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Emotiva y multitudinaria despedida a Emilio Oliva Baro

Cientos de personas visitaron la capilla ardiente instalada en la iglesia de San Telmo, acompañándole en el recorrido a hombros por el centro de Chiclana.-

El diestro Emilio Oliva Baro tuvo una despedida como se merecía, porque los chiclaneros se dieron cita de forma masiva en el Mancomunado primero y en la iglesia de San Telmo después. Allí llegó el féretro a las 11,30 horas, aunque había mucha gente esperando desde bastante tiempo antes. Después de instalarlo frente al púlpito, fueron entrando para darle el último adiós.

El recinto se llenó y entre los presentes estaban los hermanos de Emilio, familiares y amigos, así como aficionados, novilleros y toreros. Entre estos se encontraban Francisco Ruiz Miguel, que estuvo en la confirmación de Emilio en Las Ventas, en Madrid, como padrino; José Luis Galloso, testigo en su alternativa en El Puerto de Santa María, con Rafael de Paula de padrino, el 19 de marzo de 1985; Luis Parra, Fernando Cepeda, José Caraballo, Antonio Pérez y el chiclanero Cristo González entre otros.

Tampoco faltaron novilleros como Aitor Fernández, Manolo Alba, los Alcántara, Isaac GalvĂ­n, RamĂłn Alvarado o Gregorio Cruz VĂ©lez, asĂ­  como Carlos Ruiz, miembros de la Peña y Escuela Taurina Francisco Montes Paquiro, con su presidente Isaac GalvĂ­n al frente, y numerosos novilleros y toreros de antaño.

En un momento tan triste no podían faltar representantes de su peña taurina en Beziers (Francia), donde triunfó de tal manera que los aficionados franceses decidieron crear una peña en su honor, germen del hermanamiento de esta ciudad y Chiclana, ni el presidente de las Escuelas Taurinas Andaluzas, Eduardo Ordóñez.

SUPO DARLE A LA VIDA CAPOTAZOS

En San Telmo se colocaron dos grandes fotos del torero y al lado del fĂ©retro se pusieron varias coronas. El padre Alberto tuvo unas emotivas palabras sobre Emilio: “Era un hombre de raza, supo darle a la vida capotazos, pero la vida da cornadas, la más dura ayer”.

RecordĂł su carácter afable, resaltando que “cuando pudo fue eternamente agradecido, su vida fue intensa y hoy su pueblo le homenajea. Fue un hombre muy generoso y viviĂł la vida en todos sus capĂ­tulos”, pidiendo un aplauso para Ă©l.

Una vez terminada la misa, el féretro fue llevado a hombres por la calle Padre Caro, donde se encuentra la peña con su nombre. Allí, en recuerdo de lo que hacía su madre, Antoñita Baro, cuando él toreaba por España, Francia o América, se lanzaron varios cohetes desde la azotea, como ella hacía cuando cortaba alguna oreja o rabo. Fue un momento muy emotivo.

La comitiva se dirigió por la calle La Vega hasta la confluencia de ésta y La Fuente, donde está el monumento a su padre, Emilio Oliva Fornell, donde tras un largo silencio, fue trasladado al Cementerio Mancomunado, siendo incinerado. Reseñar que su muerte tuvo un gran eco informativo, lo que da una idea de su relevancia como matador de toros. Descanse en paz, este gran torero y gran persona.

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