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Restaurante “Casa Mayte”, cincuenta años triunfando con la venta de pollos asados

Su éxito se basa en productos de calidad, buen servicio, recetas clásicas y platos abundantes.-

El pasado mes de julio el restaurante Casa Mayte cumplió cincuenta años. Medio siglo en el que han tenido todo tipo de experiencias, primero como empleados y luego como dueños. Carlos y José Aragón Butrón estuvieron muchos años juntos en este lugar, hasta que decidieron separar sus caminos, aunque estando cerca el uno del otro. El pollo es su mejor patrimonio y en este medio siglo las ventas y los clientes han ido en aumento.

Carlos Aragón nació en Chiclana el 25 de marzo de 1951. Con solo nueve años abandonó los estudios. Un año más tarde, como ayudante de un aguador, repartía y vendía agua por las calles de Chiclana. Eran años de hambruna y lo habitual era que los niños comenzaran desde muy pequeños a trabajar en lo que fuese, con tal de llevar algunas monedas a casa.

Con once cuando comienza a trabajar en el bar cercano a su domicilio, el de Antonio Periñán Bustos, El Golpeao. Después se iría a Las cuatro esquinas, aunque el motivo fue el dinero, como sucede en cualquier profesión. En el primero ganaba 8 pesetas al mes y Federico Díaz le ofreció casi el triple por irse con él: 20 pesetas.

Antonio le dijo que pensaba subirle el sueldo dos o tres pesetas, pero no podía llegar a la cifra ofrecida por Federico. Utilizando el argot futbolístico, fue un fichaje galáctico, sobre todo teniendo en cuenta la juventud de Carlos. Era casi un niño, pero su valía como camarero y en otros trabajos era muy grande.

MUCHAS HORAS DE TRABAJO

Después de un tiempo en Las cuatro esquinas se fue al bar de Adolfo con 17 años y de ahí a La Parada hasta que se fue con 22 años a la mili. Allí cogió mucha amistad con los taxistas y éstos, cuando se fue al servicio militar, hicieron una colecta entre ellos y recaudaron cerca de 3.000 pesetas.

Le tocó uno de los destinos más duros, Cerro Muriano, en Córdoba. En esos tiempos el horario de trabajo era de 8 de la mañana a 10 de la noche: “Era lo que había. Ese era el horario acordado, pero luego solía quedarme algunos días más tiempo. Estuve tres años sin descansar

Decir que antes de ir al ejército se dedicó al boxeo aficionado. Disputó diez combates, ganando cinco, perdiendo cuatro y haciendo un nulo. Lo dejó cuando fue llamado a filas.

EN CASA MAYTE DESDE SUS INICIOS

Finalizada la mili trabajó de peón de albañilería con Fernando Amado, que estaba construyendo en la carretera de La Barrosa, el restaurante Casa Mayte para la madrileña Teresa Córdoba. Era 1974 y tenía 23 años. Ésta le ofreció un contrato como camarero, lo mismo que a su hermano José: “A mí no me gustaba lo de camarero, aunque llevara desde niño trabajando de eso, pero ante su insistencia compaginé ambos trabajos y solo iba los fines de semana”.

Estuvo dos meses con Amado de albañil, “pero al final caí. Estaba predestinado a trabajar en la hostelería”, comenta Carlos. Estaría hasta 1979, al igual que su hermano José, fecha en la que arrendaron el restaurante a Mayte. En sus inicios era muy pequeño, con un local destinado a asar los pollos y unas mesas y asientos de piedra fuera.

Cuando llovía no iba nadie, por eso en cuando pudieron comprar la parcela colindante, ampliaron el local y después construyeron Mayte 2. Era 1982. Diez años más tarde crearían Mayte-3, en el Pinar de don Jesús. Sus esposas trabajaban con ellos.

UNA NUEVA GENERACIÓN

En 1995 ambos hermanos deciden separar el negocio y emprender cada uno por su lado nuevos proyectos comerciales. José regentó Mayte 2 y Carlos Casa Mayte y Mayte 3. Sus hijos, Carlos y María del Carmen, trabajaban con él. En 2008 compró Mayte 2 a su hermano y le cedió el de la playa. Continuó con ambos hasta el cierre de Mayte2. Después siguió con Casa Mayte hasta jubilarse en 2017, pasándole el testigo a su hijo Carlos, actual gerente.

Pero en los años que transcurrieron desde que empezaron hasta ahora, hay muchas cosas más que contar. Estando ya en Mayte Carlos se casó con Carmen García. Nacieron los hijos y con dos o tres años los llevaban al restaurante porque no tenían con quién dejarlos: “Los metíamos en un parque en la cocina y les dábamos un muslo de pollo para que se entretuvieran”. Mucho mejor que un chupa chups. Dónde va a parar. Y estando en el palacio de los pollos, sería un sacrilegio.

DE ADMINISTRATIVO A HOSTELERO

Recuerda Carlos hijo que “me quedaba en casa de Mayte muchas veces y nos bañábamos en la alberca que tenía. Los veranos los pasábamos en su chalé y nos divertíamos mucho”. Agrega que “estudié Administrativo, fui a la mili y a la vuelta decidí que quería trabajar. Tenía 22 años y me quería independizar. Sabía que la única manera de comprarme una casa era trabajando en la hostelería”. Su padre le ayudó en la adquisición de la vivienda. Su hermana Mª del Carmen estuvo trabajando dos años con ellos.

Carlos hizo la mili en San Fernando y estuvo destinado en la Escuela de Suboficiales como administrativo. La semana que no tenía servicio trabajaba en Casa Mayte. Una de las directrices que le dio el padre al hijo cuando éste se hizo cargo del negocio hace siete años fue que “aunque tú no cobres, a pagar. Nunca tendrás líos ni problemas”. Y eso lo lleva a rajatabla. Y es, además, lo que ha visto en los veinticinco años que lleva trabajando al lado de su progenitor. Tiene 47 años.

MARCHA CICLISTA A LA BARROSA

Casa Mayte también llevó a cabo durante muchos veranos la famosa y multitudinaria marcha ciclista, que se celebraba en agosto en colaboración con el chiringuito Los bolos, entre la primera y segunda pista de La Barrosa, donde estaba la meta: “Era una fiesta. Venían familias enteras y llegamos a congregar a tres mil personas. En Los bolos les daban un refresco y unos cincuenta trofeos, donados por otras tantas empresas, comercios y bares de Chiclana”.

También regalaban camisetas a los participantes hasta agotar existencias. Inciden en que actualmente “no se podría celebrar, pues hay mucho tráfico y no se puede paralizar la llegada o salida de la playa durante varias horas”.

CIENTOS DE MILES DE POLLOS EN 50 AÑOS

Carlos Aragón hijo cogió el relevo de su padre cuando éste se jubiló. La nave navega con la misma firmeza de siempre, la misma calidad, servicio y cantidad en los platos, que en tiempos de minimalismos gastronómicos, con tantos gastrobares y establecimientos gourmet, con soles y estrellas, se agradece. Los pollos siguen siendo los reyes del restaurante, aunque el pescaito frito  no le va a la zaga.

Dice Carlos que durante el año suelen vender para la calle unos 1.300 pollos semanales, incrementándose en verano hasta llegar a los 2.000. A estos hay que sumar los que se consumen dentro del establecimiento: “Casi todos los días de verano son sábados, de la gente que viene. Por eso hemos puesto para la espera unas mesas fuera, donde pueden tomar una cerveza hasta que les llega el turno”. ¿Cuántos cientos de miles de pollos habrán vendido en 50 años? Echando cuentas, alrededor de un millón.

Los almuerzos en estas fechas son muy fuertes, mientras que las cenas son más tranquilas. Como es lógico, esto repercute en el número de trabajadores: “Son 19 diarios, pero de noche están la mitad. Los fines de semana tenemos 24. En invierno son 15 y los fines de semana igual que en verano”.

PESCAITO FRITO, OTRO MANJAR QUE TRIUNFA

Hablamos antes de los pollos que venden semanalmente, pero hay otro producto que  también es muy importante. Cada día se acercan muchas personas para llevarse pollo y pescado. Abren a las 13,00 horas, pero algunas llegan una hora antes para ser las primeras.

Son famosas las colas que se forman, llegando a esperar en ocasiones una o dos horas. Cada semana venden alrededor de 400 kilos de chocos, 150 de cazón y corvina, y otros 100 kilos de croquetas caseras.

La clientela es muy diversa. Aparte de los chiclaneros, así como isleños y gaditanos que tienen aquí su segunda residencia, vienen muchos madrileños y sevillanos. Y familias que se van renovando, varias generaciones que han pasado por allí en este medio siglo de existencia.

RECONOCIMIENTOS

Recordar que Carlos Aragón tiene 73 años, en 2023 recibió la Insignia de Sancti Petri que le otorgó el Ayuntamiento y que le fue entregada durante el acto del Día de Andalucía en el Teatro Moderno.

Por otra parte, en  2010, la Asociación Chiclanera de Hostelería reconoció su trabajo. Recibió una escultura alusiva a su profesión, y su esposa, Carmen García, un ramo de flores. Es un premio que le emocionó, porque se lo dieron sus compañeros de profesión. Su familia también estuvo en ese día tan especial.

Larga vida a Casa Mayte y que continúen muchos años más alegrándonos los estómagos con sus pollos asados, pescaito frito, croquetas, carnes y pescados.

PACO LÓPEZ

 

2 comentarios:

  1. Aquí se come y bien y no en esos nuevos que ponen platos grandes con dos mojones. Y te cobran el sueldo del mes.

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  2. Buena persona Carlos, yo también lo trate cuando eramos pequeños, vivía en su misma calle, y también yo empece a trabajar desde los diez años, y también en bares, creo si me permiten el sueldo de 8 pesetas, sería diario, pues yo ganaba, cinco pesetas al día, en el Bar Cartagena, en las Caleretas, luego como Carlos, fuí cambiando según me subían el sueldo, trabajando como bien se dice, de 8 a 10 poco más ó menos y todos los días de la semana incluidos domingos. SALUDOS CARLOS.

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