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La solidaridad de millones de profesionales de la salud es lo único que nos salvará


Félix de la Fuente [colaboraciones].-

A pesar de haberlo intentado varias veces, no puedo psíquicamente salir al balcón o a la ventana a las 8 de la tarde. Tampoco puedo resistir las machaconas peroratas en la televisión y tengo que cambiar de canal o apagarla, cuando el político de turno empieza a sermonearnos intrusamente con la bondad y la eficacia de nuestro sistema sanitario.

Mientras estoy viendo cómo sigue creciendo el número de sanitarios españoles contagiados y fallecidos, mientras estoy pensando en la tristeza de tantos miles de enfermos que mueren solos, sin la mirada y el beso de sus familiares, mientras rabio con tantas familias al tener que dejar a sus familiares morir en la soledad más absoluta, no puedo salir al balcón.

Sin embargo, creo que jamás podremos agradecer a nuestros sanitarios el esfuerzo que están haciendo por nosotros. Si no fuera por los gastos económicos que esto supone, pediría que se cambiaran los nombres del 95 por ciento de las calles de nuestros pueblos y ciudades, algunas de ellas dedicadas a personajes nefastos, incluso xenófobos y racistas, y se las dedicara a estos héroes de hoy.

Hay otros millones de trabajadores solidarios que estos días también se están exponiendo por los demás. Tampoco se lo podremos agradecer suficientemente. Y tampoco a tantas empresas e ingenieros solidarios. Una sociedad tan solidaria y con un corazón tan grande no se puede hundir. (No es una casualidad que seamos el país con mayor número de donantes de órganos).

EL CORONAVIRUS NOS PILLÓ EN CUEROS

Mi fe en los ciudadanos contrasta, sin embargo, con mi desconfianza absoluta en todos los políticos. Y digo políticos, que es un término mucho más amplio que gobernantes. Que seamos el país con mayor número relativo de contagiados y de fallecidos no es tampoco una casualidad.

Que el coronavirus nos haya pillado en cueros: sin mascarillas, protectores, respiradores, test, medios económicos para atender a las familias necesitadas, científicos, porque se han tenido que marchar al extranjero, tampoco es una casualidad, sino fruto de la incompetencia y del despilfarro de todos los gobiernos y políticos anteriores y actuales.

Podría/podríamos perdonarlos si viéramos un mínimo arrepentimiento. Pero ¿hay algún político que asuma la más mínima responsabilidad o que reconozcan algún error? Si hasta ahora todo lo han hecho bien, ¿cómo no van a seguir haciendo lo mismo en el futuro? Si miramos hacia el futuro, alejemos nuestra vista de los políticos. Perdamos toda esperanza.

POLÍTICOS INSOLIDARIOS, INÚTILES E INCOMPETENTES

¿Qué hacemos las familias cuando tenemos algún apuro económico? Pues atender las necesidades esenciales y suprimir los gastos superfluos. ¿Qué han hecho los políticos? ¿Ha habido algún político que haya propuesto reducir gastos superfluos? Los últimos 20 años se han suprimido gastos, pero en lo necesario: en sanidad, en educación, en investigación.

¿Cómo es posible entonces que una sociedad tan solidaria tenga unos políticos tan insolidarios, tan inútiles y tan incompetentes? Gastar el dinero público sin necesidad es ser insolidario. No digo nada nuevo ni descubro las sopas de ajo, si me adhiero a la teoría de que los partidos políticos españoles son escuelas y centros de corrupción.

A personas normales las convierten en personas corruptas. A los hechos me remito. Y que ningún partido cante victoria. Si no ha caído, es porque no ha tenido ocasión.

Me parece bien que suenen las bocinas y se cante y se baile en los balcones a las 8 de la tarde. Que me perdonen los sanitarios, yo no puedo hacerlo, pero que sepan que somos muchísimas las personas que depositamos nuestra confianza solamente en ellos y en los millones de ciudadanos solidarios.

 

 

 

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