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Ideas de viejo borracho

José Antonio Sanduvete [colaborador]

"¡No hay otra opción! ¡No hay otra opción!", me gritaba el viejo mientras con mirada extraviada y aliento etílico agitaba una servilleta de papel en la que, además del acostumbrado "Gracias por su visita" impreso de fábrica, se encontraban escritas de su puño y letra las cinco posibles soluciones del mundo del futuro.

"O reducimos el crecimiento de la población o multiplicamos las formas de obtener energía, no hay otra opción". Esa era su opinión, perfectamente expuesta entre trago y trago de Tanqueray tónica.

"La solución exterior, la interior, la social, la atmosférica y la interdimensional", me decía. "¿Cómo?", pregunté.

"Es evidente. Solución uno: podemos conquistar el espacio, una colonización progresiva y en toda regla, aunque desde que pisamos la luna hemos de reconocer que no llevamos muy buen camino. Solución dos: construimos ciudades subterráneas que puedan acoger a los excedentes de población, para lo que, en cualquier caso, se necesitarían generadores de energía. Solución tres: control exhaustivo de la población, aunque para ello habría que romper algún que otro tabú moral, asumiendo el revolucionario axioma que reza: "Para una especie racional y tecnológicamente avanzada la reproducción tiene que dejar de ser una necesidad biológica". Solución cuatro: construimos enormes torres, torres kilométricas, capaces de albergar la población de un país entero, y creamos, a medida que sean necesarios, puentes que las unan, hasta poder crear un nuevo espacio vital, la atmósfera. Ciudades sobre ciudades, vida a dos niveles. Solución cinco: desarrollar la capacidad de realizar viajes interdimensionales y, de este modo, ser capaces de extraer la energía de dimensiones paralelas para beneficio propio".

Yo sonreía. El viejo hipaba, y la nariz se le enrojecía por momentos.
"La otra posibilidad, dadas las circunstancias de superpoblación y desperdicio de los recursos, es la extinción. Así que tú verás...".

Yo le decía que sí, todo el rato. Nunca desprecies las ideas de un viejo borracho. Por si acaso, tengo bien guardada en un cajón aquella servilleta de papel...




1 comentario:

  1. Existe una sexta opción, una opción que no es precisamente el control de la natalidad. Algún energúmeno seguro que pensón alguna vez que para regular la población, nada mejor que las guerras.
    Desgraciadamente para la raza humana, esto es algo, la guerra, que viene sucediendo desde los albores de los tiempos. Será la condición humana... maldita condición.
    Saludos José Antonio.

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