Todo es mentira
José Antonio Sanduvete [colaborador]
El orador subiĂł al estrado y atrajo, inmediatamente, la atenciĂłn de los presentes. Tras unos segundos de silencio se aclarĂł la voz y comenzĂł su discurso:
- No hagáis caso a nada de lo que os digan -explicaba. - Todos os quieren engañar, todos desean sacar provecho y beneficio de la candidez y la buena voluntad de los otros. Desconfiad, procurad comprobar a través de vuestra propia experiencia toda idea que pretendáis sostener. Y, si es necesario, desconfiad de vosotros mismos, de vuestros sentidos y de vuestra razón. En nada hay que confiar ciegamente, pues todo es mentira.
Una voz se elevĂł de entre la multitud:
- Si todo es mentira, ¿por quĂ© habrĂamos de hacerte caso a ti? ¿CĂłmo sabemos que nos estás diciendo la verdad?
El orador, entonces, supo que estaba siendo puesto a prueba, que se habĂa convertido en vĂctima de un proceso argumentativo muy similar a la tradicional paradoja del mentiroso. En cualquier caso, estaba preparado para ello:
- No me hagáis caso. ¡Claro que no sabĂ©is si yo mismo os estoy mintiendo! No os creáis lo que digo. Comprobadlo, si os place, y ni tan siquiera entonces podrĂ©is estar seguros. Todo es mentira.
SucediĂł entonces algo que el orador no habĂa previsto. El auditorio comenzĂł a increparle, a desatenderle y a abandonar la sala:
- ¡CĂłmo pretende este tĂo que lo comprobemos todo! Nada se puede comprobar hasta el infinito.
- Si todo es mentira, la vida carecerĂa de sentido.
- ¡QuĂ© desfachatez, perder la vida comprobando si hay algo de verdad en ella!
- Eso que dice es tan retorcido... !seguro que quiere engañarnos!
Cuando el orador quedĂł a solas, sintiĂł una profunda impotencia. Era una pena, desde luego, que se hubieran negado a escucharle. Una pena inmensa. Porque en el fondo, y no tan en el fondo, todo el mundo sabĂa, Ă©l mismo sabĂa, que esa era la Ăşnica verdad.
Todo, en definitiva, es mentira.
El orador subiĂł al estrado y atrajo, inmediatamente, la atenciĂłn de los presentes. Tras unos segundos de silencio se aclarĂł la voz y comenzĂł su discurso:
- No hagáis caso a nada de lo que os digan -explicaba. - Todos os quieren engañar, todos desean sacar provecho y beneficio de la candidez y la buena voluntad de los otros. Desconfiad, procurad comprobar a través de vuestra propia experiencia toda idea que pretendáis sostener. Y, si es necesario, desconfiad de vosotros mismos, de vuestros sentidos y de vuestra razón. En nada hay que confiar ciegamente, pues todo es mentira.
Una voz se elevĂł de entre la multitud:
- Si todo es mentira, ¿por quĂ© habrĂamos de hacerte caso a ti? ¿CĂłmo sabemos que nos estás diciendo la verdad?
El orador, entonces, supo que estaba siendo puesto a prueba, que se habĂa convertido en vĂctima de un proceso argumentativo muy similar a la tradicional paradoja del mentiroso. En cualquier caso, estaba preparado para ello:
- No me hagáis caso. ¡Claro que no sabĂ©is si yo mismo os estoy mintiendo! No os creáis lo que digo. Comprobadlo, si os place, y ni tan siquiera entonces podrĂ©is estar seguros. Todo es mentira.
SucediĂł entonces algo que el orador no habĂa previsto. El auditorio comenzĂł a increparle, a desatenderle y a abandonar la sala:
- ¡CĂłmo pretende este tĂo que lo comprobemos todo! Nada se puede comprobar hasta el infinito.
- Si todo es mentira, la vida carecerĂa de sentido.
- ¡QuĂ© desfachatez, perder la vida comprobando si hay algo de verdad en ella!
- Eso que dice es tan retorcido... !seguro que quiere engañarnos!
Cuando el orador quedĂł a solas, sintiĂł una profunda impotencia. Era una pena, desde luego, que se hubieran negado a escucharle. Una pena inmensa. Porque en el fondo, y no tan en el fondo, todo el mundo sabĂa, Ă©l mismo sabĂa, que esa era la Ăşnica verdad.
Todo, en definitiva, es mentira.
Bravo
ResponderEliminarEs mentira que sepa lo que quiero,
ResponderEliminares mentira que cante por cantar,
es mentira que sea mejor torero
con toros de verdad.
Es mentira que no tenga ambiciones,
es mentira que crezca mi nariz,
es mentira que escribo las canciones
de amor pensando en tĂ.
Te digo que… es mentira que fuĂ ladrĂłn de bancos,
es mentira que no lo vuelva a ser,
es mentira que nos quisĂmos tanto
(parece que fue ayer).
Te juro que… es mentira los Reyes son los padres,
es mentira que ha muerto el rocanrol;
es mentira que sepan a vinagre
los besos sin amor.
Para mentiras las de la realidad
promete todo pero nada te da,
yo nunca de mentĂ
más que por verte reir.
Menos piadosas que las del corazĂłn
son las mentiras de la diosa razĂłn,
yo solo te conté media verdad al revés
(que no es igual que media mentira).
Es mentira que no tenga enemigos,
es mentira que no tengan razĂłn;
es mentira que acepte que el ombligo
del mundo no soy yo.
Es mentira que nunca te he mentido,
es mentira que no te mienta más;
es mentira que un bulo repetido
merezca ser verdad.
Es una gran mentira que mientan los boleros;
non e vero que nos dieran las diez;
es mentira que sea un caballero
cuando nadie me ve.
Repito que… es mentira el cristal con que me miras;
es mentira que dude de dudar;
es mentira que más de cien mentiras
no digan la verdad.
Para mentiras las de la realidad
promete todo pero nada te da,
yo nunca de mentĂ
más que por verte reir.
Menos piadosas que las del corazĂłn
son las mentiras de la diosa razĂłn,
yo solo te conté media verdad al revés
(que no es igual que media mentira).
Mejor que yo miente la necesidad;
sabe de sobra como hacerte llorar;
mi crimen fue vestir
de azul al prĂncipe gris.
Mira las piernas de la desolaciĂłn,
llevan las medias que rompiĂł la pasiĂłn;
yo sĂłlo canto en blues
del que perdiĂł el autobĂşs.
Los sueños dicen la verdad corazón;
dĂmelo todo, miĂ©nteme, por favor;
yo sĂłlo pretendĂ
comer reina con alfil.
PĂdele cuentas a la pura verdad
que no se pringa, que no tiene piedad;
yo sólo me colgué
medallas que no gané
cuando se va a colocar algĂşn comentario que no sea copiado y pegado.
ResponderEliminarQue flojera madre mĂa
comenta tu algo
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