La juventud, sus ansias y engaños

Félix Arbolí [colaboraciones].-

La vida está llena de incongruencias. A veces pienso que estamos locos, otras que permanecemos impasibles ante la desgracia y la crueldad ajenas, pero no descarto la teoría de que todos tenemos un corazón, aunque no todos seguimos el ritmo de sus latidos y ellos son los que nos indican qué debemos hacer.

La televisión nos ha abierto las puertas a un mundo de fantasía, que no se ajusta al real. Y nos hace ver la maldad humana como algo habitual e inevitable en la condición humana. El espectador de pocas luces o fácilmente sugestionable, ve  lo que se le presenta y cree que la realidad está ahí, en intentar imitar al personaje para poder vivir sus emociones y culminar sus sueños.

Ven que al protagonista de la novela, película, serie e incluso anuncios, todo le sale bien y piensan que es una feliz oportunidad que se le presenta para cambiar de vida y ampliar sus aspiraciones.

Hasta ven la fama, dinero y popularidad que da la aventura erótica y “cameo” con un famoso o famosa y luego poder contarlo a la audiencia y sacarle sus dividendos. Ya la decencia es algo obsoleto y ridículo.  

Es habitual que esa chica llena de ilusiones abandone su profesión, estudios e incluso familia, tras esa marcha a ninguna parte, para poder hacer realidad sus ilusiones, que pronto acaban y es tarde para rectificar. Han vendido su dignidad y autoestima por un dinero que gastan alegremente, pues creen que ese “milagro” durará eternamente.

LA CAJA TONTA

Lo más curioso y perjudicialmente convincente es que en la novela o película, en  un noventa por ciento de los casos, el autor o guionista hace que la chica después de un tiempo azaroso y hasta en ocasiones amargo, vea realizadas sus ilusiones, porque piensa que al lector o lectora le gustan los finales felices y no se da cuenta que ese engaño es el señuelo más eficiente para que las no preparadas o menos cuerda, intenten imitarla.

Y más de una, en esa edad tan peligrosa de la adolescencia sentirá deseos de emular a esa figura de ficción, pensando incuso que ella tiene mayores méritos y atractivo para hacer que se cumplan sus ideales. No he visto una película o serie donde el final sea aleccionador y el malo de la aventura antes de acabar su vida física y criminal se haya llevado por delante a más de una víctima.
El erotismo, en gran medida,  duro y sádico, y la violencia se han convertido en el más recomendable argumento de nuestra televisión. No me extraña que se realicen esas bacanales callejeras y playeras de una juventud sin alicientes, ni fe, porque están familiarizadas con escenas, orgías, borracheras y sexualidad sin límites. Luego vienen las violaciones, abusos, robos y todo tipo de actos.

La caja tonta, de tonta no tiene nada, los idiotas somos los que nos tragamos sin pestañear todo lo que nos programan y comentan hablando con una seguridad y  convencimiento que muchos se creen con más fidelidad que los católicos creemos lo que nos dice el Papa, cuando habla “ex cátedra”.     

JUVENTUD MAL ALECCIONADA     

He visto varios programas de “Esclavas”, sobre la trata y venta de mujeres del Este a las que engañan las mafias de sus países de origen, prometiéndoles un trabajo digno y una vida mejor y las “esclavizan” -nunca mejor dicho- para convertirlas en máquinas inagotables de ingresos a base un sexo continuado y bestial.

Pero de nada sirve, ya que la próxima en caer no espera, ni piensa que a ella le va a pasar lo mismo y se presta al juego de un mundo mejor, aunque no precisamente para ella.

Y en muchas películas televisivas vemos como la amante del mafioso,  la que se escapa de casa buscando la aventura  y la que quiere probar fortuna más allá de su hogar, acaba viviendo a todo lujo y caprichos.

Ésta es la triste realidad de  nuestra aislada e incomprendida juventud a la que tenemos tan mal aleccionada y menos alertada de lo que es realmente una vida aventurera y fuera de control.