Ley de la revancha histriónica
Santiago Laz [colaborador]
Entiendo como instinto natural y convertido a la liturgia, la búsqueda de la paz interior con el duelo, así como la búsqueda de justicia para un ser querido víctima de las barbaridades de la Guerra Civil, lo que no llego a comprender como después de ese esfuerzo tras expulsar el gas lacrimógeno de la dictadura, abriendo las ventanas del consenso, se contribuye todavía de forma panfletaria al tufillo a pólvora que desprende la búsqueda de una victoria sentimental, ya sea a través de nuestro juez estrella, o los militantes del rencor.
Debe ser la edad, pero me voy alejando de ese romanticismo de gobiernos o personajes que tratan de equilibrar la balanza de la injusticia histórica de forma pública y a través de la legislación, porque entre otras cosas acaban desinclinando el brazo de la báscula. Creo que La Historia va “progresando” y a veces eliminando esos desajustes. En contra, la doctrina del “progreso“fuerza la curva de la historia, como si estuviéramos ante la ley del mercado; más tarde aparecen discriminaciones positivas en pro al sufrimiento pasado, por ello me adscribo a la corriente de Friederich Engels y su teoría que deriva en la síntesis como resultado de la tesis y la antítesis, que hizo suya el controvertido Marx con su Materialismo Histórico.
No se olvida para corregir, se corrige para convivir, y se convive para olvidar. No hace falta aplicar esta última divagación mía, para que abuelos y nietos alemanes estén en una gresca constante, sobre todo los domingos de reunión familiar. El abuelo se apoyaría en el bastón de la demencia senil para hacer creer a su punk-nieto que nunca estuvo en una Napola, Escuela de élite Nazi.
Será que soy hijo de la transición y mezclo coraje por lo injusto e indolencia por la transformación. Cuando terminé de ver la película de Salvador Puig Antich, el último ajusticiado por garrote vil no pude reprimir un grito de rabia que se extendió a los títulos de crédito ¿histriónico verdad? Después Salí por la puerta de emergencia de un gran centro comercial al escenario donde vivimos ahora: nuestro restaurado y revisado presente a través del voto, que no olvida el pulso pasado y que entre otras cosas, hace que no nos gobierne un Berlusconi hispano, o un Jesús Gil. Esa lucha que comenzó en el 36 nos devolvió una costosa y sufrida libertad, que hoy no nos debe arrebatar ningún totalitarista reaccionario, pero tampoco ningún apoya-codos de atril, que defienda una revancha exagerada y mediática, además de bipolar por utilizar el resultado de la contienda: La Constitución, para levantar fosas. “Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra cosa”, Engels.
(imagen recogida en la red, del dibujante Eneko)
Entiendo como instinto natural y convertido a la liturgia, la búsqueda de la paz interior con el duelo, así como la búsqueda de justicia para un ser querido víctima de las barbaridades de la Guerra Civil, lo que no llego a comprender como después de ese esfuerzo tras expulsar el gas lacrimógeno de la dictadura, abriendo las ventanas del consenso, se contribuye todavía de forma panfletaria al tufillo a pólvora que desprende la búsqueda de una victoria sentimental, ya sea a través de nuestro juez estrella, o los militantes del rencor.
Debe ser la edad, pero me voy alejando de ese romanticismo de gobiernos o personajes que tratan de equilibrar la balanza de la injusticia histórica de forma pública y a través de la legislación, porque entre otras cosas acaban desinclinando el brazo de la báscula. Creo que La Historia va “progresando” y a veces eliminando esos desajustes. En contra, la doctrina del “progreso“fuerza la curva de la historia, como si estuviéramos ante la ley del mercado; más tarde aparecen discriminaciones positivas en pro al sufrimiento pasado, por ello me adscribo a la corriente de Friederich Engels y su teoría que deriva en la síntesis como resultado de la tesis y la antítesis, que hizo suya el controvertido Marx con su Materialismo Histórico.
No se olvida para corregir, se corrige para convivir, y se convive para olvidar. No hace falta aplicar esta última divagación mía, para que abuelos y nietos alemanes estén en una gresca constante, sobre todo los domingos de reunión familiar. El abuelo se apoyaría en el bastón de la demencia senil para hacer creer a su punk-nieto que nunca estuvo en una Napola, Escuela de élite Nazi.
Será que soy hijo de la transición y mezclo coraje por lo injusto e indolencia por la transformación. Cuando terminé de ver la película de Salvador Puig Antich, el último ajusticiado por garrote vil no pude reprimir un grito de rabia que se extendió a los títulos de crédito ¿histriónico verdad? Después Salí por la puerta de emergencia de un gran centro comercial al escenario donde vivimos ahora: nuestro restaurado y revisado presente a través del voto, que no olvida el pulso pasado y que entre otras cosas, hace que no nos gobierne un Berlusconi hispano, o un Jesús Gil. Esa lucha que comenzó en el 36 nos devolvió una costosa y sufrida libertad, que hoy no nos debe arrebatar ningún totalitarista reaccionario, pero tampoco ningún apoya-codos de atril, que defienda una revancha exagerada y mediática, además de bipolar por utilizar el resultado de la contienda: La Constitución, para levantar fosas. “Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra cosa”, Engels.
(imagen recogida en la red, del dibujante Eneko)
Tienes mucha razón. Lo de la memoría hostórica se está convirtiendo en memoría histérica. Y en batiburrillo en el que se mezcla de todo. Los que hablan de progreso están haciendo lo mismo que hicieron los que les antecedieron, intentar borrar la historia quitando nombres y símbolos del enemigo para poner los suyos, creando un enfrentamiento como aquel de las dos Españas, que a estas alturas está fuera de lugar, entre otras razones porque nosotros debemos demostrar algo que los que ganaron la guerra no hicieron: compasión con el perdedor. Y más en democracia, y más cuando ninguno de los que ahora andamos por estos barrios vivíamos. A este paso van a salir los descendientes del Cid para pedir justicia y los anteriores también. Con revivir la guerra civil no conseguimos nada bueno. Ya pasó. Ahora construyamos un país distinto, sin odios ni rencores como nos están metiendo, para que nunca vuelva a suceder algo semejante a lo del 36 y época pretéritas.
ResponderEliminarsr santiago laz esta muy bien pero lo mismo que sacó el garrote vil , tambien debía haber sacado a la vez lo de un convento quemado con las mongitas dentro ,hubiese sido mas equilibrado ,por lo demas muy bien
ResponderEliminarluis antonio
La gente que tuvo que ceder para poder vivir casi en paz fueron las gentes de izquierdas. Ahora, una vez se han muerto la mayoría de los asesinos, aunque queda Fraga entre otros, hay que recuperar la memoria y hacer valer los derechos de los represaliados de la guerra civil que empezó el 18 de Julio de 1936 y terminó el 20 de Noviembre de 1975. Lo que ocurre es que los herederos de esos asesinos no quieren que se recupere la dignidad de los represaliados y por lo tanto también la indignidad de los suyos ya que fueron sus abuelos y bisabuelos los que asesinaron a nuestros abuelos y bisabuelos. Por mucho que quieran, jamás podrán ocultar sus crímenes aunque eso si, quieren ocultar como sea a los curas son delincuentes que se quieren follar a los niños que padres creyentes les confian. luis antonio
ResponderEliminarNo seas cafre. En casi todas las familias hay fusilados, gente que estuvo en los dos bandos y eso pasó hace muchos años. Ya está bien de dar por el trasero con eso. Los muertos, del bando que sea, estan muertos y por mucho que intenteis buscar sus restos no van a resucitar ni los que se los cargaron pagarlo. Dejad ya el odio en el saco, ya está bien.Y no mezclaeis las cosas. Ni todos los curas son iguales ni todos los que os llamais progres lo sois.
ResponderEliminaryo , que mi padre fue de la division azul y la falange española comparto el sentimento de que las familias quieran y tengan el derecho y la oportunidad de encontrar a sus familiares y no importa cuantos años hayan pasado. Creo q mi padre al que conocia tan bien tb estaria con esto. Otras cosa es hablar de asesinos y alentar el rencor. Lo q es indecente es hacer negocio politico con temas q tienen q ver con la dignidad de las personas y por supuesto q es de justicia q entierren a sus familiares con el respeto q merecen. Y me parece muy mezquino decir q ha pasado mucho tiempo y q eso ha de olvidarse ya, pues no, hay q encontrarles y enterrarles debidamente, a los de un bando y alos del otro
ResponderEliminarLa ley de memoria historica está para respetarla, igual que otras y eso solo puede defenderlo las personas que han sufrido la desaparición de algún familiar. No hay rencor ni animo e rebancha, solo hay ganas de que igual que se mantiene el monumento a los caidos, se recupere a los fusilados y desaparecidos del otro bando.
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