Manuel Forteza: el mito del hombre tentáculo [colaboración]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
Si nos atenemos a la partida de bautismo, Manuel Forteza nació en la villa gallega de M*** el 23 de marzo de 1901, aunque según qué fuente consultemos la fecha de su nacimiento puede atrasarse hasta dos meses, por las reticencias del párroco de la villa a bautizar al neonato.
Ya desde sus primeros días era fácil discernir que Manolito no era un niño normal. Su piel, blanda y húmeda, y sus articulaciones, casi inservibles, llevaron a los doctores de la época a pensar que el recién nacido no viviría mucho tiempo, en un principio; que nunca caminaría, más tarde.
No fue así, sin embargo. Manolito, sorprendente e inexplicablemente, comenzó a caminar. Sus codos y rodillas, que pronto se convirtieron en meras protuberancias sin utilidad alguna, no le impedían erguirse y agarrar objetos, sirviéndose para ello de una especie de sustancia gelatinosa que parecía constituir su particular estructura ósea y que se fortalecía, en palabras de uno de los múltiples informes médicos a los que fue sometido, "por momentos".
Como puede imaginarse, Manolito no fue muy popular en la escuela. La abandonó bien pronto, de hecho, ante las burlas de los compañeros y la incomprensión del profesorado, especialmente después de un desagradable incidente en el patio de juegos en el que Manolito, sin aviso y sin dolor, se despojó del brazo, mano incluida, y lo arrojó al suelo, como quien muda de piel, quedando en su lugar una especie de apéndice provisto de membranas y ventosas que nadie dudó en calificar inmediatamente de "tentáculo".
A partir de este momento, Manolito Forteza se recluyó en su casa y dejó de recibir visitas. Los vecinos murmuraban y contaban cosas extrañas. Hubo quien juró haber visto a Manolito sin brazos ni piernas, provisto de tentáculos, y quien aseguraba que por las noches salía arrastrándose y dejaba a su paso una estela mucosa, como una babosa o un caracol. Sus padres lo negaron todo, asegurando que su hijo se encontraba perfectamente, y así lo hicieron hasta que ambos murieron, varios años después incluso de la desaparición de Manolito.
Dicha desaparición se produjo en 1919, cuando Manuel fue reclamado para cumplir el servicio militar, y sobre ella se cierne un halo de misterio. Hay quien dice que se suicidó; otros comentan que se le cayó la cabeza, y que en su lugar surgió un tentáculo inteligente capaz de dirigir el cuerpo que presidía; muchos piensan que huyó a Estados Unidos, basándose para ello en el testimonio de un marinero que, durante la realización de este viaje, coincidió con un pasajero extraño, maquillado, disfrazado, siempre cubierto de pies a cabeza y que hablaba con acento marcadamente gallego y una inexplicable voz gutural.
Las pesquisas, para muchos, concluyen aqui; aquí queda borrado el rastro de Manuel Forteza. Solo algunos, los más aventurados, relacionan la huida a Estados Unidos con ciertos diarios apócrifos del autor norteamericano H.P. Lovecraft en los que relata su encuentro con un extraño "hombre tentáculo", como él lo llama, que le serviría de inspiración, años después, para relatos como La llamada de Cthulhu o El horror de Dunwich. Y de entre estos aventurados, solo un escaso número, aquellos que rozan la paranoia, se atreve a sugerir, jamás a afirmar, que Manuel Forteza y H.P. Lovecraft son, en realidad, la misma persona.
Si nos atenemos a la partida de bautismo, Manuel Forteza nació en la villa gallega de M*** el 23 de marzo de 1901, aunque según qué fuente consultemos la fecha de su nacimiento puede atrasarse hasta dos meses, por las reticencias del párroco de la villa a bautizar al neonato.
Ya desde sus primeros días era fácil discernir que Manolito no era un niño normal. Su piel, blanda y húmeda, y sus articulaciones, casi inservibles, llevaron a los doctores de la época a pensar que el recién nacido no viviría mucho tiempo, en un principio; que nunca caminaría, más tarde.
No fue así, sin embargo. Manolito, sorprendente e inexplicablemente, comenzó a caminar. Sus codos y rodillas, que pronto se convirtieron en meras protuberancias sin utilidad alguna, no le impedían erguirse y agarrar objetos, sirviéndose para ello de una especie de sustancia gelatinosa que parecía constituir su particular estructura ósea y que se fortalecía, en palabras de uno de los múltiples informes médicos a los que fue sometido, "por momentos".
Como puede imaginarse, Manolito no fue muy popular en la escuela. La abandonó bien pronto, de hecho, ante las burlas de los compañeros y la incomprensión del profesorado, especialmente después de un desagradable incidente en el patio de juegos en el que Manolito, sin aviso y sin dolor, se despojó del brazo, mano incluida, y lo arrojó al suelo, como quien muda de piel, quedando en su lugar una especie de apéndice provisto de membranas y ventosas que nadie dudó en calificar inmediatamente de "tentáculo".
A partir de este momento, Manolito Forteza se recluyó en su casa y dejó de recibir visitas. Los vecinos murmuraban y contaban cosas extrañas. Hubo quien juró haber visto a Manolito sin brazos ni piernas, provisto de tentáculos, y quien aseguraba que por las noches salía arrastrándose y dejaba a su paso una estela mucosa, como una babosa o un caracol. Sus padres lo negaron todo, asegurando que su hijo se encontraba perfectamente, y así lo hicieron hasta que ambos murieron, varios años después incluso de la desaparición de Manolito.
Dicha desaparición se produjo en 1919, cuando Manuel fue reclamado para cumplir el servicio militar, y sobre ella se cierne un halo de misterio. Hay quien dice que se suicidó; otros comentan que se le cayó la cabeza, y que en su lugar surgió un tentáculo inteligente capaz de dirigir el cuerpo que presidía; muchos piensan que huyó a Estados Unidos, basándose para ello en el testimonio de un marinero que, durante la realización de este viaje, coincidió con un pasajero extraño, maquillado, disfrazado, siempre cubierto de pies a cabeza y que hablaba con acento marcadamente gallego y una inexplicable voz gutural.
Las pesquisas, para muchos, concluyen aqui; aquí queda borrado el rastro de Manuel Forteza. Solo algunos, los más aventurados, relacionan la huida a Estados Unidos con ciertos diarios apócrifos del autor norteamericano H.P. Lovecraft en los que relata su encuentro con un extraño "hombre tentáculo", como él lo llama, que le serviría de inspiración, años después, para relatos como La llamada de Cthulhu o El horror de Dunwich. Y de entre estos aventurados, solo un escaso número, aquellos que rozan la paranoia, se atreve a sugerir, jamás a afirmar, que Manuel Forteza y H.P. Lovecraft son, en realidad, la misma persona.
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