Ε Π Ι Δ Ε Μ Ι A (Epidemia)
Los peligros de la masificación y la movilidad para propagar los contagios.-
Sobrevuela sobre nuestras cabezas como un espectro, de ahí su nombre: Epi-Demos; o lo que es lo mismo, epidemia, esa que pasa por encima-de la población, como un gas mefítico, infecto, cabalgando y segando vidas a diestro y siniestro, silenciosamente. Lo de Pan-Demos es una mala y global versión de la anterior.
Pan, en griego, viene a significar todo o, lo que es lo mismo, que la Pandemia
-perdonen el lorquismo- arrastra su negra bata de cola, bailando sobre nosotros
una soleá siniestra; Pan-para-Pan. Por esta vez ha respetado a los niños y,
de entre los débiles, ha elegido darwinistamente sólo a los mayores.
Nos roba
lo más preciado de nuestra memoria y desmemoria. Volvemos a necesitar el Pan-para-Pan,
Pan para todos o todo para todos, la consigna del padre Salado para tiempos convulsos. Pero ¿cuándo saldremos de ésta?
¿Cómo pudimos llegar hasta aquí?
La Gripe A
resultó poco creíble como agente epidémico. Fue más leve que la normal. Poca
gente vislumbró, sin embargo, que aquello se había comportado como un adulador
agente microbiano que ayudó a desactivar algunas alarmas. La avaricia de las
finanzas aplicada al campo de la salud resultó repugnante. Era de consenso que
las grandes marcas farmacéuticas se habían pasado.
NO SE
PUEDE BAJAR LA GUARDIA
Al
respecto escribí un artículo especialmente dedicado a los grupos de riesgo, algunos lo vieron
oportunista y hasta alarmista, olvidando lo que cualquier microbiólogo sabe,
tarde o temprano tenía que suceder una cosa así como la que vivimos y, que
conste, que ésta, por ahora, no es de las epidemias más rabiosamente
mortíferas.
Lo cierto
es que, la relación de la humanidad con el mundo microscópico, parecía menos
amenazante, a pesar del SIDA, del Ébola o el SARS. Y cuando olvidas dimensionar
el peligro, sencillamente bajas la guardia. Olvidamos que el peso bruto mundial
de los microbios supera al de los otros seres vivos (plantas y animales) y que,
entre ellos, se comunican enviándose no email, sino unas especies de pendrives
que, como ellos, no funcionan hasta que se conecten a un ordenador.
Así se
comportan los virus con los seres vivos. En nuestros genes hay incorporados
miles de ellos en recuerdo de pasados encuentros. Pero el error más garrafal
fue olvidar una elemental ley ecológica: “Si
una población de animales se concentra, aumentan las enfermedades contagiosas”,
y resulta que ya más de la mitad de la humanidad vive en ciudades, muchas con
varios millones de habitantes. No hay que ser una lumbrera para saber dónde se
cebará cualquier epidemia: alta densidad de población, a lo que habría que
añadir, ahora, la alta movilidad.
Las
epidemias están descritas en los textos más antiguos que escribió la humanidad
al comenzar a hacerse urbana: las plagas de Egipto, la peste de Atenas, la
peste bubónica o negra, que cabalgó, de aquí para allá, durante más de 300
años. Atrás quedó desolada América hace medio milenio.
Se calcula
que Nueva España (hoy México) perdió el 90% de su población y con esa primera
globalización, llegó a Europa la sífilis de allá. Cada crecimiento de la
población, al final venía acompañada por alguna epidemia. Comienza el siglo XIX
con la fiebre amarilla y para cuando
termina el Romanticismo apareció el cólera, que nunca dejó las zonas deprimidas
y pobladas.
Nada que
decir sobre el gusto romántico por la endémica y lánguida tisis (tuberculosis)
que hoy, tras la era antibiótica, reaparece con cepas resistentes. Nos creímos
reyes de la creación y los reyes son ellos, los microbios. Ellos serán los
seres vivos que encontraremos, presumiblemente, fuera de nuestro planeta.
Pasó el
tiempo en que Occidente manejaba a su antojo al resto del planeta, los
orgullosos imperialismos y las afrentas nacionales
provocaron la I Guerra Mundial y sobre las sórdidas trincheras voló la muerte
en forma, esta vez, de una gripe que llamaron española,
la más mortífera de las acaecidas.
Tras la II
Guerra Mundial, la humanidad volvió a aumentar su población. Como nunca, los
cielos se vieron surcados de aviones cargados de mercancías y turistas. Italia,
España y Francia son el destino principal de estos últimos. Pocos reparaban en
que, tarde o temprano, el mundo microbiano que nos envuelve y sustenta (los
seres superiores no somos sino una “república
celular” decía Wirchov) nos
pararía los pies con una pandemia.
REACCIÓN
TARDÍA
Justo en
el momento en el que arrecian los nacionalismos, tras una globalización
anglosajona, uno de los mil coronavirus, susceptibles de saltar a especie
humana, lo hizo. Así se presentó el Covid-19. China, en principio, lo ocultó;
incluso llegó a criminalizar a los médicos que alertaron de lo que pasaba, pero
pronto llegó a Corea del Sur y, ambas, rápidamente, añadieron al confinamiento
una nueva arma contra la epidemia que resultó crucial.
China,
convertida en la gran fábrica del Mundo, disponía de toda la industria
sanitaria transferida desde Occidente y no tendría problemas con respiradores,
batas, mascarillas… Pero el arma que se mostró más eficaz para doblegar la
epidemia fue el control de la población, a través de los móviles inteligentes
(5G), apoyándose en la disponibilidad de test de detección. El virus, mientras
tanto, ya había aterrizado silente en el Viejo Continente y vino a dar la cara
en el lugar más dramáticamente turístico de él: Venecia.
Con esos
datos, tras el control en seco de la epidemia en Corea del Sur sin parar apenas
su economía, ni España ni la Unión Europea reaccionaron, ni sus gobiernos ni
sus pueblos y algunos italianos salieron de su país. Un microbio es
transportado, como sucedió con el SIDA, a las grandes ciudades con aeropuerto
internacional, desde donde se ceba y dispersa. Cayeron los territorios más
poblados: Madrid, Barcelona, Valencia y País Vasco-Navarra-La Rioja.
La
población seguía con su ritmo mediterráneo y sus carnavales, preparando las
Fallas, el 8-M y la Semana Santa. Hasta se extrañaron de la suspensión del Mobile de Barcelona. Anunciaron que podía ser
que se decretase el confinamiento de la población, lo que llevó a que no pocos
madrileños salieran de vacaciones; toda
una siembra del Covid-19.
MORFINA,
COCAÍNA Y CHARLESTÓN
A partir
de ahí, novedades: comparecieron militares en televisión, anunciaron que
saldrían a la calle; algo que no se veía desde 1936. Esta vez para ayudar.
La cabeza
de Occidente -EE. UU. y Reino Unido- ignoraba la pandemia junto a Brasil. Trump poniendo el mingo nacional-racista: ¡ese
virus de los chinos! Y mientras Europa se juega su futuro de juntos o
separados, se levantaron de nuevo las fronteras estatales y se declararon
estados de excepción. ¿Cómo va a terminar esto?
Sé que
todos desean saber cuándo. Solo referir que Wuhan, donde se originó, lleva ya 4
meses y que el impacto sanitario, psicológico y económico es brutal, como aquí.
Confinados estamos para frenar la avalancha de casos que colapsan las UCIs,
mientras las otras grandes armas -equipos de protección sanitaria, test y
control telemático de la población- se improvisan.
Sólo con
esas armas puede la famosa curva estadística pasar de aplanarse a descender y
sólo si el 60% de la población se contagiara de este primer pase, se evitarían
brotes y un segundo pase. La Gripe española comenzó en 1917 y duró hasta 1920.
Llegaron Los años locos: morfina,
cocaína y charlestón.
PAN,
TRABAJO Y LIBERTAD
Pronto
podrá salir la población no vulnerable y, aun así, aparecerán casos de diversa
gravedad y al loro con el colapso de las
UCIs. La evolución no será la misma en los distintos territorios y ciudades, y
el virus seguirá acosando hasta que aparezca una vacuna y se reparta por todo
el Mundo, pero para eso falta más de un año. La economía se hunde como no se
veía desde la II Guerra Mundial. Las bolsas como un carrusel. La de Nueva York
tuvo una subida como no se veía desde 1933, el año en que triunfó Hitler.
¿Detendremos
ese segundo pico epidémico o veremos recompensada nuestra impotencia con un
tercero? Si Europa Norte no se solidariza, la Unión Europea quedará tocada para
siempre, soplan aires nacionalistas y algunos se alegran, políticamente, de ver
al ejército en la calle y crecen como la espuma emblemas que camuflan la cruz
gamada. Los autoritarios tendrán ocasiones de oro y ahora ¡con control de los inocentes móviles!
El mundo
que nos espera tras el colosal duelo y no sé si unos nuevos años 20 locos, no será el mismo, por eso la pregunta
de ¿cuándo acabará esto? tan sólo encierra un deseo: volver al ayer. Eso no
sucederá. Comienza una etapa de penuria y creatividad que revitalizará aquella
consigna de Pan, Trabajo y Libertad. La
solidaridad llegará… hasta donde pueda. ¿Está el Mundo en condiciones de
afrontar los problemas globales?
Lo dudo,
¡lo dudo! ¡¡lo dudo!!
FOTOS: El cólera, portada de la revista francesa Le petit Journal (1 de diciembre de 1912); Gripe española, Francia, 1918; Gripe española, Saint Louis, Missouri, USA, 1918; Gripe española, Lawrence, Massachusetts, USA, 1918; Gripe española, Puebla, México, 1918; Covid-19 sobre una célula y entrando en ella a la derecha, imagen microscópica real; Peste de Atenas; Peste de Leyden; Peste negra y Vacuna contra la Viruela, hospital para pobres, Barcelona, 1890
JUAN J.
RODRÍGUEZ BALLESTEROS
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