Diario del hombre mosca [Memento Mori]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
Algunos de mis vecinos comienzan a confraternizar conmigo. Ayer estuve en casa de los MartÃnez tomando el té. Me hablaron de los valores de la vida en comunidad, de cómo todos intentan comprenderme, pese a que hay quien aún me considera un incordio, sobre todo por los molestos zumbidos que emito continuamente, al menos según ellos. Nada comparable con el hombre mosquito que se instaló en verano en el edificio que hay junto al parque. A él sà que no lo soporta nadie, especialmente por sus incursiones nocturnas en busca de sangre y sus ataques a las partes blandas de sus convecinos [...]
Es curioso, por otro lado, cómo he perdido el contacto con las moscas, antaño mis congéneres y hoy, sin embargo, mis más acérrimas detractoras. ¿Es que no comprenden mi situación? ¿Es que no tienen humanidad? Claro que no, son moscas... Y pensar que yo fui una de ellas no hace mucho...
Mi nuevo estatus, entre mosca y humano, me está convirtiendo en un ser más refinado, con una mente mucho más abierta. Eso sÃ, aún tengo que pulir ciertas costumbres, como la de posarme en los platos de los demás y babear su comida con mi trompa, o la de frotarme sin cesar las patas, perdón, los brazos.
También tengo que estar más atento. El otro dÃa, sin ir más lejos, pasé tres horas dándome de bruces contra una puerta acristalada hasta que descubrÃ, un poco por azar, he de admitirlo, que solo tenÃa que rodearla. Los humanos, tan sofisticados como son, no suelen caer en este tipo de trampas, de modo que para ellos, y aunque por educación jamás me lo echan en cara, estas actitudes constituyen por mi parte una prueba de estulticia...
Hoy se cumple un mes desde mi transformación. Sigue siendo una cuestión
difÃcil de asumir, qué duda cabe, pero creo que lo voy asimilando [...]
Poco a poco voy integrándome, lo noto en los gestos de las personas que
se cruzan conmigo. Han moderado sus gritos, y ya no salen corriendo,
presas del pánico, cada vez que me acerco a ellos. Parece que ya no les
extraña verme revolotear entre la basura, ni se espantan cuando me
arrojo sobre los excrementos de perro, aunque de sus expresiones de asco
colijo que deberÃa moderar estas manifestaciones de mi naturaleza en
público [...]
Algunos de mis vecinos comienzan a confraternizar conmigo. Ayer estuve en casa de los MartÃnez tomando el té. Me hablaron de los valores de la vida en comunidad, de cómo todos intentan comprenderme, pese a que hay quien aún me considera un incordio, sobre todo por los molestos zumbidos que emito continuamente, al menos según ellos. Nada comparable con el hombre mosquito que se instaló en verano en el edificio que hay junto al parque. A él sà que no lo soporta nadie, especialmente por sus incursiones nocturnas en busca de sangre y sus ataques a las partes blandas de sus convecinos [...]
Es curioso, por otro lado, cómo he perdido el contacto con las moscas, antaño mis congéneres y hoy, sin embargo, mis más acérrimas detractoras. ¿Es que no comprenden mi situación? ¿Es que no tienen humanidad? Claro que no, son moscas... Y pensar que yo fui una de ellas no hace mucho...
Mi nuevo estatus, entre mosca y humano, me está convirtiendo en un ser más refinado, con una mente mucho más abierta. Eso sÃ, aún tengo que pulir ciertas costumbres, como la de posarme en los platos de los demás y babear su comida con mi trompa, o la de frotarme sin cesar las patas, perdón, los brazos.
También tengo que estar más atento. El otro dÃa, sin ir más lejos, pasé tres horas dándome de bruces contra una puerta acristalada hasta que descubrÃ, un poco por azar, he de admitirlo, que solo tenÃa que rodearla. Los humanos, tan sofisticados como son, no suelen caer en este tipo de trampas, de modo que para ellos, y aunque por educación jamás me lo echan en cara, estas actitudes constituyen por mi parte una prueba de estulticia...
MUY BIEN ¿¿¿YYYYYYYY????
ResponderEliminarSEGUN BOY LEYENDO ESTOS COSAS O CASO,YO CHICLANERO DE PRO VEO :QUE NO HAY MANERA DE QUE SE ENTIENDA LA GENTE, PUES ESTAMOS APAÑAOS ,,,,ASIN NOS VA LA COSA
ResponderEliminarQue verdad mas grande cuando decia mi bisabuelo ¡Caunm.. Caunm...!
ResponderEliminarEn la calle el palomar, era antes la calle de los mayesto. Habia un viejo que se queria montar al burro y ya le costaba trabajito... Un dia no podia subir y mirando hacia tras por si habia alguien; DIJO :¡quien pudiera tener 20 años !GRITANDO ,despues se fue pa la oreja del burro y le dice en voz baja,,,,si yo con vente no valia un real ahora con 70 menos!!
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