La mujer barbuda y a galope por las calles
FĂ©lix ArbolĂ [colaboraciones].-
CreĂa haber visto todo y estar curado de espantos. Estaba equivocado. Hemos llegado al lĂmite de la cretinidad humana y todo parecido con la locura y estulticia humana no es un mero incidente en nuestras vidas, sino una generalizada demencia. Solo falta ver volar un burro, para completar el ciclo de lo esperpĂ©ntico y absurdo. Pienso que no ha de tardar mucho, pues ya lo hacen algunos en Jet privados.
No hay dĂa en que los cimientos de mi razĂłn no se tambaleen y me hagan creer que vivo en un mundo de tarados mentales. Hay momentos en los que creo que soy yo el que padece de alucinaciones y veo rarezas donde otros aseguran que solo hay normalidad.
Dicen que las ciencias adelantan, pero al mismo ritmo que los humanos dan marcha atrás afanándose en regresar a ese pasado que unos quieren olvidar y otros revivir, movidos por añoranzas o por una ignorancia supina a la que viven aferrados.
La semana, como ya es habitual en este mundo carnavalesco y trapisondista, viene cargada de sucesos, hechos y circunstancias que rivalizan entre sĂ en la extravagancia y la farsa. Todos tienen su “aquĂ©”, como dicen en mi tierra y mĂ©ritos sobrados para figurar.
Recuerdo que en mi infancia habĂa un circo que anunciaba como atracciĂłn destacada a la “mujer” barbuda. A todos nos llamaba la atenciĂłn esa fĂ©mina o lo que fuera, luciendo una larga barba sobre su cara de dama cuarentona y poco agraciada.
Me figuro que en aquella Ă©poca era fácil engañarnos y la susodicha serĂa una mujer con una barba postiza muy bien pegada y que no podĂamos comprobar tras la barrera desde donde nos colocaban. Observo que el engaño continua vigente.
GROTESCA CARNAVALADA
A mĂ, sinceramente, que un hombre se sienta y quiera ser mujer o viceversa, me trae sin cuidado. Desde que el mundo iniciĂł su andadura humana, han existido gays y mujeres que se consideraban varoniles, a los que los intransigentes llamaban mariposones y marimachos, en plan peyorativo, que yo no comparto.
No obstante, una cosa es ser travesti y otra muy distinta convertirse en un hĂbrido que no solo se ridiculiza Ă©l, sino todos los que se prestan a ser cĂłmplices de esa grotesca carnavalada. Que un travesti se sienta mujer y quiera aparentarlo, me parece lĂłgico, lo que raya en lo esperpĂ©ntico y la provocaciĂłn es que intente burlarse de toda Europa y el mundo televisivo, presentándose como mujer y con el “cachondeito” de la barba y el bigote, para hacerse notar y comentar entre el resto de los participantes. Era grotesca la visiĂłn de ese no sĂ© quĂ©.
La representaciĂłn austriaca ha sido una intolerable bufonada que ha acabado con la poca credibilidad de un festival tan dado a amiguismos y compadreos geográficos y otro tipo de intereses ajenos al mundo de la canciĂłn. Ha sido el hazme reĂr y el revulsivo de millones de televidentes. IncreĂble que la gloriosa patria de la mejor mĂşsica y autores más celebrados se preste a ese grotesco juego.
Nos hemos convertido en objeto de la mofa y el escarnio de ese indescriptible personaje y su macarrada. Intolerable que nuestro jurado le diera los doce puntos, cuando habĂa artistas buenos y serios y mujeres con mejores y adecuados atributos que lo hicieron mejor sin tener que recurrir a convertirse en el payaso de la velada.
Para colmo nos quiso involucrar adoptando un nombre español, Conchita, aunque deberĂa haberse quedado con su Tarzán. ¿Eso fue lo que moviĂł a nuestro ilustre jurado a darle los doce votos? ¡QuĂ© vergĂĽenza!
GALOPADA POR LA CALLE
Una cosa es ser gay, que respeto, y otra tratar de ridiculizar a los gays y lesbianas con esa mamarrachada. En esta ocasiĂłn se premiĂł al esperpento y al ridĂculo. No podĂamos esperar otra cosa de ese ya decadente festival.
Hablando de desfachateces, hubo otro suceso que me sorprendiĂł. Fue esa galopada por las calles madrileñas. Era lo que faltaba para completar una semana de despropĂłsitos, organizar un hipĂłdromo en el Paseo de la Castellana de Madrid y en una mañana dominguera. El nuevo “botellĂłn” de nuestra alcaldesa que al no dar una en el clavo, quiere hacerlo directamente en la herradura.
Mil cuarenta toneladas de arena y fibra especial comprada, transportada en una flota de camiones y esparcida sobre centenares de metros de calle, para que nueve caballos con sus correspondientes jinetes, demostraran su velocidad y destreza.
Para no asustar a los equinos con los gritos de los asombrados espectadores, llevaban las orejas tapadas. DeberĂan habĂ©rselas tapados tambiĂ©n a los que organizaron ese insĂłlito evento, para no oĂr los “piropos” que les dedicaron los hartos de hambrunas y calamidades.
NOS FALTA EL PAN, PERO TENEMOS EL CIRCO
Estimo que esas galopadas se deberĂan haber celebrado en el Retiro, Casa de Campo o en el ya existente hipĂłdromo y el dinero que se invirtiĂł en esa “gachupinada” se hubiera dedicado a organizar una cadena de mesas con bolsas de comida para las muchas familias que no tienen quĂ© comer y “chuches” para sus crĂos que carecen de todo.
La expectaciĂłn hubiera sido mayor y el objetivo mucho más noble y positivo en vĂsperas electorales. Dicen que no costĂł apenas dinero pĂşblico, pues fue financiada por empresas y marcas comerciales. Yo no lo creo y luego aparecerán las listas negras y gastos camuflados.
Con ver galopar a nueve caballos fuera de su entorno habitual, no se alivian nuestros problemas y se presta a comentarios nada favorables hacia un gobierno municipal que está en sus horas más bajas. El pretexto, es que hace 82 años allĂ se hallaba el viejo hipĂłdromo. ¿Y quĂ©?
CĂłmo se nota que estamos en vĂsperas electorales y la señora Botella ha querido imitar a los antiguos romanos con lo de “pan y circo”, aunque en este caso nos falta el pan, pero tenemos el circo con tantos payasos, barbudos y gnomos en la polĂtica, equilibristas en multitud de hogares familiares y leones montando guardia ante las Cortes para que la plebe no haga de las suyas y mande a los polĂticos a la arena, pero sin caballos.
CreĂa haber visto todo y estar curado de espantos. Estaba equivocado. Hemos llegado al lĂmite de la cretinidad humana y todo parecido con la locura y estulticia humana no es un mero incidente en nuestras vidas, sino una generalizada demencia. Solo falta ver volar un burro, para completar el ciclo de lo esperpĂ©ntico y absurdo. Pienso que no ha de tardar mucho, pues ya lo hacen algunos en Jet privados.
No hay dĂa en que los cimientos de mi razĂłn no se tambaleen y me hagan creer que vivo en un mundo de tarados mentales. Hay momentos en los que creo que soy yo el que padece de alucinaciones y veo rarezas donde otros aseguran que solo hay normalidad.
Dicen que las ciencias adelantan, pero al mismo ritmo que los humanos dan marcha atrás afanándose en regresar a ese pasado que unos quieren olvidar y otros revivir, movidos por añoranzas o por una ignorancia supina a la que viven aferrados.
La semana, como ya es habitual en este mundo carnavalesco y trapisondista, viene cargada de sucesos, hechos y circunstancias que rivalizan entre sĂ en la extravagancia y la farsa. Todos tienen su “aquĂ©”, como dicen en mi tierra y mĂ©ritos sobrados para figurar.
Recuerdo que en mi infancia habĂa un circo que anunciaba como atracciĂłn destacada a la “mujer” barbuda. A todos nos llamaba la atenciĂłn esa fĂ©mina o lo que fuera, luciendo una larga barba sobre su cara de dama cuarentona y poco agraciada.
Me figuro que en aquella Ă©poca era fácil engañarnos y la susodicha serĂa una mujer con una barba postiza muy bien pegada y que no podĂamos comprobar tras la barrera desde donde nos colocaban. Observo que el engaño continua vigente.
GROTESCA CARNAVALADA
A mĂ, sinceramente, que un hombre se sienta y quiera ser mujer o viceversa, me trae sin cuidado. Desde que el mundo iniciĂł su andadura humana, han existido gays y mujeres que se consideraban varoniles, a los que los intransigentes llamaban mariposones y marimachos, en plan peyorativo, que yo no comparto.
No obstante, una cosa es ser travesti y otra muy distinta convertirse en un hĂbrido que no solo se ridiculiza Ă©l, sino todos los que se prestan a ser cĂłmplices de esa grotesca carnavalada. Que un travesti se sienta mujer y quiera aparentarlo, me parece lĂłgico, lo que raya en lo esperpĂ©ntico y la provocaciĂłn es que intente burlarse de toda Europa y el mundo televisivo, presentándose como mujer y con el “cachondeito” de la barba y el bigote, para hacerse notar y comentar entre el resto de los participantes. Era grotesca la visiĂłn de ese no sĂ© quĂ©.
La representaciĂłn austriaca ha sido una intolerable bufonada que ha acabado con la poca credibilidad de un festival tan dado a amiguismos y compadreos geográficos y otro tipo de intereses ajenos al mundo de la canciĂłn. Ha sido el hazme reĂr y el revulsivo de millones de televidentes. IncreĂble que la gloriosa patria de la mejor mĂşsica y autores más celebrados se preste a ese grotesco juego.
Nos hemos convertido en objeto de la mofa y el escarnio de ese indescriptible personaje y su macarrada. Intolerable que nuestro jurado le diera los doce puntos, cuando habĂa artistas buenos y serios y mujeres con mejores y adecuados atributos que lo hicieron mejor sin tener que recurrir a convertirse en el payaso de la velada.
Para colmo nos quiso involucrar adoptando un nombre español, Conchita, aunque deberĂa haberse quedado con su Tarzán. ¿Eso fue lo que moviĂł a nuestro ilustre jurado a darle los doce votos? ¡QuĂ© vergĂĽenza!
GALOPADA POR LA CALLE
Una cosa es ser gay, que respeto, y otra tratar de ridiculizar a los gays y lesbianas con esa mamarrachada. En esta ocasiĂłn se premiĂł al esperpento y al ridĂculo. No podĂamos esperar otra cosa de ese ya decadente festival.
Hablando de desfachateces, hubo otro suceso que me sorprendiĂł. Fue esa galopada por las calles madrileñas. Era lo que faltaba para completar una semana de despropĂłsitos, organizar un hipĂłdromo en el Paseo de la Castellana de Madrid y en una mañana dominguera. El nuevo “botellĂłn” de nuestra alcaldesa que al no dar una en el clavo, quiere hacerlo directamente en la herradura.
Mil cuarenta toneladas de arena y fibra especial comprada, transportada en una flota de camiones y esparcida sobre centenares de metros de calle, para que nueve caballos con sus correspondientes jinetes, demostraran su velocidad y destreza.
Para no asustar a los equinos con los gritos de los asombrados espectadores, llevaban las orejas tapadas. DeberĂan habĂ©rselas tapados tambiĂ©n a los que organizaron ese insĂłlito evento, para no oĂr los “piropos” que les dedicaron los hartos de hambrunas y calamidades.
NOS FALTA EL PAN, PERO TENEMOS EL CIRCO
Estimo que esas galopadas se deberĂan haber celebrado en el Retiro, Casa de Campo o en el ya existente hipĂłdromo y el dinero que se invirtiĂł en esa “gachupinada” se hubiera dedicado a organizar una cadena de mesas con bolsas de comida para las muchas familias que no tienen quĂ© comer y “chuches” para sus crĂos que carecen de todo.
La expectaciĂłn hubiera sido mayor y el objetivo mucho más noble y positivo en vĂsperas electorales. Dicen que no costĂł apenas dinero pĂşblico, pues fue financiada por empresas y marcas comerciales. Yo no lo creo y luego aparecerán las listas negras y gastos camuflados.
Con ver galopar a nueve caballos fuera de su entorno habitual, no se alivian nuestros problemas y se presta a comentarios nada favorables hacia un gobierno municipal que está en sus horas más bajas. El pretexto, es que hace 82 años allĂ se hallaba el viejo hipĂłdromo. ¿Y quĂ©?
CĂłmo se nota que estamos en vĂsperas electorales y la señora Botella ha querido imitar a los antiguos romanos con lo de “pan y circo”, aunque en este caso nos falta el pan, pero tenemos el circo con tantos payasos, barbudos y gnomos en la polĂtica, equilibristas en multitud de hogares familiares y leones montando guardia ante las Cortes para que la plebe no haga de las suyas y mande a los polĂticos a la arena, pero sin caballos.
Estoy totalmente de acuerdo con tu artĂculo amigo FĂ©lix. El circo que mencionas, se llamaba "Circo Ureña".
ResponderEliminarGracias amigo Paco, por tu detalle. !Vaya memoria!. Y opresumĂa yo de tener,la..Lo que más me ha gustado es sab er que he acertado segĂşn tu criterio. Es sufuiciente patra mi.Un abrazo paisano y dáselo de m i parte a La Banda y a Ell Lugar, sin dejar de lado al Iro que las divixde. i
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