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YO AÚN DIRÍA MÁS... (Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio)

AL SALIR DEL CINE
César Bardés
[colaborador]


Abro uno de los libros de la colección de Tintín, uno cualquiera, al azar. Me tumbo en la cama y paseo por sus viñetas con el placer del joven que descubre por primera vez los personajes que pueblan todas sus aventuras. Pero parece que algo cambia esta vez. Esos zapatos...parece que están dibujados con un cierto relieve. Ese mechoncito característico del protagonista se mece ante las carreras de su propietario. Canastos...si hasta oigo ladrar a Milú.



Y así, poco a poco, el pequeño periodista especializado en resolver endiablados entuertos cobra vida. Haddock blasfema llamando “macacos mutantes” a los malvados asesinos que intentan mezclar la sangre de los protagonistas con el agua del mar. Tintín corre y pelea, Hernández y Fernández ponen a prueba su inutilidad aunque aparezca algún rasgo que otro de cierta competencia. La aventura comienza con un enigma y sigue por los trepidantes escalones de lo inesperado. Al fondo parece que un viejo conocido de látigo y sombrero ha sido reformulado para dar paso a un muchacho intrépido que forma un equipo imbatible con un viejo capitán algo borracho. Y Spielberg da en el blanco con el ritmo, con la imparable inverosimilitud de todo el argumento, con el dibujo de los personajes y con las inconfundibles notas de John Williams poniendo una línea de genialidad a todo este descubrimiento.

La cruz del águila tiene una sombra muy alargada y asistimos a duelos anticipados por mástiles que se empeñan en enredarse en el fragor de la batalla, a salidas ingeniosas que parecen meras entelequias, a espectaculares secuencias de agua y moto, a persecuciones incansables y alucinaciones desérticas. Con una hábil y trabajada mezcla de El secreto del unicornio, de El tesoro de Rackham el Rojo y de El cangrejo de las pinzas de oro, Spielberg ha sabido transportarnos al universo de Tintín sin perder ni un ápice de la personalidad de sus aventuras poniéndonos cara a cara con el riesgo y el misterio. Para quien no conozca las historias del inefable protagonista, será todo un viaje. Para quien haya leído, como yo, sus libros del primero al último, aguarda un buen puñado de sorpresas amén de un espectáculo vibrante y convincente.

Mientras sigo en la cama, leyendo el libro e imaginando cómo sería una película con este material, los ojos no se me cierran, estoy atrapado en el color y la fascinación de una intriga que me lleva a lógicas y desesperaciones, a júbilos y zozobras. De una espada, sale un rostro. De una mano, unas dunas. De un mar encrespado, un charco poblado de pisadas. Inteligente en la planificación, precisa en la realización, bella en la composición y trabajada en la presentación, somos sombras en un mundo sin héroes y, por momentos, parece que Tintín, desde su realidad, nos mira compadeciendo nuestras tristes vidas que no encuentran más tesoros que los respiros que da la desolación. Aquí, señores, en las páginas de este libro, hay entretenimiento del puro y del bueno, sin realismos efectistas, sin colores tenues y sin apagadas hipocresías. Lo que se ve, es lo que siente y lo que se siente es una invitación con letra de gala para asistir a la fantasía.
Yo aún diría más...la épica parece cobrar vida a pesar de la falsedad de los métodos utilizados para poner en pie toda la incoherencia que importa tanto como un sombrero hongo debajo de una chilaba. El rato se pasa en grande. El tiempo, por una vez, se alía con el espectador. A veces incluso parece que Steven Spielberg se ejercita con habilidad para robar la cartera con un montón de minutos dentro y poner una estupenda sensación de disfrute en los ojos del lector. Yo aún diría más. A pesar de ser dibujos animados con técnicas cibernéticas, esto es cine sin deber nada al cómic más que unos cuantos trazos en forma de personajes y unos argumentos bien urdidos. Y cierro el libro diciendo que yo aún diría más. ¿Dónde está...ejem...la segunda entrega de estas aventuras?

C. Bardés

4 comentarios:

  1. Un placer, Fu. Y gracias.
    César Bardés

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  2. La verdad, no soy de dibujitos. Pero el comentario me ha animado a ir a verla.

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  3. Yo creo que ha sido todo un acierto porque han conseguido, a través de los "dibujitos", que los personajes no pierdan su personalidad. Prueba y espero que te guste.
    César Bardés

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