Las fresas de Huelva y la Unión Europea
Félix de la Fuente [colaboraciones].-
Con este título quiero decir claramente que me voy a limitar única y exclusivamente al derecho o al deber de la UE, para examinar todo lo relacionado con la producción de la fresa en la provincia de Huelva, sin pretender, por mi parte, ni emitir un juicio sobre la situación, ni culpabilizar a nadie, pues no conozco los verdaderos hechos -me da la impresión de que tampoco la conocen la mayoría de los políticos que hablan de ella- y, además, estamos ante un asunto muy complejo que requiere un estudio profundo y que, por tanto, no se pueda tratar a la ligera.
¿Puede la Comisión Europea controlar todo el proceso de producción de la fresa del entorno de Doñana? ¿Se les puede prohibir a los miembros del Bundestag alemán venir a nuestro país y llegar hasta Huelva para informarse de la situación? Hay que tener en cuenta que todo lo relacionado con la agricultura es competencia tanto de la UE, como de los Estados miembros.
Hace ya mucho tiempo que está en marcha la Política Agrícola Común (la PAC), y hace ya mucho tiempo que tenemos un mercado interior de toda la UE o lo que es lo mismo “un espacio sin fronteras interiores, en el que la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales estará garantizada de acuerdo con las disposiciones de los Tratados“.
Y este mercado Interior abarca “la agricultura, la pesca y el comercio de los productos agrícolas. Por productos agrícolas se entienden los productos de la tierra, de la ganadería y de la pesca, así como los productos de primera transformación directamente relacionados con aquéllos”.
INFORMARSE ANTES DE CRITICAR
No se puede hablar, por tanto, ni de un mercado agrícola nacional, ni de una soberanía española en este campo, que pueda prohibir la intervención de un organismo de la UE o de un ciudadano u organismo de cualquier país de la UE. Y dentro de este mercado agrícola interior de toda la UE estamos los consumidores, con derecho a ser informados y a informarnos directamente en todo lo relacionado con la agricultura y productos agrícolas.
Por tanto, el que unos diputados alemanes hayan querido informarse de lo que ocurre en Doñana está dentro de la normalidad, como lo estaría, si los españoles quisiéramos informarnos del cultivo de la patata en Alemania. Y teniendo en cuenta la campaña de boicot promovida en Alemania por el movimiento Campact contra la fresa de Huelva, es lógico que hayan querido tener una visión completa de la problemática.
Creo que es un ejemplo que podrían seguir nuestros políticos ante cualquier problema de los ciudadanos: primero informarse, después dialogar y, si no llegan a entenderse entre sí, por fin criticarse. El hecho de que tanto la UE como los ciudadanos de la Unión puedan supervisar la producción de cualquier producto agrícola español es para mí una mayor garantía que la supervisión de nuestras propias instituciones políticas, claro está, siempre que esta supervisión se haga con criterios científicos y objetivos y no por intereses partidistas o de empresas multinacionales.
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