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Los secretos de un buen matrimonio


FĂ©lix ArbolĂ­ [colaboraciones].-

Hace años, muchos años, cuando llevábamos unos dĂ­as de casados, coincidimos en la misma mesa del hotel durante el desayuno con un matrimonio que al percatarse de nuestra nueva situaciĂłn, difĂ­cil de disimular, nos dio un consejo que no comprendĂ­ muy bien entonces, pero jamás he olvidado y he procurado cumplirlo aunque no siempre lo haya conseguido. 

Era tan simple como profundo: “Si querĂ©is que vuestro matrimonio dure y no pierda ese amor y alicientes que estáis viviendo,  procurar que nunca falte el respeto en vuestras relaciones”. En aquellos tiempos de “tortolito” enamorado, no podĂ­a comprender por quĂ© era tan trascendental este detalle en una convivencia que se supone libre de tabĂşes y plena de intimidad.

Luego la vida y sus circunstancias me hicieron ver que la desnudez total mental y fĂ­sica de la pareja es tan importante para mantener su convivencia, como el procurar que en ambos nunca falte un espacio para la libertad que no libertinaje, donde cada uno se mueva con mayor o menor autonomĂ­a.

Siempre que la zorra de turno, la sĂ­lfide del contoneo o la lagarta de curvas provocadoras,  no acaparen su atenciĂłn y pongan en riesgo esa uniĂłn matrimonial. Nada que ver con la separaciĂłn de la pareja por incompatibilidad de caracteres, circunstancias insalvables o fracaso en la posiblemente alocada decisiĂłn de ese casorio. Esto nada tiene que ver con la falta de respeto a la que aludĂ­a ese veterano consejero a los reciĂ©n casados.  

AMOR A PRIMERA VISTA

Jamás he presumido de santo. He sido un hombre fogoso, admirador hasta la saciedad de la mujer y he buscado y vivido momentos inolvidables gozando plenamente del amor y su más ardiente pasión. Siempre he necesitado a la mujer como el complemento ideal y necesario a mis ansias y realidades.

Antes de conocer a Maribel, de la que me enamorĂ© en el instante que la vi, y de la que sigo igualmente enamorado o más aĂşn, a pesar de nuestras respectivas arrugas en el alma y en el cuerpo, buscaba a la mujer de turno que me inspirara ese amor y esa  pasiĂłn que tanto necesitaba, aunque fuera consciente de que la “Lolita” de turno estaba más pendiente de mi cartera, invitaciones y regalos, que de apagar mi sed de amar y ser amado.

He sufrido muchas decepciones en este terreno y por ello mi acertado matrimonio ha sido la más noble y maravillosa oportunidad de detener mis devaneos y cesar en mi bĂşsqueda de falsos “quereres”. Hay hombres que tienen en su casa la mujer de su vida y buscan en la calle a la tunanta de turno, sin ni siquiera darse cuenta de que hay pĂ©rdidas que son irrecuperables. 

SerĂ­a un insensato si dijera que con la llegada de mi mujer dejaron de interesarme el resto de las “evas” que se cruzaban en mi camino y ofrecĂ­an sus atributos con una liberalidad que habĂ­a que ser un santo con peana y todo para no echarle una visual. Me figuro y comprendo que a ella le pasara igual. A veces, no sĂ© cĂłmo he podido enamorarla, porque tengo plena seguridad de que no hubiese podido encontrar otra igual.

FIDELIDAD

Puedo ver una mujer despampanante, entregada, llena de incentivos corporales y con previsibles momentos de placer y sentir una lĂłgica atracciĂłn fĂ­sica por ella, pero jamás me plantearĂ­a que esa falsa realidad me hiciera perder la mujer que ha estado conmigo en las circunstancias más importantes de mi vida y que además de ternura, cariño, abnegaciĂłn y entrega total, nunca me ha faltado el respeto como compañera y madre de mis hijos. SerĂ­a un insensato que ante tales bendiciones recibidas, la dejara por la primera “pimpollo” que se cruzara en mi camino. 

El matrimonio es algo muy delicado, pero maravilloso si se pone en ello todo el esfuerzo, el entusiasmo y las facultades. Que hay tentaciones, nadie lo duda, pero hay que saberlas vencer si quieres y respetas a tu mujer y ella a ti.

Si entre ambos se pierde el decoro, la fidelidad, la comprensiĂłn y el estar al unĂ­sono en los temas más trascendentales y en el ejemplo que se debe y no se da a los hijos, esa uniĂłn es una trifulca continua y una convivencia artificiosa, que no solo hace infelices a sus protagonistas, sino a los hijos y familiares que lo sufren y soportan.  

Existen agencias y empresas que nos martillean de continuo ofreciĂ©ndonos divas y efebos de toda clase y condiciones, a travĂ©s de una simple cita. Llegan a decirte que el fulano o la fulana ha estudiado tu perfil y eres el que ella andaba buscando. ¿Creen acaso que una chica de treinta años puede decir que le gusta el perfil de un carcamal de ochenta y tres?

RECLAMOS “AMOROSOS”

Como no sea para sacarlo como si se tratara del perro para dar una vuelta a la manzana, no me lo explico. ¿QuĂ© es lo que pretenden hacer conmigo? Ya se anuncian hasta en televisiĂłn.

O están taradas o son demasiados espabiladas. Lo peor del caso es cada vez proliferan más estos reclamos “amorosos”, porque los maridos aburridos, los hombres incapaces de enamorar a su propia mujer y sentir felicidad con ella, encuentran más placer en devanarse los sesos en diálogos para besugos y presenciar escenas que comparten y pagan junto a otros cientos de cretinos, que oyen las mismas idioteces y bobadas y presenciando las exhibiciones anatĂłmicas y poses programados y no precisamente en exclusiva para Ă©l.

Han perdido el amor y el respeto a su propia mujer y ésta, harta de soportar tanta frialdad y ninguneo, le paga con la misma moneda. Jamás he visto una película porno, he comprado una revista del sexo o me he dejado convencer por un anuncio bien retocado, y no porque sea especial, que uno no es de piedra, sino porque respeto y amo a mi mujer y ante ella, no hay otra que pueda hacerle la mínima sombra. Sencillamente por eso.



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