“Wet floor”, el último poemario de Beatriz Aragón, no resbaló en su presentación en Chiclana
Es un canto poético y reivindicativo del trabajo de las limpiadoras, ofició que realizó durante varios años.-
Días pasados se presentó en el Centro de interpretación del Vino y la Sal, la última obra poética de la chiclanera Beatriz Aragón, Wet floor, que traducido quiere decir suelo mojado, cartel que hemos visto en aeropuertos y otros lugares de mucho tránsito y que nos avisa para que no nos resbalemos. Un libro en el que usa la poesía para reflejar el trabajo que hacen estas personas en los establecimientos hoteleros, además de reivindicar la importancia que este tiene y que no se suele valorar.
Tuvo como maestro de ceremonias a otro poeta, también relacionado con nuestra localidad aunque ahora resida y triunfe en Cádiz como escritor, poeta y compositor carnavalero: Miguel Ángel García Argüez. Reseño que cuando vemos esta señal en los aeropuertos “no le damos importancia a quién está detrás. Es un trabajo minusvalorado”. Quien limpia también es persona y hay que dignificarla.
Este libro “va más allá, nos plantea que la limpieza no es el estado natural de las cosas, sino que detrás hay alguien que limpia. No vemos que su trabajo está precarizado y no se le da valor”. Comentó Beatriz que “nos enseñan a jugar con la Barbie, cuya casa limpiamos, y ahora soy yo la que limpia las casas de las Barbies, pero de verdad”.
Agregó que “he trabajado de limpiadora y todavía tengo la carga en mis espaldas”. Incidió en que “todos somos huéspedes, incluso de nosotros mismos”, leyendo varios poemas de Wet floor, Celeste, color de su uniforme; Manos llenas de legía, No mezclar el amoniaco con otros productos.
DIGNIFICAR A LAS LIMPIADORAS A TRAVÉS DE LA POESÍA
Trabajar de limpiadora la lleva a limpiar la habitación del hotel donde duerme cuando viaja, dejando la cama hecha: “Salgo dos horas antes por respeto a mis compañeras, a las que no conozco. Y les dejo notas de que todo está arreglado, procurando dejar la habitación lo mejor posible”. El libro cuenta con ilustraciones de Patricio Hidalgo, cuya madre fue también limpiadora.
Beatriz Aragón nos habló con su poesía de instrucciones para limpiar cristales, el agua sucia al cubo de la fregona, “unos nacen con un pan debajo del brazo, otros con una escoba para limpiar las migas; sobre la habitación 237 (la de la película El resplandor, de Stanley Kubrick), de la limpieza a fondo cuando llega la primavera y de la temporada alta.
Señaló que “jamás entro en un baño que acabo de fregar. Prefiero que lo haga otro. Son heridas de la Kelly”. Limpiadora, “esa palabra que tantas veces ha dignificado mi vida”, o centrifugado, “cuando lo haces por vez primera es como tener miedo”. Fue una clase maestra poética sobre una profesión muy importante, pero que a veces es invisible a los ojos de los demás y denostado.
Destacar la gran evolución que ha experimentado Beatriz Aragón desde el primer poemario que publicó hace siete años, Escala de grises (2017), continuando con El discurso del barro (2019) y La reina de los pájaros (2021), magníficos todos ellos. En cada obra se supera, lo que indica su gran progresión como poeta. Resaltar así mismo, su fichaje por la editorial Libros de la Herida, un espaldarazo importante para que su trabajo se conozca aún más.
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