NO ES COBRE TODO LO QUE RELUCE
Miguel Angel Bolaños [colaborador]
Entre las notas de sucesos que llegan todos los dĂas a las redacciones, lo normal era encontrarse asesinatos, robos en bancos, secuestros, trapicheo de drogas, pero no robo de cobre. Una de las herencias que vamos a tener de esta dichosa crisis va a ser precisamente ese fenĂłmeno. Ya no es raro encontrarse con cacos o bandas organizadas que se dedican a sustraer el cable de cobre de infraestructuras (arquetas de luz de autovĂas, por ejemplo), o de explotaciones agrarias.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son conscientes de que este tipo de delitos están cada vez mejor estructurados e, incluso los ladrones, llegan a conformar mafias internacionales que provocan una curiosa paradoja: la empresa o persona que sufre estos robos al final debe desembolsar una cantidad millonaria por comprar un material que proviene, precisamente, del reciclaje de lo sustraĂdo. Es un negocio redondo en todos los sentidos: tanto para los delincuentes, que obtienen pingĂĽes beneficios, como en el cĂrculo vicioso de instalaciĂłn-robo-venta-reciclaje-instalaciĂłn en que puede resumirse este fenĂłmeno.
Los expertos coinciden en que el modus operandi tiene una doble vertiente: las minĂşsculas bandas que hacen pequeñas aprehensiones y las mafias organizadas y de carácter internacional. Unos y otros no sĂłlo se diferencian en la cantidad de cobre que roban, sino en sus receptores. Mientras los cacos de poca monta, utilizan las chatarrerĂas como lugar donde obtener dinero a cambio del preciado metal, las mafias organizadas buscan en China el mercado donde colocar la mercancĂa. La imparable industrializaciĂłn del gigante asiático hace que la demanda de cable de cobre sea especialmente intensa. Las mafias roban aquĂ lo que distribuyen en algĂşn puerto europeo para que luego termine todo en China.
¿QuĂ© hacer ante este fenĂłmeno? Más vigilancia, más seguridad, y conocer, como conocemos ahora, los resortes de un negocio que está empobreciendo a unos mientras enriquece a otros.
Entre las notas de sucesos que llegan todos los dĂas a las redacciones, lo normal era encontrarse asesinatos, robos en bancos, secuestros, trapicheo de drogas, pero no robo de cobre. Una de las herencias que vamos a tener de esta dichosa crisis va a ser precisamente ese fenĂłmeno. Ya no es raro encontrarse con cacos o bandas organizadas que se dedican a sustraer el cable de cobre de infraestructuras (arquetas de luz de autovĂas, por ejemplo), o de explotaciones agrarias.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son conscientes de que este tipo de delitos están cada vez mejor estructurados e, incluso los ladrones, llegan a conformar mafias internacionales que provocan una curiosa paradoja: la empresa o persona que sufre estos robos al final debe desembolsar una cantidad millonaria por comprar un material que proviene, precisamente, del reciclaje de lo sustraĂdo. Es un negocio redondo en todos los sentidos: tanto para los delincuentes, que obtienen pingĂĽes beneficios, como en el cĂrculo vicioso de instalaciĂłn-robo-venta-reciclaje-instalaciĂłn en que puede resumirse este fenĂłmeno.
Los expertos coinciden en que el modus operandi tiene una doble vertiente: las minĂşsculas bandas que hacen pequeñas aprehensiones y las mafias organizadas y de carácter internacional. Unos y otros no sĂłlo se diferencian en la cantidad de cobre que roban, sino en sus receptores. Mientras los cacos de poca monta, utilizan las chatarrerĂas como lugar donde obtener dinero a cambio del preciado metal, las mafias organizadas buscan en China el mercado donde colocar la mercancĂa. La imparable industrializaciĂłn del gigante asiático hace que la demanda de cable de cobre sea especialmente intensa. Las mafias roban aquĂ lo que distribuyen en algĂşn puerto europeo para que luego termine todo en China.
¿QuĂ© hacer ante este fenĂłmeno? Más vigilancia, más seguridad, y conocer, como conocemos ahora, los resortes de un negocio que está empobreciendo a unos mientras enriquece a otros.
Miguel Angel, por poco acierta ZP. BARCA 5 R. MADRID 0. Que pena no haberlo visto en directo en el Camp Nou, como cuando vimos aquel BARCA- aLAVÉS ¿TE ACUERDAS? qUE DISFRUTAMOS LA EXPEDICION. uN SALUDO. aNDRES
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