Igualdad, pero menos
Francisco M. Navas
Llevamos mucho tiempo, demasiado, oyendo hablar de igualdad entre hombres y mujeres. La concienciaciĂłn social ha crecido hasta lĂmites insospechados años atrás, cuando todavĂa el macho ibĂ©rico miraba por encima del hombro al “afeminado” que se atrevĂa a hablar de estos temas, o a la “marimacho” que se destacaba de las demás. Ya lo dice el refrán: “La mujer, en casa y con la pata quebrada” AhĂ queda eso. Sobran los comentarios.
Poco a poco, los hombres se fueron retrayendo en pĂşblico de hacer estos comentarios soeces y groseros sobre las mujeres, aĂşn cuando en su fuero interno siguieran pensando lo mismo. Las gracias y los chistes ridiculizando el fĂsico o la inteligencia de las mujeres pasaron a mejor vida, o quedaron reducidos al reducido espacio del retrete de caballeros.
Pero, como dice un viejo proverbio, es más fácil cambiar una montaña que una costumbre. Y lo que la gente aceptaba tĂmidamente en pĂşblico, lo seguĂa negando en privado y, sobre todo, aplicando muy poca de esta teorĂa de igualdad a su práctica diaria.
El resultado es que, a dĂa de hoy, aĂşn cuando nuestro ordenamiento constitucional y nuestras leyes no discriminan a nadie en razĂłn del sexo, la religiĂłn, las creencias, la cruda realidad nos sigue despertando, mañana sĂ y mañana no, con un interminable rosario de muertes absurdas e inĂştiles, que siembran el terror entre las mujeres y los hombres de bien, y que siguen señalándonos, como un permanente semáforo en rojo, que algo sigue sin cambiar.
Y los poderes pĂşblicos, ¿quĂ© hacen para mitigar tanto dolor y tanta muerte gratuita? Pues evidentemente, y en general, aplican con rigor las leyes a estos neandertales del siglo XX, que lo Ăşnico que entienden es aquello de “la matĂ© porque era mĂa”. ¿CĂłmo, entonces, se siguen produciendo entre 60 y 70 muertes de mujeres al año, a mano de sus verdugos? Creo, sinceramente, que la respuesta, como casi siempre, está en la educaciĂłn.
Y aĂşn cuando muchos hombres siguen esforzándose por defender a las mujeres, no sĂłlo de su muerte o su maltrato, sino de esa otra forma de maltrato discriminatorio que sufren a diario en su nĂłmina, en su horario laboral, o en el permanente regateo que los patronos mantienen con su aspecto fĂsico, su forma de vestir o su legĂtima maternidad, muchos padres y madres siguen consintiendo en casa que el chico llegue a la hora que le dĂ© la gana, pero la niña a las doce, que el chico se apropie del mando del televisor, imitando a su padre, y que la chica ayude a su madre en la casa.
PREDICAR EL EJEMPLO
Y donde no hay chicos, o chicas, la mujer, si en defensa de su libertad e independencia econĂłmica desempeña un trabajo asalariado, se seguirá encargando, con toda probabilidad, de los niños, de la plancha y de la comida, y de estar estupenda a las once de la noche para hacer el amor con el prenda de su marido. Porque el “rey de la casa” no sirve ni para pegar un sello. Ah, y como Ă©l tambiĂ©n trabaja en la calle, si acaso, pondrá la mesa o tenderá la lavadora, porque Ă©l “ayuda”.
Si la familia sigue funcionando internamente con mentalidad de niñas de rosa y niños de azul, mal panorama tenemos ante nosotros. Y si las mujeres, que son el 51% de la población española, no toman conciencia de su fuerza y de la importancia de luchar por su dignidad y por una educación en familia absolutamente igual para los niños que para las niñas, peor que peor.
La escuela intentará dar mensajes que podrán calar más o menos, aunque, inevitablemente, caerán en saco roto cuando en casa, la madre, desesperada por su sobrecarga de trabajo, le dĂ© un grito a su hija y diga: “Deja a tu hermano tranquilo viendo la tele, y ven ayudarme en la cocina. ¿Es que no me ves como estoy?”
Siempre he sido partidario de la suma de granitos de arena hasta formar una playa. Y pedirĂa, con toda humildad desde aquĂ, y como hombre que no sĂłlo predica, sino que da ejemplo, que las mujeres se rebelen. Primero, un poquito. DespuĂ©s, definitivamente.
Y que los hombres sientan, aunque sea por un dĂa, la angustia de llegar de trabajar y tener que ponerse a cocinar para su mujer, o para toda la familia, como ellas hacen a diario. O lavarse Ă©l mismo su ropa y la de los demás, y plancharla, si quiere ir limpio y planchadito al trabajo. O prescindir del mando de la tele. Eso sĂ que es igualdad. Lo demás, son cuentos chinos.
Llevamos mucho tiempo, demasiado, oyendo hablar de igualdad entre hombres y mujeres. La concienciaciĂłn social ha crecido hasta lĂmites insospechados años atrás, cuando todavĂa el macho ibĂ©rico miraba por encima del hombro al “afeminado” que se atrevĂa a hablar de estos temas, o a la “marimacho” que se destacaba de las demás. Ya lo dice el refrán: “La mujer, en casa y con la pata quebrada” AhĂ queda eso. Sobran los comentarios.
Poco a poco, los hombres se fueron retrayendo en pĂşblico de hacer estos comentarios soeces y groseros sobre las mujeres, aĂşn cuando en su fuero interno siguieran pensando lo mismo. Las gracias y los chistes ridiculizando el fĂsico o la inteligencia de las mujeres pasaron a mejor vida, o quedaron reducidos al reducido espacio del retrete de caballeros.
Pero, como dice un viejo proverbio, es más fácil cambiar una montaña que una costumbre. Y lo que la gente aceptaba tĂmidamente en pĂşblico, lo seguĂa negando en privado y, sobre todo, aplicando muy poca de esta teorĂa de igualdad a su práctica diaria.
El resultado es que, a dĂa de hoy, aĂşn cuando nuestro ordenamiento constitucional y nuestras leyes no discriminan a nadie en razĂłn del sexo, la religiĂłn, las creencias, la cruda realidad nos sigue despertando, mañana sĂ y mañana no, con un interminable rosario de muertes absurdas e inĂştiles, que siembran el terror entre las mujeres y los hombres de bien, y que siguen señalándonos, como un permanente semáforo en rojo, que algo sigue sin cambiar.
Y los poderes pĂşblicos, ¿quĂ© hacen para mitigar tanto dolor y tanta muerte gratuita? Pues evidentemente, y en general, aplican con rigor las leyes a estos neandertales del siglo XX, que lo Ăşnico que entienden es aquello de “la matĂ© porque era mĂa”. ¿CĂłmo, entonces, se siguen produciendo entre 60 y 70 muertes de mujeres al año, a mano de sus verdugos? Creo, sinceramente, que la respuesta, como casi siempre, está en la educaciĂłn.
Y aĂşn cuando muchos hombres siguen esforzándose por defender a las mujeres, no sĂłlo de su muerte o su maltrato, sino de esa otra forma de maltrato discriminatorio que sufren a diario en su nĂłmina, en su horario laboral, o en el permanente regateo que los patronos mantienen con su aspecto fĂsico, su forma de vestir o su legĂtima maternidad, muchos padres y madres siguen consintiendo en casa que el chico llegue a la hora que le dĂ© la gana, pero la niña a las doce, que el chico se apropie del mando del televisor, imitando a su padre, y que la chica ayude a su madre en la casa.
PREDICAR EL EJEMPLO
Y donde no hay chicos, o chicas, la mujer, si en defensa de su libertad e independencia econĂłmica desempeña un trabajo asalariado, se seguirá encargando, con toda probabilidad, de los niños, de la plancha y de la comida, y de estar estupenda a las once de la noche para hacer el amor con el prenda de su marido. Porque el “rey de la casa” no sirve ni para pegar un sello. Ah, y como Ă©l tambiĂ©n trabaja en la calle, si acaso, pondrá la mesa o tenderá la lavadora, porque Ă©l “ayuda”.
Si la familia sigue funcionando internamente con mentalidad de niñas de rosa y niños de azul, mal panorama tenemos ante nosotros. Y si las mujeres, que son el 51% de la población española, no toman conciencia de su fuerza y de la importancia de luchar por su dignidad y por una educación en familia absolutamente igual para los niños que para las niñas, peor que peor.
La escuela intentará dar mensajes que podrán calar más o menos, aunque, inevitablemente, caerán en saco roto cuando en casa, la madre, desesperada por su sobrecarga de trabajo, le dĂ© un grito a su hija y diga: “Deja a tu hermano tranquilo viendo la tele, y ven ayudarme en la cocina. ¿Es que no me ves como estoy?”
Siempre he sido partidario de la suma de granitos de arena hasta formar una playa. Y pedirĂa, con toda humildad desde aquĂ, y como hombre que no sĂłlo predica, sino que da ejemplo, que las mujeres se rebelen. Primero, un poquito. DespuĂ©s, definitivamente.
Y que los hombres sientan, aunque sea por un dĂa, la angustia de llegar de trabajar y tener que ponerse a cocinar para su mujer, o para toda la familia, como ellas hacen a diario. O lavarse Ă©l mismo su ropa y la de los demás, y plancharla, si quiere ir limpio y planchadito al trabajo. O prescindir del mando de la tele. Eso sĂ que es igualdad. Lo demás, son cuentos chinos.
Toma tu mismo nota antes de hacer juicios de valor y a la vez insultar o difamar en tus comentarios.Si quieres respeto respeta a los demás.
ResponderEliminar¿Has fumao algo, titi? Me refiero al 1. ¿De que va tu comentario?
ResponderEliminaral 2:
ResponderEliminarCreo que el 1 le está diciendo eso al autor del artĂculo, el tal Francisco M Navas, y despues de leer los comentarios del tal Navas por todos los medios, no me extraña que le digan eso, y se quedan cortos, porque este hombre se dedica a difamar a diestro y siniestro para seguir el guiĂłn establecido en su PPlataforma vendida al PP y que traicionĂł a los vecinos de Chiclana, y es curioso que pertenezca a la plataforma vendida al PP, porque Ă©l es socialisto pata negra, y se jacta de defenderlos.
Me quedo "estupefaciente", no estupefacto, con algunos de los comentarios que se me hacen a lo que escribo. Estoy encantado de despertar tanto fervor, aunque sea en contra. El problema es que, quien se pica, ajos come, y cree el ladrĂłn que todos son de su condiciĂłn. Vaya, hoy me ha dado por el refranero. En cualquier caso, bienvenidos sean cuantos comentarios vengan, si bien me gustarĂa que argumentasen algo, o discutiesen algĂşn punto de los expuestos por mĂ. A ver si al final voy a ser yo el culpable de la violencia de gĂ©nero en el mundo. Por cierto, incluso aquĂ©llos que me insultan tienen garantizado su derecho de libertad de expresiĂłn, aĂşn cuando sus opiniones, evidenteemente, carezcan de todo respeto, porque muchos miles de ciudadanos y ciudadanas como yo luchamos en su dĂa para que, incluso para difamar, todas las personas tuvieran libertad de expresiĂłn. Que la disfruten con salud.
ResponderEliminarNi caso, Navas, ni caso. Que les den.
ResponderEliminarpor supuesto que que queda mucho por una igualdad real en nuestro paĂs, pero lo que en lo que se acaban de poner los "expertos y expertas", que ya tenemos "expertos en esta materia y todo, es si los datos cada añoponen o no en cuestiĂłn la efectividad de las polĂticas q se han levado a cabo.Está el tema del dato de emigrantes y por comunidades.Hayun asunto si en algunos casos esas pol´ticas se han llevado a extremos ridĂculos como cuando PajĂn dijo en una conferencia que es que el tema era que el PIB era masculino.Tb me acuerdo cuando al niño en un colegio de monjas le ponĂan un ratito cada dĂa obligatoriamente a jugar con una lavadora , luego con una mesa de plancha y una cocinita .Hay una pedagoga ultrafeminita americana q es unapena q no recuerde su nombre, lo estoy buscando, porque se repanteĂł muchas de sus propias teorĂas cuando pariĂł a su hijo.Y contaba una cosa muy graciosa de un palo y las muñecas
ResponderEliminarSeria poco coherente y etico no defender los derechos de las mujeres,tanto laborales,como morales,principalmente porque todos somos hijos,de una mujer que se ha desvivido por nosotros,no ha dormido cuando hemos enfermado por estar a nuestro lado,incluso que seguro daria hasta la ultima gota de su sangre para salvar nuestra vida,esa vida que algunos gañanes no merecen vivir.Pero tambien quiero recordar que existen hombres maltratados,que la sociedad no tiene en cuenta,porque claro ¿Como va a maltratar una mujer a un hombre,si fisicamente es imposible?La ley en este pais,por desgracia esta muy mal organizada,y cada vez que una mujer se autolesiona,el hombre es detenido de inmediato,pero cuando el hombre es golpeado,y acude a un centro de salud el medico no le pregunta si ha sido su pareja,porque da por sobresabido que la lesion ha sido por otros motivos,eso señoras/es para mi es maltrato,cada vez que una mujer amenaza a su pareja con que va a dejar a ver a sus hijos,eso es maltrato,cada vez que se ensañan en una separacion con sus bienes,hasta incluso dejarlo en la calle, eso es maltrato,y ademas motivo de burla para muchos/as.Por eso,cada vez que llega a mi, una noticia de maltrato,o asesinato de una mujer a manos de su pareja,maldigo a ese cobarde,por que es la hija de alguien y la madre de alguien.Pero tambien hay mujeres que maltratan,y lo peor es que la naturaleza les ha dado el derecho a ser madres.VIVA LAS MUJERES
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