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El estado de la Nación o la Nación sin estado

Félix Arbolí [colaboraciones].-

El Estado de la Nación, señor Rajoy, es desastroso. No hace falta oírle en el Hemiciclo, ni leerlo en la prensa para conocer la realidad que vive España. La estamos comprobando y soportando a diario.

Como periodista sé que debería haberme tragado esa verborrea cruzada entre usted, el señor Rubalcaba y el resto de participantes en esa especie de “aquelarre político” que de vez en cuando realizan para justificar sus elevados e injustificados emolumentos.

No me parecía interesante ver a los “chicos” dar su aquiescencia a lo que dicen sus respectivos jefes políticos. Y me refiero en este caso a todos los grupos que votan aborregados lo que les dice y propone el jefe de la manada.

Yo me pregunto, ¿si todos los del grupo deben votar lo que les manda el jefe, por qué tenemos que pagar el sueldo, dietas y comisiones a tantos y robotizados individuos? Con los jefes y portavoces teníamos suficientes. Los demás, como ya tenemos comprobado, solo son comparsas y van a hacer bulto, diciendo “si, efendi” a todo lo que les exponga la dirección, aunque personalmente piensen lo contrario. Tienen sus conciencias embargadas por el poder y las prebendas.

Por todo esto, no creo que me haya perdido nada que cambie mi parecer sobre el verdadero “estado” de un país que con lo que tenemos actualmente en sus filas políticas no tiene solución.

Los males de España no residen en una crisis cíclica, que es el argumento que utilizan para justificar sus desastres los políticos, sino que son ellos y su vergonzosa corrupción, enchufismos, abusos e ineficacia, los causantes de una situación que con evidente desvergüenza y nulo escrúpulo, hacen recaer exclusivamente sobre el indefenso e inocente ciudadano. 

ESCARMENTADOS DE PROMESAS

Estamos tan escarmentados de promesas que ya las oímos con el mismo desinterés que las riñas de ese vecino que anda a la greña en su vida familiar. Con el recelo de que las promesas quedarán en la mente del político y la temida realidad en la mesa de su despacho esperando su firma.

El refranero popular, del que yo soy bastante asiduo, posible consecuencia de la edad, raras veces se equivoca y hay refranes que parecen ideados para enjuiciar y comentar nuestra situación política.

Tantos enfrentamientos y protestas  cuando el pueblo tiene razón y no le guían rencores y revanchas, sino el afán de defender sus derechos y hacerse oír y respetar, consiguen al fin que el gobierno se rinda a la evidencia, pero nuestros dirigentes no quieren darse cuenta de estos avisos para caminantes y siguen empeñados en no ver, ni oír, pero si tocar lo que no les corresponde.

Para el 22 de marzo la llamada “Izquierda plural”, que ignoro por qué, ya que siempre están los mismos, tiene convocada una macro manifestación en Madrid procedente de toda España. Hablan de cientos de miles de personas que vienen dispuestos a armarla drásticamente.

MODERADOS Y BELICOSOS JUNTOS

Lo que sorprende es ver como convocantes al moderado Julio Anguita, que siempre me ha inspirado un gran respeto, junto al belicoso Gordillo, el de Marinaleda (ya pueden tener cuidado  los supermercados y comercios por donde pasen estos furiosos e indignados manifestantes). 

Su objetivo, pues venían con todas las “del beri”, es cambiar la política económica y social del gobierno. Por si las moscas, al hijo de mi madre no le cogen otra vez en medio y menos si vienen como rompedores. Madrid sigue siendo el campo de batalla de buenos, malos y regulares.

Si fuera el gobierno tendría  más cuidado en hacer caso a las protestas de la ciudadanía, pues están apareciendo nuevas y desertoras gaviotas y rosas en el horizonte. A la UPyD, de Rosa Díez hay que añadir el nuevo “VOX”, formado por una derecha descontenta con los que dicen representarla y la Plataforma Política, donde quieren aglutinar a intelectuales y artistas descontentos con las dos tendencias mayoritarias y en la que forma parte el controvertido juez Garzón.

Se están recogiendo las quinientas mil firmas necesarias para llevar al Congreso las iniciativas de otra nueva,  “Conciencia Ciudadana”, a través de un grupo de abogados, relativas a los diputados y  limitación de sus privilegios económicos y temporales. Y otra más, “Participación Ciudadana”, en la que como su nombre indica pretenden un gobierno democrático donde participe y se consulte a la ciudadanía en los asuntos de interés general  sin tener que lanzarse a las calles a protestar. El que avisa no es traidor…



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