Chiclana, cuna de oficios-La ferretería-Antonio Avecilla Martin, El Nene: La fuerza de la unión
Siempre me ha gustado empezar hablando del oficio o de las artes, pero en este caso solo cabe hablar de la persona que es y ha sido referente en el arte de atender las necesidades de la gente y de los profesionales, donde tener una necesidad en casa o en el trabajo estaba solucionado solo con una visita al Nene.
Siempre dispuesto a darte la solución que no ves o que no encuentras, teniendo siempre el producto que necesitas y una respuesta amable, cariñosa y muy profesional, saliendo satisfecho por haber resuelto el problema, más que si te hubieran sacado una muela molesta.
Próximo a cumplir los 86, Antonio Avecilla Martín nació en la calle Enrique de las Morenas el 28 de mayo de 1931. Su padre, Pedro Avecilla, tenía una enfermedad pulmonar, pocos recursos y siete hijos, que los deja huérfanos en 1938. Su madre, Ana Martín, le siguió dos semanas después, llevando desde entonces una infancia muy precaria junto a sus hermanos.
Huérfanos, los siete hermanos siguen viviendo con sus abuelos en la calle Álamo hasta que su abuelo compra una casa en el Barrio Nuevo y allí se mudan, dejándoles una habitación para que puedan dormir él y cuatro de sus hermanos, pues a una hermana la recogió una abuela y otra fue a vivir con un tío suyo apodado El Alemán, durmiendo la mayor en una cama de las dos que había en la habitación y en la otra los otros cuatro.
AÑOS DE HAMBRE
Dice que “si estábamos mal con nuestros padres vivos, después ya fue el colmo. Cuando nos levantábamos no sabíamos dónde ir ni qué comer. Estábamos en casa de mi abuela, unas veces caía algo y otras no había ná”. Comenta también que “iba con amigos míos a coger habas y cocerlas en latas para quitarnos el hambre”.
Su tío El Alemán alquiló un chalet en El Mayorazgo y se llevó a cinco hermanos, después de vender la casa del Barrio Nuevo y ahí estuvieron hasta que su tío decidió irse a Sevilla y de nuevo, otra vez sin saber a dónde ir. Fue entonces cuando una vecina, conociendo la problemática que tenían los hermanos, les dejó una habitación sin cobrarles. La suerte no les abandonaba del todo.
Una infancia muy dura que empieza a tomar otro rumbo cuando su hermana se hace novia de un hijo de Betanzos, el panadero, con el cual entró de aprendiz. Agrega que “menos mal que me coloqué, pues de toda el hambre que pasé, allí me recuperé”. Empezó ganando en la panadería 7,50 pesetas más 1 kilo de pan que se lo daba a su hermana y con ese dinero pudieron alquilar una casa donde estar todos los hermanos.
CARPINTERO Y SERVICIO MILITAR
Tenía una jornada laboral de diez de la noche a diez de la mañana de lunes a domingo. Como terminaba temprano y necesitaba ganar dinero, dispuesto a hacer cualquier trabajo, una vecina le encargo un mundillo (útil de madera y tela donde se hacían los encajes de bolillos típicos) y así, con 14 años, solo con su voluntad, las herramientas prestadas y las ganas de aprender, empezó su vida de carpintero.
Las maderas las compraba en las tiendas de alimentación y así entre mundillos tapas de tinajas y plateros, fue transcurriendo el inicio de su vida profesional, durmiendo poco entre levado y levado de las masas de pan.
Con 19 años fue al servicio militar donde de nuevo vienen las carencias económicas. Sus compañeros recibían los fines de semana a sus familias, él solo la soledad, pues tampoco tenía dinero para venir a Chiclana ni su familia para ir a verlo.
Al licenciarse había perdido su puesto de trabajo, sin embargo entró en la fábrica de harina que tenía el suegro de su hermana y así, entre el jornalito como él dice y sus trabajos de carpintería, va tirando. Al cerrar la fábrica, el suegro de su hermana le dejó un cuarto para que continuara haciendo sus trabajos.
PRIMERA EMPRESA Y EMIGRANTES EN ALEMANIA
Su cuñado Gonzalo le aconseja que haga un curso de carpintería. En la entrevista dice que no sabe leer ni escribir y tampoco mucho de cuentas, respondiéndole que no se preocupara, que le iban a enseñar y en vez de hacerlo en un año lo haría en dos, llegando posteriormente a presentarse a una oferta de empleo en la Bazán, siendo elegido.
Allí conocería a otro chiclanero inquieto como él, iniciando su amistad y después de salir de la Bazán crean una sociedad y se ponen a trabajar a medias, uno de carpintero y el otro de pintor, a lo que saliera. En esa fecha vieron una solicitud para trabajar en Alemania y ya casado y con su hija mayor en el mundo, marcharon a probar fortuna.
Con su socio Andrés Estudillo estuvieron trabajando en la Siemens: “Estuvimos el tiempo justo de darnos cuenta que aquello no valía ná”. A los nueve meses vuelven para Barcelona y ahí están un par de meses más, yendo posteriormente a Madrid, donde hicieron un curso de sintasol que eran suelos de pvc.
REGRESO A CHICLANA Y ÉXITO CON MESAS Y SILLAS
Después de su periplo laboral y no encontrar nada que valiera la pena, deciden volver a Chiclana, donde seguían teniendo su pequeño taller. Cristóbal, el relojero, les encargó para su tienda seis armarios, cuyo precio era de 200 pesetas. Desde entonces ya no dejaron de crecer, quedándoseles pequeña la accesoria.
Soñaba con Manolo Cachito de las letras que firmó para una nave que le había vendido en la calle Reyes Católicos, llegando a contratar seis oficiales para la carpintería del trabajo que les encargaban. Le cogió la riada: “Fíjate si subió el agua que cuando bajó, había una serpiente en lo alto de una estantería situada a 2 metros de altura”. Hacían trabajos de carpintería de todo tipo, puertas, ventanas, muebles…, ganando poco dinero.
Entonces les llega su gran éxito como fabricantes de mesas y sillas, donde ellos hacían todo el proceso incluyendo la herrería y pintado, distribuyéndolas por toda la provincia con representantes, haciendo miles de ellas.
EXPANSIÓN A LA PROVINCIA
De nuevo se quedan pequeñas las instalaciones y es cuando compran una parcela de 2000 metros en El Torno a Carlos Bertón y Antonio Millán fue el que hizo la obra. Allí tenían la carpintería, el taller de herrería y exposición de muebles y germen del nombre, Muebles La Unión, a su vez iniciándose en la ferretería, pues había que ir a Jerez cuando necesitaban cualquier herraje.
Poco después se plantean montarla por separado. Una vez instalada y llena de materiales, se dieron cuenta que la demanda de Chiclana no era suficiente, por lo que compraron un Avía, lo acondicionaron de estanterías y lo llenaron de todo tipo de productos para repartir por toda la provincia, estando así durante 3 años hasta provocar una alta demanda.
La instalación de la ferretería fue un éxito rotundo, pues no había nada parecido en toda la provincia, dejando entonces el reparto y dedicándose de lleno a la venta en sus instalaciones. Pasado el tiempo, Antonio y su socio deciden separar los negocios quedándose él con la parte de ferretería, instalada en la Alameda del Río.
CRECIMIENTO Y LLEGADA DE LA CRISIS
Antonio se había casado con María Sánchez Ramírez en la iglesia de San Telmo, celebrándolo en el patio de la harinera con un gran desayuno que les preparó la pastelería La Predilecta. De viaje de novios fueron a Sevilla y Málaga. De este matrimonio empiezan a llegar futuros ferreteros y ferreteras.
Es Fali junto a José Luis los que empiezan ya de pequeños a atender a los clientes, continuando también los demás gracias a lo fácil de los muestrarios, que él les llama cuadros por lo bien que tenía representadas las muestras y la forma de organizar la tienda.
En total son siete hijos los que han tenido: Anita, la mayor, siguiéndola Fali, José Luis, Juan Carlos, Maribel, Eva y el más pequeño, Antonio. Ya con su nueva trayectoria y con la ayuda de su familia, fue aumentando sus ventas. En 1992 pasaron de querer devolver materiales por la crisis, al crecimiento progresivo, primero instalándose en La Barrosa en el año 97 y después en el polígono Urbisur, rematando en Pelagatos. ”Ha sido un gran acierto, pues la crisis la hemos aguantado mejor que si hubiéramos tenido un solo centro”, afirma Antonio Avecilla.
CONTINUIDAD GARANTIZADA
La continuidad está garantizada con hijos, yernos y nuera involucrados en el negocio y en su continuidad, con el orgullo de ser un referente en la ferretería con un hombre como El Nene de La Unión. Esto demuestra que no tiene nada que ver la cuna y la crianza para conseguir progresar en la vida.
El trabajo y el esfuerzo dan sus premios, habiendo dado a conocer también el nombre de Chiclana solo con tener una necesidad, pues la provincia entera, cuando necesita algo, dice: “Eso que busca seguro que lo tiene La Unión en Chiclana”.
Antonio nunca perdió la esperanza y la honestidad y siempre valoró la familia y la amistad desde sus inicios como panadero, carpintero, emigrante, fabricante, comerciante, en definitiva, un gran empresario, gran persona y padre de familia, que sin ellos no hubiera crecido más, valorando profundamente lo que es la fuerza de la unión.
Sebe que estáis de veraneo no pubricais nada frojeriti chiclanero que tío mas flojos los chiclanero
ResponderEliminarTuve la ocasión un verano de montarle estanterías al Nene para la ampliación de la ferretería. Es un tipo duro pero afable, exige pero sabe enseñar, de no saber cómo montar un entrepaño salí de allí satisfecho de la labor que le realicé. Una gran persona, duro porque la vida le hizo así, pero a la vez tremendamente agradecido. Me alegro mucho de poder decir y enorgullecerme de ser su amigo y contar con su amistad y la de toda su familia.
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