Los crímenes del fanatismo y las guerras no justificadas
Félix Arbolí [Colaboraciones].-
La tragedia de Paris, al igual que la anterior de las Torres Gemelas, la de Atocha y demás atentados terroristas, nos han dejado un mensaje que nadie debería echar en saco roto, como se suele decir vulgarmente. Yo no soy político, ni me gusta la política, pero tampoco me he dejado lavar el coco como pretenden los que pregonan la paz y hacen la guerra.
Sin armas no hay guerra, esto es incuestionable y da la casualidad de que ninguno de los países donde viven estos llamados descerebrados fabrican y venden armas, ni bombardean desde el aire y con los medios más sofisticados a poblaciones donde viven millones de personas, niños incluidos, que nada tienen que ver con el conflicto.
Afganistán, Irán, Libia, Siria y otros países islamistas, vivían pacíficamente o como máximo, envueltos en guerras casi callejeras entre ellos por cambio de régimen o gobernante, que no trascendencia más allá de sus fronteras. Pero tenían petróleo y otras riquezas o estaban situados en zonas consideradas estratégicas para controlar esa parte del mundo.
Son países, cuya política interior nada nos incumbe, ni justifica una intervención tan devastadora y demoledora. Occidente no quiere darse cuenta que si se empeña en inmiscuirse en los asuntos de Oriente, está dando pretexto para que ellos encolericen y fanaticen a sus jóvenes y los manden a nuestros países a devolvernos el “favor” de la manera que solo ellos saben.
GUERRA DEL GOLFO
La llamada “guerra del Golfo” fue una metedura de pata cuyas funestas consecuencias aún estamos pagando. Hemos dejado en la más espantosa ruina e interminable lucha a unas poblaciones que antes, bajo Sadan, Gadafi, Asad y otros gobernantes, gozaban de una manera normal de vivir, sin miedo a los atentados de uno u otro signo, ni a que los dejen sin vida bajo los escombros de lo que fueron sus casas. Ahora, ni ellos ni nosotros sabemos qué nos puede ocurrir dentro de cinco minutos.
Si no hubieran dado pie a que Siria y otros países árabes se convirtieran en polvorines y cobayas humanas sobre las que experimentar nuevas armas y tácticas bélicas, hoy no habría millones de seres en muy distintas fronteras, buscando desesperadamente un lugar donde poder vivir sin la amenaza constante de las bombas, el atentado y el pillaje.
Soy un convencido, puedo estar equivocado, que no hay guerra que dure tanto si una de las partes, la más poderosa, se empeña en que acabe. Con el potencial bélico de USA, Rusia y demás potencias europeas implicadas en este conflicto, que ha dado origen al más execrable de los terrorismos, las luchas de esos fanáticos asesinos que invocan a Alá para perpetrar sus más repulsivas crueldades, serían vencidos en solo unas semanas: bombardeos aéreos y navales y el desembarco de una poderosa y bien pertrechada fuerza con el armamento tan perfeccionado que poseen y no hay enemigo que pueda oponérsele.
Lo que pasa es que si esto ocurre, ¿qué van a hacer las fábricas de armas de las potencias implicadas? Son muchos miles de millones los que se perderían si no encuentran dianas donde probarlas y venderlas.
HORRENDO, INTOLERABLE, BÁRBARO Y CRUEL
Todo es cuestión de “money”. Luego se imponen medallas, se declaran lutos oficiales y se carga contra los asesinos, sin que cuenten los muchos millones de mujeres y niños inocentes a los que han dejado sin patria, sin hogar y hasta sin vida.
Soy enemigo acérrimo, implacable, del que es capaz de matar a otro por cuestiones de fe, de cultura, de dominio o de cualquier otra causa. Me parece horrendo, intolerable, bárbaro y cruel que unos individuos, que no deben tener la mente en muy buenas condiciones, se cuelen en un local donde hay cientos de personas, que nada tienen que ver con su tragedia, ni las malas artes de los que dominan la política en el mundo, y paguen con ellos cobardemente su frustración y su rencor.
Ellos no son los que han decidido su ruina y sufrimientos. Son víctimas también de esos políticos sin escrúpulos. No hay un Alá que pueda complacerse con esa salvajada, porque son personas que nada tienen que ver con esa cólera militarizada a la que ellos quieren combatir.
NO MEZCLEN A DIOS
Y por favor, no mezclen a Dios, su misericordioso Alá, en esa barbarie tan monstruosa, porque debéis tenerlo muy enojado por convertirlo en el verdugo de vuestros crímenes y él es el Dios de todas las criaturas, al que llamamos de muy distintas maneras. Rezarle en vuestras mezquitas, pero dejar las armas como las zapatillas en la calle, porque así lo exige el respeto a su nombre y su veneración.
A las familias de tantas víctimas inocentes, que perdieron su vida en una noche de viernes, que esperaban iba a ser divertida y placentera, mi más sincera solidaridad y pesar. Comprendo vuestro dolor y vuestro justificado rencor. A mí me pasaría igual y hasta en mayor escala.
No vean en mi texto justificación o pasividad ante esa violencia de fanatismo religioso y cultural, que es difícil imaginar sea impulsado por unas personas a las que llaman santo, imán o gobernante justo, Para mí son asesinos a los que no les mueve el interés personal, ni una vida más fácil y justa, sino el revanchismo cobarde y traicionero del que no se atreve a enfrentarse al padre y lo hace con el hijo más pequeño e indefenso. ¿Creen acaso que esa cobardía es un gesto de honra y homenaje a Alá?
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