Demasiadas novelas de Stephen King
José Antonio Sanduvete [colaborador]
"¡Vaya tĂo más tonto!", pensaba mientras salĂa de la tienda de electrodomĂ©sticos con la máquina trituradora entre las manos. "¿QuĂ© se habrá creĂdo ese jovenzuelo, que por hacer de vendedor puede andar bromeando con los clientes? ¡Vaya confianzas!".
En realidad, y bien mirado, tenĂa su gracia. Aquel chico hablando sobre las virtudes de la trituradora y su sorprendente precio, ella casi convencida, y de repente un rostro serio, una voz cavernosa y una estĂşpida advertencia en plan "tenga cuidado con esta trituradora, está maldita", todo acompañado, cĂłmo no, de una risa macabra.
QuĂ© chico tan desconsiderado, de verdad, a punto estuvo de hablar con su jefe. No obstante, prefiriĂł pasarlo por alto y comprar de todos modos el aparato, intentando olvidar a aquel desagradable que, seguramente, serĂa un fanático del cine gore y habrĂa leĂdo demasiadas novelas de Stephen King, que Ăşltimamente encuentra el mal lo mismo en un frigorĂfico que en un prospecto de jarabe o un jersey de lana.
Al entrar en casa, aĂşn llevando la trituradora, sintiĂł algo extraño, un escalofrĂo, un presentimiento. "¿Será verdad que están intentando sugestionarme?", se preguntĂł, y en realidad no le dio importancia, como tampoco se lo dio a aquella sombra que le pareciĂł ver en el pasillo, ni a la lámpara que se balanceaba. "Bah, corrientes de aire".
Media hora despuĂ©s se encontraba metiendo la mano en la trituradora Star 2000, provista de más de una decena de cuchillas irrompibles y a estrenar. Ella dirĂa que lo estaba haciendo contra su voluntad, aunque entre las voces que habĂan comenzado a hablar en su cabeza, las ganas de meterle miedo al insolente de la tienda haciendo verdad sus profecĂas y el monstruo sin ojos que se le habĂa reflejado en el espejo, no estaba segura del todo.
De lo que sĂ estaba segura, muy segura, es de que aquella broma le estaba doliendo cantidad.
Y de que quien fuera, probablemente no ella, iba a tener que pasar un buen rato limpiando las salpicaduras de sangre que llenaban la cocina.
"¡Vaya tĂo más tonto!", pensaba mientras salĂa de la tienda de electrodomĂ©sticos con la máquina trituradora entre las manos. "¿QuĂ© se habrá creĂdo ese jovenzuelo, que por hacer de vendedor puede andar bromeando con los clientes? ¡Vaya confianzas!".
En realidad, y bien mirado, tenĂa su gracia. Aquel chico hablando sobre las virtudes de la trituradora y su sorprendente precio, ella casi convencida, y de repente un rostro serio, una voz cavernosa y una estĂşpida advertencia en plan "tenga cuidado con esta trituradora, está maldita", todo acompañado, cĂłmo no, de una risa macabra.
QuĂ© chico tan desconsiderado, de verdad, a punto estuvo de hablar con su jefe. No obstante, prefiriĂł pasarlo por alto y comprar de todos modos el aparato, intentando olvidar a aquel desagradable que, seguramente, serĂa un fanático del cine gore y habrĂa leĂdo demasiadas novelas de Stephen King, que Ăşltimamente encuentra el mal lo mismo en un frigorĂfico que en un prospecto de jarabe o un jersey de lana.
Al entrar en casa, aĂşn llevando la trituradora, sintiĂł algo extraño, un escalofrĂo, un presentimiento. "¿Será verdad que están intentando sugestionarme?", se preguntĂł, y en realidad no le dio importancia, como tampoco se lo dio a aquella sombra que le pareciĂł ver en el pasillo, ni a la lámpara que se balanceaba. "Bah, corrientes de aire".
Media hora despuĂ©s se encontraba metiendo la mano en la trituradora Star 2000, provista de más de una decena de cuchillas irrompibles y a estrenar. Ella dirĂa que lo estaba haciendo contra su voluntad, aunque entre las voces que habĂan comenzado a hablar en su cabeza, las ganas de meterle miedo al insolente de la tienda haciendo verdad sus profecĂas y el monstruo sin ojos que se le habĂa reflejado en el espejo, no estaba segura del todo.
De lo que sĂ estaba segura, muy segura, es de que aquella broma le estaba doliendo cantidad.
Y de que quien fuera, probablemente no ella, iba a tener que pasar un buen rato limpiando las salpicaduras de sangre que llenaban la cocina.
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