Mis dos encuentros con Juan Carlos
FĂ©lix ArbolĂ [colaboraciones].-
He tenido dos encuentros personales y privados con Juan Carlos, siendo aĂşn prĂncipe. Lo tuve tambiĂ©n con sus padres los Condes de Barcelona, pero epistolar y cuando residĂan en Villa Giralda, en Estoril. Conservo sus respuestas y hasta una foto firmada por toda la familia. Don Juan, padre, jamás dejaba una carta sin contestar. Era un hábil maestro en el arte del protocolo y la cortesĂa.
Entonces me caĂa muy simpática esta familia, pues la considerada representativa de la esencia histĂłrica española e intentaba compensar de alguna manera el que fuera tan poco considerada en los tiempos franquistas. No soy monárquico, ni he sentido ese ideal. En esto como en los partidos polĂticos, admiro y elijo a las personas por su manera de actuar y no por la ideologĂa o estamento al que representa.
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En sus primeros tiempos fui Juan Carlista y en los Ăşltimos me he pasado de momento al Felipismo. Mañana, solo Dios lo sabe. Mi madre sĂ me hablaba y con cariño de Alfonso XIII, aunque no mencionara sus devaneos amorosos al más puro estilo borbĂłnico. Ella en ese aspecto era bastante estricta y no querĂa que yo asociara a la figura de su añorado monarca, al progenitor de tanto bastardo y al hombre que no tuvo mucha suerte como esposo, padre y permanente aspirante a la Corona.
Mi primera entrevista con Juan Carlos fue en una tienta taurina en la finca de Amelia PĂ©rez Tabernero, de cuyo hijo Julio era amigo y me invitĂł. AsistiĂł con SofĂa y tambiĂ©n figuraba AgustĂn de Foxá, entonces gobernador civil de Toledo, en cuya provincia se hallaba la finca.
CHARLA CON EL PRĂŤNCIPE
Tentaba las vaquillas el inolvidable maestro Antonio Bienvenida, al que tuve el placer de conocer y me invitĂł a que fuera a su casa a hacerle una entrevista a su padre, el llamado “Papa Negro”, fundador de la famosa dinastĂa. Fue la Ăşltima que le hicieron, pues muriĂł al poco tiempo. Guardo una de sus Ăşltimas fotos.
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Él me hablaba de tĂş y yo a Ă©l de usted. HabĂa llevado a mi fotĂłgrafo. Cuando una de las veces, Juan Carlos advirtiĂł que estaban haciĂ©ndonos fotos, se sintiĂł algo sorprendido, ya que era una fiesta privada y no habĂa ninguna otra cámara. Le dije que venĂa conmigo, porque yo aparte de amigo del anfitriĂłn, era periodista. No se incomodĂł y el amigo Garrote, continuĂł con su trabajo.
Las fotos y nuestra larga y solitaria conversaciĂłn se publicĂł en varios medios y “DĂgame”, la entonces prestigiosa revista, lo dio en su portada. Recuerdo que en un viaje a Chiclana, Pepe Navarro, mi gran amigo, el fundador de la imprenta y librerĂa donde tanto me apreciaban entonces, me enseñó un ejemplar que guardaba como recuerdo.
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ROCIEROS DE HONOR
Cuando terminĂł la tienta, la dueña de la finca tenĂa preparada un esplĂ©ndido ágape para sus Altezas e invitados, que presentaron a la princesa, quiĂ©n poco amiga de “cornĂşpetas”, se habĂa quedado con el resto de señoras en una dependencia aparte. Nos fuimos todos al buffet y nada más alzar la copa Juan Carlos para un brindis, se le acercĂł rápido uno de los ayudantes y le susurrĂł algo al oĂdo.
No sĂ© que le dijo, pero soltĂł la copa, sin haber bebido y se excusĂł diciĂ©ndonos que tenĂan que marcharse. Nos quedamos todos algo incomodados y sin saber quĂ© decir ni quĂ© hacer. Fue Amelia, la dueña de la finca, la que dijo que si ellos no querĂan disfrutar de lo expuesto, el resto sĂ lo Ăbamos a hacer y entre cábalas, indiscreciones y conjeturas dimos cuenta de tan exquisita exhibiciĂłn y buen “yantar”.
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El ágape lo pagĂł González Byass, con la que entonces trabajaba publicitariamente. Estando esperando la llegada de los prĂncipes a la puerta de la iglesia, despuĂ©s de llevar un buen rato observándome, se me acercĂł un señor, que se identificĂł como policĂa, para pedirme la documentaciĂłn. Se excusĂł y me informĂł que como me veĂa dando vueltas junto a la entrada, le habĂa llamado la atenciĂłn y quiso saber la razĂłn de mi presencia.
EL VEREDICTO DE LA HISTORIA
No volvĂ a tener relaciĂłn alguna con Juan Carlos. Es más, cuando terminamos periodismo, en una promociĂłn en la que figuraban como compañeros MatĂas Prats y David Cubero hijos, MarĂa Escario, Alfonso Paso, Rafael Muñoz Lorente y hasta un coronel de Intendencia de Marina con el que mantenĂa buenas relaciones en el ministerio, escribĂ a la Casa Real solicitando audiencia por ser Ă©sa la Ăşltima
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Para mi Juan Carlos es una figura que pasará a la Historia bajo muy diferentes conceptos. Para algunos será el Rey de la TransiciĂłn –se lleva mucho este tĂ©rmino-, para otros, el heredero de Franco, habrán quienes lo califiquen de mujeriego incorregible y nada ejemplar esposo e incluso tendrá los que no olviden sus detalles de sencillez y campechanĂa del que dio mĂşltiples muestras y el saber “lidiar” con los miuras de la izquierda más radicalizada y la derecha más obsoleta y obcecada.
Al final, no sĂ© cuál será el veredicto de la Historia, yo solo puedo aclarar que aquel joven tan lleno de sanas intenciones, ilusionado con el futuro y sin protocolos en su manera de tratar al que a Ă©l se acercaba, que conocĂ y con el que hablĂ© en esa tienta, nada tenĂa que ver con ese hombre gastado y lesionado al que el tiempo y el destino han convertido.
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