Hipocresía

Francisco M. Navas [colaboraciones].-

La verdad es que no tengo ni idea, o tal vez sí,  del modo y manera en que se ha producido la reciente crisis en el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Chiclana. Cuando se estudia Historia, los acontecimientos se suelen agrupar en dos grandes bloques: determinantes y detonantes.(FOTOS: Manuel Jiménez Barrios, exalcalde de Chiclana y actual vicepresidente de la Junta; Marisol Ayala, concejala del PVRE y de Urbanismo, y Susana Moreno, cesada por el alcalde como edila de Vías y Obras).

Por poner un ejemplo, durante la Segunda República Española es evidente que existía un enorme descontento en la derecha española por el resultado de las elecciones de 1931, sumado a la perplejidad de los monárquicos en particular, que acababan de ver con sus propios ojos cómo Alfonso XIII se quitaba de en medio y se disponía a disfrutar de un retiro dorado.

Estos son dos de los acontecimientos determinantes que servirían de base, sólo cinco años más tarde, para el posterior golpe de Estado del general Franco. Pero el acontecimiento detonante, para entendernos, el que hizo saltar la chispa de los golpistas, fue sin duda la decisión del gobierno republicano de suprimir algunas academias militares, lo que apuntaba directamente al corazón de un ejército sobredimensionado y excesivamente protagonista de la vida pública española durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX.

Estos patrones históricos se repiten continuamente, y ahora nos toca sufrirlos en Chiclana de la Frontera. Cuando se celebraron las pasadas elecciones municipales, ningún partido político obtuvo la mayoría absoluta para gobernar.

De hecho, so pretexto de posibilitar la gobernabilidad del Ayuntamiento, se firmó un pacto entre dos partidos, el Popular, cuyo proyecto de ciudad no acababa de ser definido con claridad y un partido de nuevo cuño, creado expresamente para recoger el descontento de las viviendas irregulares en nuestra ciudad, el Partido Vecinal Regionalista, carente absolutamente de ideología y basando únicamente su programa electoral en una supuesta regularización de viviendas por la quinta parte de lo que los socialistas habían avanzado en su anterior etapa de gobierno.

TENSIONES Y RUPTURAS

Populistas o no, sus dos concejalas, Marisol y Susana, suscribieron un pacto con el Partido Popular que, a cambio, les concedió, nada más y nada menos, las concejalías de Urbanismo y de Obras Públicas. Y ustedes llevarán preguntándose desde hace casi cuatro años lo mismo que yo: ¿Urbanismo y Obras Públicas? ¿Dos concejalías esenciales para la vida pública en Chiclana? ¿Por qué no Tráfico, o Deportes, o Participación Ciudadana, o Turismo, o Cultura?

Pues sencillamente porque en esas dos concejalías, sin un Plan General aprobado, y sin un duro para gastar en Obras y Servicios, había poco que rascar, y el desgaste personal del PVRE dejaría a salvo la gestión en otros ámbitos del PP. Eso en mi tierra se llama regalo envenenado.

Lo cierto es que sospechosamente cerca de las elecciones municipales comienzan, una vez más, las tensiones y las rupturas entre coaliciones de partidos. Ahora cada cual debe distanciarse lo más posible del socio de antaño para intentar acaparar el máximo número de votos de la ciudadanía, porque de lo que se trata, al fin y al cabo, es de conseguir una mayoría suficiente para seguir gobernando o para llegar a ser gobierno.

No seré yo quien juzgue la labor de Susana Moreno al frente de su concejalía. Eso lo deberán refrendar los chiclaneros, contentos con su gestión en mayor o menor medida. Lo que me niego a aceptar es que la causa de su cese se deba a ese supuesto informe sobre la contaminación de las capas freáticas de Chiclana. Eso lo sabe todo el mundo y se sabe desde hace muchísimos años.

LA VISTA GORDA

Lo saben los socialistas, que se hacen de nuevas tras más de un par de décadas de gobierno municipal, lo sabe el Partido Popular, y lo sabe la Junta de Andalucía desde que aquí se permitió edificar unas quince mil viviendas en el extrarradio sin ningún tipo de planeamiento ni control. Y lo sabe cualquiera que haya analizado el agua de su pozo, como yo.

¿Acaso aquellos alcaldes y concejales que hicieron la vista gorda con tanta edificación ilegal no sabían que la gente perforaría pozos en sus fincas para obtener agua, una vez conseguido el suministro eléctrico? ¿Tampoco sabían que sin una red de saneamiento de aguas fecales la opción inevitable era la fosa séptica? ¿Dónde estaban los famosos técnicos para alertar sobre todo este cúmulo de barbaridades?

Seguramente, mirando para otro lado. Porque se trataba de enriquecer, y enriquecer a toda prisa, a los nuevos contratistas y constructores, amiguetes muchos de ellos, que vieron en la edificación ilegal el negocio de su vida, convirtiéndolos de la noche a la mañana en nuevos ricos.

NO ME CREO LA HISTORIA DEL CESE

Y a los constructores de pozos, y a las empresas de suministros de materiales de construcción, de fontanería o de madera. Por cierto, en cuanto han venido mal dadas, casi todas estas empresas que han amasado millones durante años han cerrado tras hacer caja, despidiendo a cientos de chiclaneros.

Por eso yo no me creo esta historia que han montado sobre Susana Moreno. Lo único que podemos constatar, sin temor a equivocarnos, es que han concedido el título de Ciudad Europea del Deporte a un municipio en el que el cuarenta y cinco por ciento de sus habitantes no tiene agua potable, ni red de aguas fecales, ni nada de nada. Ahora nos repetirán machaconamente que con el nuevo PGOU se solucionarán todos los problemas de Chiclana. Falso. Ni hay dinero, ni hay voluntad política.

Por cierto, los más de quince millones invertidos en la Rana Verde en una infraestructura que no ha podido ser inaugurada por la negativa sistemática del gobierno andaluz de cambiar un triste párrafo en una ley redactada por ellos mismos, absurda a todas luces, no los puso de su bolsillo la Junta de Andalucía: vinieron en su mayor parte, una vez más, de Europa, donde no se comprende este nivel de desgobierno y desde donde estaban dispuestos a seguir enviando millones de euros para intentar solucionar, de una vez por todas, la lamentable situación en la que nos encontramos. También se ha perdido esa oportunidad histórica, por la desidia y la hipocresía de nuestra clase política.