Vergüenza
Francisco M. Navas [colaboraciones].-
Nadie duda que vivimos tiempos convulsos y confusos. Cada mañana nos despertamos con un nuevo sobresalto, con una nueva tropelía, con la exposición implacable de unos medios de comunicación que nos relatan, segundo a segundo, cuantas desgracias acontecen a nuestro alrededor.
La información, dosificada, tratada con criterio y con mesura, educa a la ciudadanía. La avalancha continua de desgracias, robos, asesinatos, matanzas, guerras o catástrofes naturales acaba por inmunizarnos contra todo y contra todos. Podemos desayunarnos tranquilamente mientras contemplamos un bombardeo en Gaza, o una matanza en Ucrania.
Y mientras tanto, los noticieros persisten en la búsqueda permanentemente de nuestra implicación en todo cuanto se nos muestra, como si estuviese en nuestra mano corregir el curso de los acontecimientos.
Hace ya bastante tiempo que se han desdibujado totalmente las fronteras de las diferentes ideologías. Si Carlos Marx levantara la cabeza, de seguro que no escribiría de nuevo El Capital, porque las corrientes políticas de centro, izquierda y derecha, todas, huelen a podrido.
PARTIDOS IMPREGNADOS DE CORRUPCIÓN
A la ciudadanía, cada día más perpleja ante el desolador panorama que se le muestra, tan sólo se le concede la capacidad de votar cada cuatro años, a unos partidos políticos absolutamente impregnados de corrupción por los cuatro costados, sabiendo de antemano que siempre nos venderán un supuesto cambio para que, en realidad, todo siga igual.
Los integrantes de la clase política española nos engañan a diario con sus aparentes enfrentamientos, con sus enconadas pullas, con sus insultos gratuitos, con su absoluta carencia de ética personal. Una vez fuera de los focos mediáticos, de las cámaras de televisión, sonríen juntos, almuerzan juntos, cenan juntos y se conjuran para que no les falten esos inmensos privilegios de los que disfrutan a diario. Ha nacido una nueva y privilegiada clase social: la clase política.
Ni
siquiera disimulan a la hora de incumplir las leyes, y si encuentran algún
obstáculo, alguna interferencia a sus planteamientos, bien se encargan de
diseñar una estrategia para sortearlos con éxito. No se les cae la cara de
vergüenza defendiendo hoy como blanco lo que ayer era negro, y aunque se llenan
la boca de patriotismo, con su comportamiento corrupto ensucian a diario el
nombre de España, ese país del que se presentan como máximos defensores. En
definitiva, nos convierten en el hazmerreir de nuestros vecinos europeos.
Mis reflexiones, a pesar del tono aparentemente pesimista son, créanme, realistas. A veces, cuando contemplo el panorama político que nos rodea, tengo que retrotraerme a conceptos que aprendí de mis padres, desde muy pequeño, grabados a sangre y fuego porque ellos predicaban constantemente con el ejemplo. Frente al sálvese quien pueda, solidaridad; frente al roba, porque todo el mundo roba, honradez; frente al todo vale, a fin de conseguir lo que quieres, generosidad en tus logros, y humildad en tus derrotas.
NOS GOBIERNAN UNA MANADA DE ENGRENDROS
Y siempre, como mi madre no se cansaba de repetirnos: “La verdad, incluso contra tu padre”, persona a la que amaba y respetaba más que a nadie en el mundo, porque era un hombre íntegro, cabal, generoso, humilde y bueno.
Yo no sé de qué clase de familias han salido esta manada de engendros que nos gobiernan, ni que han aprendido de sus abuelos y abuelas. Me repugna verlos a diario pavoneándose, gesticulando, sentando cátedra, cuando la mayoría de ellos no sirve ni para pegar un sello. Frente a la virtud de callar o de escuchar, practican a conciencia el vicio de parlotear, de mentir, asegurándonos continuamente que se están dejando la piel en su trabajo, cuando nunca han conocido el verdadero significado de esa palabra.
Todos ellos me producen, en definitiva, un profundo sentimiento de vergüenza, porque teniendo en sus manos la resolución de los problemas de la gente de a pie, tan sólo se preocupan de trepar, quién sabe cómo y a costa de qué, en sus respectivos partidos políticos, para escalar algunos puestos en las futuras listas electorales que tal vez acaben convirtiéndolos en nuestros futuros gobernantes. Repito: de vergüenza.
Si Señor... Me ha encantado leer tu articulo, lo has bordado, todo verdad, no hay nada falso, será capaz alguien, decir que no coincide con tus opiniones, a ver si se les cae la cara de vergüenza a algunos de estos politiquillos, por no decir a todos, creo no se les caerá, pues no la conocen, de VERGÜENZA.
ResponderEliminarGenial el articulo y por desgracia muy en desuso todo lo que se espera y no vemos, y no es de una generación temprana ni falta de educación, sino desgastada en valores, si algun dia los tuvieron, y cegadas por la ambición, dinero y poder. Muy buen artículo y me identifico mucho con lo de "la verdad, incluso contra tu padre, por respeto a los demás, por respeto a uno mismo y porque así debe ser, y porque, más pronto que tarde, la verdad siempre sale. Buen título para una sensación que se está haciendo cotidiana, "Verguenza", con un buen puñaito de "hastío".
ResponderEliminarLo mejor que he leído em mucho tiempo, ojalá la mayoría de españoles dejara de ser una manada de borregos.
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