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Los muros de Berlín

Félix de la Fuente [colaboraciones].-

Sesenta y tres años han pasado desde aquella fatídica fecha del 13 de agosto de 1961, en la que millones de familias y berlineses quedaron atrapados como en una jaula dentro de una parte de la ciudad por decisión del gobierno de un país que se autodenominaba República Democrática (DDR), con la consiguiente desesperación, los 140 muertos a lo largo de la historia del muro y el enfrentamiento entre dos mundos.

Veintiocho años después cayó el muro, y pensamos que con él desaparecería dicho enfrentamiento, Pero no. El enfrentamiento ha seguido y la guerra ha continuado hasta nuestros días. El muro de Berlín fue derruido, pero siguen en pie muchos muros  e incluso se están construyendo otros nuevos (entre los Estados Unidos y México), muros que están causando más muertes que el muro de Berlín.

Muros son todos esos fosos marinos que rodean el castillo llamado Europa y el mundo desarrollado. Muro es toda esa pobreza que impide a millones de ciudadanos llevar una vida humanamente digna y a los niños tener acceso a la tecnología moderna. Muros son todos esos bajos sueldos que impiden a los jóvenes y a las familias tener una vivienda digna.

Muros son todos esos privilegios de que gozan los políticos y sus allegados y que trazan una línea divisoria entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Muro es también el fanatismo, tanto religioso como el lingüístico, que fomenta el odio en lugar de tender puentes.

MUROS DE LA VERGÜENZA

Y estos muros se están construyendo con el consentimiento o la pasividad tanto de una Unión Europea que se fundó para acercar y unir a los países y a los ciudadanos, como de unos gobiernos que deberían ser democráticos y que se autodenominan progresistas, imitando a la DDR, que se autodenominaba democrática.

El muro de Berlín separaba a los ciudadanos de una misma ciudad por razón del Estado al que pertenecían, Estado que los políticos arbitrariamente les habían asignado, al dividir Berlín en cuatro zonas. Los muros actuales son con más propiedad muros de la vergüenza.

Unos porque pretenden romper esa unidad de la naturaleza y de la sociedad humana, de la que todos formamos parte, cualquiera que sea nuestra nacionalidad, y otros, los muros religiosos e idiomáticos, porque están siendo utilizados por los fanáticos religiosos y políticos para provecho propio y para enfrentar a los ciudadanos.

Cayó el muro de Berlín y espero que, gracias a convenios internacionales, caigan algún día esos muros mortíferos que son el Mediterráneo y otros mares, y que desaparezcan para siempre todos esos muros religiosos, idiomáticos y sociales de nuestras “así llamadas sociedades democráticas y progresistas”. 

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