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El número de los indecisos en infinito


Félix de la Fuente [colaboraciones].-

En un momento de tantos problemas sociales y en el que los jóvenes están enormemente preocupados por su futuro y los padres angustiados por sus hijos, en España no hay otro tema ni otro problema más que Cataluña y en Europa sólo se habla del Brexit. Es lógico, por tanto, que seamos tantos los millones de desilusionados y de indecisos que pasemos de los partidos políticos.

Pero el hecho de que no sepamos o no queramos votar por ninguno de los partidos, no quiere decir que no sepamos qué España y qué Europa queremos. Todos queremos una España y una Europa sociales, una Europa y una España solidarias, en la que los ciudadanos tengamos cubiertas, al menos, las necesidades más elementales.

Éstas, que son las prioridades de los ciudadanos normales, ¿son las prioridades de los partidos? Quizás, teóricamente sí, pero sólo teóricamente, pues para ello unos partidos proponen subir los impuestos o aumentar las ayudas sociales, sin saber siquiera si esto no va a repercutir negativamente en la creación de empleo y, por tanto, perjudicar precisamente a quienes pretenden ayudar. Y no sería la primera vez que esto sucede.

Y otros bajar los impuestos, sin saber si va a haber dinero suficiente para las necesidades sociales o estaremos obligados a mayores recortes. Y no dudo de que tanto unos como otros tengan buenas intenciones. Pero los simples ciudadanos estamos realmente sorprendidos de que no empiecen haciendo lo que en casos de crisis hace toda familia normal: recortar gastos inútiles.

GASTO INNECESARIO

Lo curioso es que lo que para el ciudadano normal es un gasto inútil, para los partidos políticos es necesario. Por citar un ejemplo solamente: a nivel europeo y nacional los ciudadanos normales no comprendemos que sean necesarias en una misma ciudad embajadas de las autonomías, de los países y, encima, de la UE, en lugar de unificar las tres.

Y a nivel nacional los partidos ven como necesarios los cientos de miles de cargos políticos e instituciones, empezando por el Consejo de Estado, cargos e instituciones que para los ciudadanos de a pie son innecesarios. ¿Es que a nadie se le ocurre suprimir gastos inútiles?

Con todos los que se insultan, con todas las diferencias ideológicas que tienen entre sí los partidos políticos, no tardan en ponerse mutuamente de acuerdo cuando se trata de sus prioridades económicas (véase su subida de sueldo). En ese campo todos hablan el mismo idioma. Pero ¿es ese el idioma de los ciudadanos?

Y, a pesar de todo, precisamente porque creemos en la democracia y porque estamos convencidos de la necesidad de la auténtica UE, debemos votar y vamos a votar, aunque nada más sea para echarlos.

 

 

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