ARREPENTIMIEMTO IRREVERSIBLE
CARTAS AL PERIĂ“DICO
Javier Bejarano DomĂnguez
La necesidad de sentirse protegido durante la infancia por un padre perdura toda la vida. ¿QuiĂ©n no ha tenido un secreto inconfesable, un sueño inalcanzable o un arrepentimiento irreversible? Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible.
Santiago, a mitad de los años cuarenta del siglo pasado era un triunfador. Varios comercios de telas en Salamanca, una familia cohesionada y un sueño: la presencia de su padre Daniel, ya jubilado y viudo, que se trasladĂł desde Madrid para ayudar a su hijo. Daniel tenĂa encomendada una sola tarea, cerrar las cajas e ingresar al dĂa siguiente el metálico en una entidad bancaria.
El encargado de una de las tiendas percibiĂł que el importe de la venta no correspondĂa al del ingreso. Con grandes dudas y cierto sentido de culpabilidad se lo trasladĂł a Santiago. No podĂa creer que su padre le robase. Le tendiĂł varias trampas y efectivamente una parte de la venta, insignificante, pero venta, desaparecĂa. Daniel no se defendiĂł de los reproches e insultos de su hijo, preparĂł su maleta y regresĂł a Madrid.
Juan de Dios era director de la sucursal bancaria donde Daniel habitualmente efectuaba los ingresos. Una tarde visitó a Santiago y la conversación fue más o menos por estos derroteros:
-¿Y tu padre, Santiago, ¿hace algĂşn tiempo que no lo veo por el banco, ¿le ocurre algo?
Santiago le contĂł todo lo sucedido; la conducta poco honrada de su progenitor y su gran frustraciĂłn y desengaño. Tras oĂr a Santiago Juan de Dios le dijo:
–Te voy a dar una buena noticia que disipará tus dudas, pero aumentarán tus remordimientos. Tu padre conocĂa tus Ă©xitos de hoy, pero ignoraba tu futuro. Por si acaso el dĂa de mañana no fuese favorable para ti decidiĂł, con mi complicidad, destinar una pequeña parte de las ventas a una cuenta a tu nombre que aĂşn permanece. Su afán era que no pasases dificultades en un futuro. Para disipar una duda, cualquiera que sea, se necesita una acciĂłn, corre hacia Ă©l y busca el perdĂłn.
Desgraciadamente, Daniel habĂa fallecido y Santiago viviĂł siempre con este arrepentimiento irreversible. Santiago era primo carnal de mi padre. En 1967, ya muy mayor, le acompañé al cementerio de la Almudena de Madrid a visitar a Daniel y recuerdo sus palabras:
-Busca la palabra más hermosa y encontrarás padre.
Javier Bejarano DomĂnguez
La necesidad de sentirse protegido durante la infancia por un padre perdura toda la vida. ¿QuiĂ©n no ha tenido un secreto inconfesable, un sueño inalcanzable o un arrepentimiento irreversible? Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible.
Santiago, a mitad de los años cuarenta del siglo pasado era un triunfador. Varios comercios de telas en Salamanca, una familia cohesionada y un sueño: la presencia de su padre Daniel, ya jubilado y viudo, que se trasladĂł desde Madrid para ayudar a su hijo. Daniel tenĂa encomendada una sola tarea, cerrar las cajas e ingresar al dĂa siguiente el metálico en una entidad bancaria.
El encargado de una de las tiendas percibiĂł que el importe de la venta no correspondĂa al del ingreso. Con grandes dudas y cierto sentido de culpabilidad se lo trasladĂł a Santiago. No podĂa creer que su padre le robase. Le tendiĂł varias trampas y efectivamente una parte de la venta, insignificante, pero venta, desaparecĂa. Daniel no se defendiĂł de los reproches e insultos de su hijo, preparĂł su maleta y regresĂł a Madrid.
Juan de Dios era director de la sucursal bancaria donde Daniel habitualmente efectuaba los ingresos. Una tarde visitó a Santiago y la conversación fue más o menos por estos derroteros:
-¿Y tu padre, Santiago, ¿hace algĂşn tiempo que no lo veo por el banco, ¿le ocurre algo?
Santiago le contĂł todo lo sucedido; la conducta poco honrada de su progenitor y su gran frustraciĂłn y desengaño. Tras oĂr a Santiago Juan de Dios le dijo:
–Te voy a dar una buena noticia que disipará tus dudas, pero aumentarán tus remordimientos. Tu padre conocĂa tus Ă©xitos de hoy, pero ignoraba tu futuro. Por si acaso el dĂa de mañana no fuese favorable para ti decidiĂł, con mi complicidad, destinar una pequeña parte de las ventas a una cuenta a tu nombre que aĂşn permanece. Su afán era que no pasases dificultades en un futuro. Para disipar una duda, cualquiera que sea, se necesita una acciĂłn, corre hacia Ă©l y busca el perdĂłn.
Desgraciadamente, Daniel habĂa fallecido y Santiago viviĂł siempre con este arrepentimiento irreversible. Santiago era primo carnal de mi padre. En 1967, ya muy mayor, le acompañé al cementerio de la Almudena de Madrid a visitar a Daniel y recuerdo sus palabras:
-Busca la palabra más hermosa y encontrarás padre.
Muy bonito artĂculo, javier. Y tienes razĂłn en lo que cuentas. A ver si leemos algunos mas de este estilo, ya está bien de polĂtica.El humanismo es más importante que esta panda de impresentables que nos están llevando a la mas absoluta miseria.
ResponderEliminarhermosa historia. me ha heccho reflexionar
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