el hecho de que la gente siga subiéndose a aviones o trenes, siga viajando a países potencialmente peligrosos, siga frecuentando discotecas o siga asistiendo a cualquier clase de evento multitudinario, escenario, por otra parte, preferido por aquellos que desean llevar a cabo un acto terrorista.

Los atentados de París no son sino el penúltimo eslabón de una cadena de atentados terroristas que pretenden cambiar nuestras creencias y nuestro modelo de vida. La ecuación, tal y como la plantean los terroristas, es bien sencilla: si no piensas como yo, si no te sometes física e intelectualmente a mí, puedo hacerte mucho daño e incluso producirte la muerte.

Como planteamiento resulta absolutamente absurdo e inútil, pues los comportamientos humanos suelen cambiar a raíz de una profunda reflexión dialéctica entre dos personas o grupos que piensan diferente y que, al finalizar el debate, asumen ambos la postura de uno de ellos, acuerdan una postura intermedia o llegan a la conclusión de que no están de acuerdo en nada. 

BOLSAS DE POBREZA

El terrorismo del atentado y de la bomba surge de otro tipo de terrorismo soterrado y admitido de una u otra manera por todos nosotros, a saber, el terrorismo de la miseria y de la ignorancia. Son las inmensas bolsas de pobreza que seguimos manteniendo en nuestro planeta, sobre las cuales hemos levantado nuestra prosperidad, los principales semilleros permanentes de terroristas en potencia.

Si al que nada tiene que perder le das un sueldo y un arma, si al que no tiene esperanza alguna de vida le prometes el paraíso si muere luchando contra sus enemigos, convirtiendo su desesperación en fanatismo y sensación de poder, acabas de fabricar un terrorista.

Curiosamente, la gran masa adoctrinada de terroristas dispuestos a inmolarse en cualquier parte es dirigida y manejada por un reducido grupo de ideólogos que nunca van a colocarse en primera línea de fuego. Ellos planifican, organizan, disponen, pero en ningún caso arriesgan sus vidas. En multitud de ocasiones provienen de familias adineradas, poseen estudios y seguramente saben mejor que nadie que persiguen una quimera irrealizable.

Conocen la importancia de la financiación necesaria para sus campañas de terror, y reciben importantes sumas de dinero de países de ideología afín, interesados sobre todo en que, a cambio del dinero que aportan, los actos terroristas nunca se produzcan en su territorio.

DESCONOCIMIENTO DEL ISLAM

Nuestro desconocimiento sobre el Islam es tan grande que ni siquiera nos molestamos en documentarnos mínimamente a la hora de hablar de él. Acabo de ojear un artículo de Europa Press del año 2014 relativo a las diferencias ideológicas entre sunníes y chiíes, en el que se dice textualmente que el Islam tiene 400 años de antigüedad.

Si Mahoma levantara la cabeza, se caería de espaldas de nuevo: el nacimiento del Islam como doctrina religiosa se fecha en el año de la Hégira, el 622 después del nacimiento de Cristo, esto es, hace exactamente 1393 años, no 400 años cumplidos en 2014.
El asesinato de personas inocentes en nombre de una ideología religiosa o política es consustancial con el género humano. Nosotros, en nombre de la religión católica, llegamos a exterminar a tribus enteras que habitaban en lo que hoy conocemos como Hispanoamérica. Hitler asesinó a más de seis millones de judíos so pretexto de purificar la raza aria.

Franco, una vez finalizada la guerra civil, se dedicó a torturar y a asesinar a tantos miles de personas que Heinrich Himler, lugarteniente de Hitler, en una visita a España en el año mil novecientos cuarenta desaprobó, por motivos “prácticos”, este elevado número de ejecuciones, pues pondrían a la mayoría de la población en contra del Régimen. Stalin, o Mao Tse Tung son otros ejemplos de la aplicación sistemática y masiva del terror.

VENTAS DE ARMAS

Ahora bien, detrás de todo aparato ideológico, lo que subyace de manera más o menos explícita es, simple y llanamente, el dinero. Todos nos escandalizamos a diario con las escenas de miseria y hambre en África, sin pararnos a pensar en que precisamente gracias a ello obtenemos las materias primas indispensables para nuestro bienestar cotidiano.

Todos condenamos los atentados terroristas, sean del signo que sean, o las guerras, combatan quienes combatan, pero muy pocos nos molestamos en indagar quién vende las armas con las que esos contendientes se matan, o a quien se compran los explosivos con los que atentan contra nosotros.

Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, Reino Unido y China, por ese orden, se llevan la palma en el sustancioso negocio de la venta de armas. España no se queda atrás.

NO OLVIDAR LA HISTORIA

Si en 2001 vendimos armas por valor de 7 millones de euros, en 2010 pasamos a vender armas por valor de 513 millones. Resulta paradójico que los que atentan contra nosotros lo hagan con armas y explosivos que nosotros mismos, directamente o a través de intermediarios, les vendemos.

El terror no se combate suspendiendo partidos de fútbol. Ni retirando al presidente de la República discretamente del partido mientras miles de personas permanecen ajenas al peligro. El terror se combate con pan, con agua, con ropa y calzado, con educación, con sanidad, con cemento y ladrillos para construir hogares en vez de con bombas para destruirlos, con libertad de pensamiento y con respeto a lo que piensen los demás.

Poco hemos aprendido desde el nacimiento de la filosofía en Grecia. Y por desgracia, si olvidamos las lecciones que nos da la Historia, estamos condenados a repetir nuestros errores.        
   
       





1 comentario:

  1. cuando en cualquier pais del mundo sale un terrorista pegando tiros y matando gente, esta armado con un fucil de asalto kalashmikov nunca
    dicen lleva un fucil cetme como criminales se olvida de enrique lister de
    valentin gonzales y del criminal mas criminal santiago carrillo marquez de
    parcuello del jarama que casualidad todos de izquierda bien bien bien

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