Hipocresía política

Francisco M. Navas [colaboraciones].-

Los recientes atentados en Barcelona y Cambrils vuelven a poner en primer plano la inmensa hipocresía de la que a diario presume nuestra clase política. A Cristina Cifuentes le faltó tiempo, siguiendo el eterno ideario de su partido, para criticar la actuación como alcaldesa de Ada Colau, abandonando su falsa piel de cordero y utilizando, una vez más, el terrorismo como arma de propaganda política.

Los que hemos vivido pegados a la radio y al televisor los últimos días no dábamos crédito a las manifestaciones del Ministro del Interior, Ignacio Zoido, dando  prematuramente por acabada la operación de búsqueda y captura de los culpables. Es la consecuencia inmediata de adjudicar un ministerio a un incompetente.

Afortunadamente los mossos de escuadra continuaron investigando las ramificaciones de los atentados y persiguiendo al autor material del atentado en las Ramblas, hasta capturarlo y darle muerte.

Si nos trasladamos a Ripoll, la comunidad musulmana no vio nada, no presintió nada, aun cuando ha quedado demostrado su poco celo al contratar al imán que presumiblemente dirigía al grupo. Un grupo bastante numeroso, por cierto. Y si para colmo de males, el Centro Nacional de Inteligencia poseía información de las actividades delictivas del supuesto imán, como aseguran algunas fuentes, y no las transvasó a las autoridades competentes de la Generalitat, es, sencillamente, para caer en el más profundo desánimo.

COLMO DEL CINISMO

El colmo del cinismo hemos tenido que escucharlo de boca del representante de la comunidad musulmana en Cataluña, asegurando que si el Islamismo se enseñase en las escuelas, el radicalismo religioso desaparecería. Precisamente cuando lo que defendemos desde nuestros valores democráticos es que todas las religiones se saquen de las escuelas, especialmente en los países que nos consideramos legalmente laicos.

A lo mejor lo que pretende es que el Estado pague un sueldo a los imanes, como en su día estableció nuestra querida Esperanza Aguirre con los profesores de religión católica, retribuidos por el Estado, pero escogidos y nombrados por el obispo de turno. 

En un atentado terrorista los culpables son los asesinos y quienes los apoyan. Y si queremos buscar más culpables, culpemos al Estado en su conjunto, que vende armas a mansalva y mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con países como Arabia Saudí, que no respeta los derechos humanos y que financia al DAESH.

Culpemos también, por qué no, a Ciudadanos, que centra ahora su actividad propagandística en la ampliación de firmas de un  Pacto Antiterrorista infumable para los demócratas, mientras mantiene en el poder, pase lo que pase, al gobierno más corrupto de la historia de nuestra democracia. Ni tienen vergüenza, ni la conocen. 

MEMORIA FLACA

Y culpemos igualmente al Partido Socialista Obrero Español que, a la deriva ideológica desde hace varios años, firma un pacto con ese mismo partido que, estando en la oposición, les acusó de ser cómplices de los terroristas y de traicionar a las víctimas. La memoria suele ser flaca. La hemeroteca no perdona.

Para finalizar con las citas, centrémonos en ese cura de Madrid, antiguo oficiante de la misa en TVE, que no se corta ante sus fieles difamando a personas que nada han tenido que ver con los atentados, vertiendo gratuitos juicios políticos de valor sobre Ada Colau y Manuela Carmena, a las que no les llega en dignidad personal ni a la suela del zapato.



Bien haría en pedir perdón todos los días desde su púlpito por los crímenes cometidos durante más de cuatrocientos años por la Inquisición Española, brazo armado de su iglesia, esa que no hace mucho protegía y acompañaba bajo palio al dictador Franco cuando entraba en un templo.   

Afortunadamente, existen las excepciones y tengo que mostrar mi profunda admiración por Ada Colau, recién desembarcada en la política, ejemplo de entereza, ecuanimidad y humanidad, lidiando desde la serenidad con semejante turba de mamarrachos. No me cabe duda que su dolor es real, no fingido como el de la mayoría de las autoridades, que se muestran aparentemente consternados por estos lamentables asesinatos, aunque no sean capaces de resolver ninguno de los problemas cotidianos a los que se enfrenta la ciudadanía.   

PAÍS SIN FUTURO

Pienso que éste es un país sin futuro porque insiste en hacernos olvidar nuestro pasado, falseando la historia y los crímenes que aquí se cometieron en nombre de Dios y con la inestimable colaboración de la Santa Madre Iglesia.

Hasta el lugarteniente de Hitler, Heimrich Himmler, en su visita a España tras finalizar la Guerra Civil, llegó a lamentar, por razones políticas, la enorme cantidad de ejecuciones perpetradas por los franquistas, tal y como afirma el historiador e hispanista Gabriel Jackson, poco sospechoso de ser populista o de haber pasado por Venezuela.

Es difícil retomar la pluma cuando uno contempla a diario cuán fácil es manipular a la opinión pública. Es difícil digerir las imágenes diarias de atentados en todo el mundo, cuando la coletilla periodística suele ser siempre la misma: “Afortunadamente no hay españoles entra las víctimas”

Y ahora que nos han dado de lleno, en el corazón de nuestro país, matando a diestro y siniestro tanto a españoles y españolas como a personas de múltiples nacionalidades, ¿qué coletilla añadiremos a la noticia?

ENEMIGA DE LAVERDAD

De nuevo nos repugna la hipocresía de los comentaristas televisivos y radiofónicos, que se ceban una y otra vez en los acontecimientos, opinando sin conocimiento de causa, y cuidándose mucho de relacionar estos miserables atentados con una no menos miserable política exterior de nuestro país y de una Unión Europea que de lo único que entiende es de dinero.

Dinero para sus empresas, para sus insaciables bancos, para una clase política que vive a cuerpo de rey y que no resuelve ninguno de los problemas de la gente corriente.

Sólo añadiré que la hipocresía, íntima amiga del todo vale, es enemiga de la verdad, de la justicia y de la defensa de los Derechos Humanos