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René Descartes y la verdad sobre el genio maligno

José Antonio Sanduvete [colaborador]

Cuando en 1641 el filósofo y matemático francés René Descartes publicó las Meditaciones filosóficas, lo hizo junto con un pequeño opúsculo, anexo a la obra principal, que ha resultado maltratado, corrompido y, finalmente, olvidado por el tiempo y las gentes. Dicho opúsculo se titulaba Matemática conceptual, y en él Descartes aplicaba su archiconocido método matemático-racional a la que podríamos denominar "caza del genio maligno".

Ya por aquella época Descartes jugaba con la idea de un Dios matemático al estilo que, un siglo después, retomaría otro matemático de postín, Laplace. Parte esta idea de una concepción determinista de la realidad, según la cual esta se conforma como una sucesión indeterminada de causas y efectos. Nosotros los humanos solo podemos percibir y predecir una parte ínfima de la totalidad de estos procesos causales, pero Dios, o quienquiera que alcanzara su capacidad, podría reproducir a golpe de vista toda la realidad, comprendiéndola al instante en su naturaleza física, y teniendo acceso, de paso, a todos los efectos que sucederán a todas las causas posibles, de tal modo que su cualidad divina y su conocimiento de todo lo pasado y lo porvenir se basa en tal conocimiento. Descartes, como después Laplace, buscó con ansia a lo largo de su vida una fórmula matemática que explicara el devenir de la realidad, la que los alquimistas llamaron "La fórmula de Dios".

Esta búsqueda, sin embargo, no fue vista con buenos ojos por la Iglesia, que llamó la atención al filósofo y le amenazó con un proceso por blasfemia. Esto puede explicar, entre otras cosas, que Descartes se retirara a vivir a Holanda, que "La fórmula de Dios" desapareciera para siempre de sus escritos oficiales y que la Matemática conceptual fuera incluida en el catálogo de libros malditos de la Inquisición española y, en general, desapareciera de las bibliotecas y anaqueles europeos con suma celeridad.

En algunas de sus cartas, no obstante, Descartes comenta la posible aparición del genio maligno en "la fórmula de Dios", esto es, la posibilidad de que el propio ser omnisciente fuera víctima de la duda metódica y que un ser superior a él le indujera a error. En una de ellas, fechada en 1649, Descartes habla de una fórmula superior capaz de predecir la aparición del genio maligno. Incluso afirma, en una frase un tanto confusa que la crítica no termina de valorar, haber efectuado predicciones matemáticas a diez años vista desde el momento de la escritura de la carta.

No es de extrañar, por tanto, que Descartes siguiera con sus investigaciones, y que estas, incluso, le llevaran a la muerte, pues el cuadro sintomático observado antes de su fallecimiento, producido en Estocolmo, en 1650, indican un posible envenenamiento por arsénico, y no la neumonía que se recoge como causa oficial.

En cuanto al genio maligno, hay quien cuenta que posiblemente se hizo pasar por criados de la Reina de Suecia para verter el veneno en la copa de Descartes antes de que este pudiera concluir sus estudios y diera a conocer su "fórmula de la predicción eterna".


3 comentarios:

  1. Genial texto Jóse Antonio. Es un verdadero gustazo poder leer cada semana tus artículos.

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  2. y Nash y la teoría de juegos? estos matemáticos...que miedo que dan los pobres jajajajajaja!!!!

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  3. Qué pena que esa época las cosas estuvieran difíciles a la hora de expresar ideas novedosas y muchos tuvieran que callar o esperar a su muerte para publicarlas. Siempre he pensado que muchas cosas serían diferentes de haber ocurrido lo contrario.

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