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Ya no hablaré más del Museo de Muñecas


Félix Arbolí [colaboraciones].- 

Ésta será la última vez que escriba en favor de la constitución de ese Museo de Muñecas Marín. Una idea que con tanto interés y entusiasmo inicié y del que a excepción de esas doscientas adhesiones de chiclaneros que se han sumado, sólo he obtenido el silencio y la apatía oficial. Oídos sordos por parte de las autoridades municipales y entidades oficiales, culturales y sociales de la localidad que esperaba y debieron ser los primeros y más diligentes.

No me extraña lo más mínimo, pues ya estoy acostumbrado a esta indiferencia en cuantas ocasiones he intentado esforzarme o hacer destacar lo bueno de mi tierra. No es la primera vez que me ocurre, aunque ya por mi edad y esta doble y dolorosa experiencia creo que será la última vez que me preocupe por algo que solo parece interesarme a mí, aunque como en el caso de García Gutiérrez, no haya obtenido, ni lo pretendía, reconocimiento y gratitud alguna. 

Sólo quería hacer justicia y resaltar los méritos de lo que debiera ser tarea común y entusiasta de todo un pueblo, aunque cuando lo he llevado a feliz término, han venido otros de fuera a colgarse las medallas y figurar como protagonistas del evento.  

Me ha conmovido y me hizo continuar esta lucha solitaria la excelente y entusiasta acogida de esos cientos de personas que se sumaron gustosos a la iniciativa y me hicieron ver que no era una simple locura del amante de un pueblo y de sus hijos más ilustres y sobresalientes. Ellos se lo merecían con creces y yo quise reparar de alguna manera la injusticia que se hacía con ellos.

Soy más romántico y sensible de lo que debiera ser en estos tiempos de pelotear a los que viven o pueden compensarte y no esforzarte en luchar por aquel que ya no puede agradecértelo, aunque ésta no sea la causa de mi perdida batalla.

INDUSTRIA SINGULAR

Con todos mis respetos, soy así de claro, me parece menos importante celebrar los doscientos años de antigüedad de una Iglesia local, que dejar constancia de que hubo  una industria muy singular y famosa en el mundo entero, cuyas inigualables muñecas de la más pura artesanía, dieron fama y prestigio a nuestra ciudad en los rincones internacionales más insólitos.

Que me perdonen los “capillitas” y cultos “latiniparlas”, pero más han hecho por Chiclana, en el aspecto económico y prestigio internacional, esas maravillosas “gitanas artesanales”, que un templo muy querido por sus fieles y testimonio de la fe de un pueblo, pero que más allá de las fronteras locales no ha significado, ni significa nada y es raro el pueblo de España que no cuenta con uno de la misma e incluso mayor antigüedad. Una nueva medalla que colgar y nueva ocasión de figurar como héroe de lo realizado por otros,

Lo siento por el inolvidable Pepe Marín y aquellos que como yo, vieron necesaria y factible esta idea, ya aprobada por la Corporación Municipal, bajo mandato socialista y la generosidad de los herederos de ese gran artesano y feliz fundador, que donó ese Museo a la Ciudad, sin saber que sólo serviría para que se llenara de polvo con el paso del tiempo y desapareciera de la memoria de futuras generaciones. ¡Qué lástima y que falta de responsabilidad y amor a lo nuestro!

BIENESTAR Y PRESTIGIO

Siento la decepción de Elena, hija de nuestra inolvidable y querida Anita Marín, tan ilusionada con ese merecido homenaje a su madre y abuelo. Lo he intentado y me ha admirado la enorme acogida que ha tenido, no solo en mi página de Facebook, sino en las de otros muchos lectores que lo han compartido y secundado.

Por lo visto, nada de cuanto hago, digo y pretendo, tiene eco en mi tierra, aunque solo fuera por pura cortesía. Creo que lo merezco. ¿No hay nadie allí con autoridad y consideración para tener el detalle, por primera vez, de acusar recibo a propuestas y gestiones que se hagan en beneficio de la ciudad y sus personajes más ilustres?

¿Nadie ha echado de menos en FITUR el stand de las muñecas de Marín, que tanto agradaba a visitantes y prestigiaba a nuestra parcela turística?”.


De todas formas, gracias por vuestra atención. Me he convencido una vez más de que intentar esforzarse por resaltar los valores e hijos relevantes de Chiclana es empresa tan inútil, como descabellada. Yo, tiro la toalla.

Lo siento, mi querida Elena por esa gran ilusión que tenías en este empeño. Lo único que puedo asegurar que los 85 años de la Fábrica de Marín ha dado más gloria, importancia, ayuda económica, bienestar popular y prestigio a nuestra ciudad que los doscientos años de esa Iglesia que, como católico y chiclanero, alabo y destaco, pero sin  tener que renunciar a otros eventos con mayor merecimiento y trascendencia. 









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