Las flagelaciones anónimas de mi tierra

Félix Arbolí [colaboraciones].-        

Hay personas que no pueden vivir sin traer la política a su vida, aunque se hable del simple vuelo de una mosca. Cualquier momento o pretexto es bueno u ocurrente para lanzar los dardos envenenados contra el contertulio que no es afín a las ideas de ese intransigente.

A lo largo de mi vida, desde que llegó la democracia, estoy harto de que me encasillen en el franquismo o en el comunismo; en la monarquía o la república; entre los partidarios del PP, el PSOE o Podemos. No se dan cuenta que si me acusan de tan distintas adicciones, es señal evidente de que no tengo ninguna definida.

Estoy hasta las narices, por no pecar de grosero, de que me tengan que clasificar en una tendencia determinada, cuando ni tengo, ni encuentro entre las existentes la que me merezca la pena “pringarme” y señalarme. Si yo tuviera idea definida y opción política prefijada, nadie me iba a impedir hacerlo público, pues no soy persona que cambien de opinión fácilmente, ni se venda por un plato de lentejas, aunque sean servidas en Casa de Lucio.

Me han puesto verde los populares por decir que no me gusta Rajoy y su gobierno, al que hace cuatro años voté. Mientras este señor no ceda su cargo, junto a su equipo, y deje el puesto a otro limpio de sospechas y no ejerciente en esta etapa de corrupción generalizada, yo no votaré a ese partido.

MIS VOTOS

La testarudez de don Mariano nos está costando que ninguno quiera aliarse con el PP y formar de una puñetera vez el necesario gobierno de la nación. Yo no perjudico a ese partido, sino el cabeza principal y responsable. Estas afirmaciones me costarán las broncas popularistas y recuerdos nada gratos sobre mi madre.

El PSOE me dio cierta esperanza cuando salió elegido Pedro Sánchez, ya que vi una savia nueva para sus seguidores Es más, en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, voté a Gabilondo, como presidente de la Comunidad de Madrid, que iba por esta partido y a Carmena como alcaldesa, fiado en sus proclamas contra el hambre de los niños, los sin techos y los desahucios.

Unos dicen que lo está haciendo bien y otros que no. Yo no entro en discusiones. La voté porque me gustaba su propuesta, allá ella y los suyos si la cumplen o no. En las últimas generales voté a Ciudadanos, porque junto a Garzón en Izquierda Unida, eran los únicos que parecen ir con la verdad por delante.

Para el Senado, como escritor, voté a Trapiello y a Sabater, de UPYD, aunque no salieron elegidos. Si esto es facha y franquismo, ya lo único que me queda para que me quiten ese “sambenito” es coger una metralleta y hacer una “tejerada” pero a la contra de él.

CRÍTICAS ANÓNIMAS

No es que me sienta mal que algunos se equivoquen al juzgarme. De humano es errar. Lo que pasa es que quiero que sepan de una puñetera vez que no le debo nada a Franco, ni he obtenido ninguna bicoca en su régimen, aunque tampoco fui maltratado, apresado, cacheado  o humillado.

No le debo nada, ni nada le temí en vida, aunque soy consciente de que hubo muchos que lo pasaron francamente mal con sus autoritarismos y el abuso de sus servidores, de cuyas indignidades él no se enterara de la mitad de cuanto ocurría.

Con motivo del artículo sobre “El cine de ayer, mausoleo de recuerdos”,  al publicarse en la revista chiclanera “PUENTE CHICO”, ha habido un lector paisano –que es lo que más me duele-, que se esconde bajo un seudónimo, y dice que a mí me gustaría “Raza”, la película que sabemos fue escrito el guión por Franco, bajo el seudónimo de Javier de Andrade. Como si ello fuera una confesión de admiración franquista.

No tienen idea de lo que escriben. Solo quieren ofender y descalificar,  aunque ignoro la causa. Me gustó esa y “Los últimos de Filipinas”, “A mí la legión”, “Harka”, y las de Diana Durbin, Shirley Temple, los hermanos Marx y tantas otras que eran las únicas que nos ponían en esa época. ¿Hay algún pecado por confesarlo?

LÍNEA ROJA

Otro lector, también  anónimo y chiclanero,- ¿tanto miedo tienen a dar la cara al exponer su opinión?-, me dice que debo tener mucha experiencia y reconocimiento por parte de mis paisanos, pero reconoce que escribo de manera petulante.

Es la primera vez que me llaman de esta forma en mis ochenta y tres años de vida. Según mi mujer, peco excesivamente de no reconocer mis cualidades y sentirme sin mérito alguno. Dice que esa postura de ningunearme me ha causado muchos problemas y dificultades.

Ya no sé si soy de Ferrol, de Cuenca o de Canarias, porque me he dado cuenta que en mi tierra ni me comprenden, ni simpatizan conmigo, ni me consideran. Y si a alguno se le ocurre dedicarme un comentario es para ponerme más verde que una lechuga. Si les soy sincero, ni yo mismo sé quién soy, qué hago y para qué sirvo. Y esto es deprimente cuando he llegado a traspasar la línea roja donde los comentarios y opiniones suelen ser más benévolas.