El libro de todos los tiempos [colaboración]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
En el Museo Etnográfico Ruso (Российский этнографический музей), situado en el número 4 de la calle Inzhenérnaya (Инженерная улица) de la encantadora ciudad de San Petersburgo, se encuentra expuesto un curioso libro que la tradición ha bautizado con el nombre de "El libro de todos los tiempos". El ejemplar, elaborado en pergamino y de encuadernación rudimentaria, parece ser una copia de otro anterior, ya perdido. Todo lo que podamos decir de él, no obstante, entra en el terreno de la especulación, pues la escritura en su interior representada está constituida por una serie de signos indescifrables y que, no obstante, han sido asociados a los signos encontrados en lugares y tiempos tan lejanos como la ciudad japonesa sumergida de Yonaguni o las tablillas Rongo Rongo de la Isla de Pascua.
"El libro de todos los tiempos" ha sido adjudicado por la tradición hermética a culturas ancestrales y desconocidas para el hombre moderno. Según esta, el libro contendría las claves que servirían para desentrañar el destino de todos y cada uno de los hombres, de la humanidad al completo si así se quiere, incluidos sus pueblos y naciones. En esta línea, se afirma que quien posea la capacidad para desentrañar el libro la tendrá también para conocer el porvenir y, lo que es aún más interesante, para modificarlo a su antojo.
Pero si el contenido del libro es todo un misterio, su historia reciente no le va a la zaga. El libro fue introducido en la Unión Soviética en 1941 por un filólogo polaco de etnia judía, Jakub Jędrzejczyk, que fue capaz de cruzar la frontera entre fríos y penurias con el ejemplar bajo el brazo, salvándose de este modo de la persecución Nazi y de su ingreso en los campos de exterminio, y salvando, igualmente, el secreto oculto en el libro del interés de Heinrich Himmler, Reichsführer-SS y, como todos sabemos, apasionado perseguidor de claves ocultistas.
Lo más curioso es que Jakub Jędrzejczyk desapareció años después, en 1950, y en extrañas circunstancias. Fue detenido y "retirado" por la NKVD (Народный комиссариат внутренних дел, la policía gubernamental soviética) por una acusación anómina que jamás ha sido revelada, aunque hay quien asegura que el incauto polaco se entrevistó con Josef Stalin y osó pronosticarle su próxima muerte, la expansión y caída del comunismo y la desaparición de la Unión Soviética, razones más que suficientes para, dadas las circunstancias, eliminarlo de la circulación.
"El libro de todos los tiempos", por consiguiente, quedó en manos del Politburó, que lo donó al Museo Etnográfico de San Petersburgo, donde fue "oficialmente" olvidado. Nadie duda, sin embargo, de que la leyenda del libro no se ha borrado con el tiempo, que los rusos buscan "traductores" y que el ejemplar es objeto de deseo de una legión de iniciados de toda procedencia y posición.
Aún se recuerda en las altas esferas diplomáticas la extraña mención al libro del presidente norteamericano Gerald Ford, el 24 de noviembre de 1974 en Vladivostok. Allí, en el contexto de las Salt II, las conversaciones entabladas para negociar la limitación de las armas nucleares estratégicas, y ante de la presencia de su colega soviético, Leonid Brézhnev, sugirió utilizar como "moneda de cambio cultural y como muestra de acercamiento entre nuestros pueblos" una serie de ítems entre los que, debidamente camuflado, se encontraba "El libro de todos los tiempos". Brézhnev sonrió sibilinamente y negó con la cabeza...
En el Museo Etnográfico Ruso (Российский этнографический музей), situado en el número 4 de la calle Inzhenérnaya (Инженерная улица) de la encantadora ciudad de San Petersburgo, se encuentra expuesto un curioso libro que la tradición ha bautizado con el nombre de "El libro de todos los tiempos". El ejemplar, elaborado en pergamino y de encuadernación rudimentaria, parece ser una copia de otro anterior, ya perdido. Todo lo que podamos decir de él, no obstante, entra en el terreno de la especulación, pues la escritura en su interior representada está constituida por una serie de signos indescifrables y que, no obstante, han sido asociados a los signos encontrados en lugares y tiempos tan lejanos como la ciudad japonesa sumergida de Yonaguni o las tablillas Rongo Rongo de la Isla de Pascua.
"El libro de todos los tiempos" ha sido adjudicado por la tradición hermética a culturas ancestrales y desconocidas para el hombre moderno. Según esta, el libro contendría las claves que servirían para desentrañar el destino de todos y cada uno de los hombres, de la humanidad al completo si así se quiere, incluidos sus pueblos y naciones. En esta línea, se afirma que quien posea la capacidad para desentrañar el libro la tendrá también para conocer el porvenir y, lo que es aún más interesante, para modificarlo a su antojo.
Pero si el contenido del libro es todo un misterio, su historia reciente no le va a la zaga. El libro fue introducido en la Unión Soviética en 1941 por un filólogo polaco de etnia judía, Jakub Jędrzejczyk, que fue capaz de cruzar la frontera entre fríos y penurias con el ejemplar bajo el brazo, salvándose de este modo de la persecución Nazi y de su ingreso en los campos de exterminio, y salvando, igualmente, el secreto oculto en el libro del interés de Heinrich Himmler, Reichsführer-SS y, como todos sabemos, apasionado perseguidor de claves ocultistas.
Lo más curioso es que Jakub Jędrzejczyk desapareció años después, en 1950, y en extrañas circunstancias. Fue detenido y "retirado" por la NKVD (Народный комиссариат внутренних дел, la policía gubernamental soviética) por una acusación anómina que jamás ha sido revelada, aunque hay quien asegura que el incauto polaco se entrevistó con Josef Stalin y osó pronosticarle su próxima muerte, la expansión y caída del comunismo y la desaparición de la Unión Soviética, razones más que suficientes para, dadas las circunstancias, eliminarlo de la circulación.
"El libro de todos los tiempos", por consiguiente, quedó en manos del Politburó, que lo donó al Museo Etnográfico de San Petersburgo, donde fue "oficialmente" olvidado. Nadie duda, sin embargo, de que la leyenda del libro no se ha borrado con el tiempo, que los rusos buscan "traductores" y que el ejemplar es objeto de deseo de una legión de iniciados de toda procedencia y posición.
Aún se recuerda en las altas esferas diplomáticas la extraña mención al libro del presidente norteamericano Gerald Ford, el 24 de noviembre de 1974 en Vladivostok. Allí, en el contexto de las Salt II, las conversaciones entabladas para negociar la limitación de las armas nucleares estratégicas, y ante de la presencia de su colega soviético, Leonid Brézhnev, sugirió utilizar como "moneda de cambio cultural y como muestra de acercamiento entre nuestros pueblos" una serie de ítems entre los que, debidamente camuflado, se encontraba "El libro de todos los tiempos". Brézhnev sonrió sibilinamente y negó con la cabeza...
Curioso, buen ejemplar para la Biblioteca Beinecke. Gerald Ford lo sabía
ResponderEliminar"duende"