El Supremo ordenó reabrir el caso del accidente en el que falleció Sebastián Ruiz Galván, al estrellarse el helicóptero en el que viajaba
El Tribunal Supremo ordenó reabrir la investigación sobre el accidente que se produjo el 19 de marzo de 2014, hace ya ocho años, en el que un helicóptero Superpuma del ejército del Aire se precipitó en aguas de Canarias, falleciendo cuatro militares, uno de ellos el chiclanero Sebastián Ruiz Galván.
Ya contamos en su día que el juez de Las Palmas de Gran Canaria y el Tribunal Militar Territorial Quinto, con el visto bueno del fiscal, archivaron el caso alegando que el siniestro fue fruto de un error humano y que no había indicios de delito. Los familiares de los fallecidos no estaban de acuerdo y ahora, siete años después, el Supremo anula ese archivo definitivo.
Sebastián Ruiz Benítez, padre del militar chiclanero que perdió la vida en ese accidente, abogado y expolítico, no ha dejado de batallar contra quien hiciera falta para que se conociera la verdad. Un padre coraje que no ha dudado en viajar a Canarias, hablar con militares, compañeros de su hijo, expertos en accidentes aéreos, mecánicos, etc., con un solo objetivo: Que se investigara lo sucedido para determinar qué pasó realmente aquella noche en la que su hijo y tres militares más se precipitaron al mar, mientras efectuaban unas maniobras de entrenamiento.
Le ha pasado de todo, le han puesto cientos de trabas, le han impedido asistir a un homenaje en Sevilla a otros tres fallecidos en un accidente similar, uno de ellos el único superviviente del grupo de su hijo, que ya es mala suerte, salvarse y poco después perecer en otro siniestro en el que el helicóptero se precipitó al mar. Todo esto no le arredró y siguió denunciando en los medios de comunicación y en los juzgados la injusticia del archivo del caso. Tanta lucha ha tenido sus frutos.
INVESTIGAR SI HUBO FALLO MECÁNICO
En la sentencia el Supremo ha ordenado que se investigue si se produjo un fallo mecánico, como pedían las familias de las víctimas. Ese día perdieron la vida el capitán Daniel Pena, los tenientes Carmen Gracia y Sebastián Ruiz, que entonces tenía 29 años, y el sargento Carlos Caramanzana.
El quinto tripulante, el sargento Johander Ojeda, que fue el único superviviente, murió un año y medio después, el 22 de octubre de 2015, en un accidente de otro helicóptero Superpuma, frente a las costas del Sáhara, casi calcado del primero.
Esto incrementó las sospechas sobre el mal estado de estos aparatos, pero el tribunal militar dio carpetazo al caso atribuyendo el accidente a una fatalidad. El primer siniestro se produjo cuando el Superpuma del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) de la base de Gando (Gran Canaria) realizaba un ejercicio nocturno de grúa sobre el Meteoro, un Buque de Acción Marítima (BAM) de la Armada.
CULPA DE LA PILOTO
El informe de la Comisión Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAAM), dependiente de Defensa, dijo que fue como consecuencia de la desorientación de la teniente que en ese momento pilotaba la aeronave. El fallo de una de las bengalas lanzadas por el avión CN-235 que iluminaba el ejercicio hizo que se quedara momentáneamente a oscuras y la teniente decidió abortar la maniobra de aproximación al buque.
Al alejarse de éste –afirma el informe-, llevó el helicóptero contra el mar, cuando creía estar ascendiendo. El hecho de que el sistema de avisos acústicos estuviese apagado impidió que sonaran las alarmas al perder altura. Para el juez militar “no se ha encontrado indicio alguno de defecto o mal funcionamiento de la aeronave, por lo que no se deduce ningún indicio de responsabilidad penal derivado de su mantenimiento”.
PRUEBA NI NECESARIA NI RELEVANTE
El instructor del caso dio por buena la versión de que el helicóptero había llegado intacto al agua, sin investigar la posibilidad de que se hubiera roto en vuelo el eje de transmisión trasera, como sospechaban las familias. No se recuperó el rotor de cola del fondo marino, ni se atendió la petición de Sebastián Ruiz Benítez, padre del teniente chiclanero fallecido, para que el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), del Ministerio de Defensa, que cuenta con laboratorios especializados, analizara los restos del aparato que se almacenan en Cuatro Vientos (Madrid), que sí se ha hecho en otros siniestros aéreos.
Desde el primero momento los familiares descartaron la versión oficial, pero Ruiz Benítez siguió investigando por su cuenta ante la cerrazón de la Armada a investigar la verdad de lo sucedido.
La respuesta que dio el juez es que esta prueba no resultaba “ni necesaria ni relevante”, mientras que el tribunal militar sostuvo que el informe de la comisión de investigación, que barajaba el fallo humano como mera hipótesis, desautorizaba cualquier otra alternativa. Con ello se quitaban el mochuelo de encima y culpaban a los fallecidos del accidente y ellos se lavaban las manos.
MUCHAS DUDAS SOBRE EL INFORME OFICIAL
Pero les ha servido de poco porque el Supremo considera que no se ha dado “ninguna razón convincente para justificar el rechazo de una prueba que no solo no es ilógica, sino que resulta pertinente, útil y procedente para “despejar cualquier duda razonable acerca de la existencia de otra causa distinta al fallo humano y evitar la indefensión de las familias”.
Por si había pocas dudas al respecto, éstas aumentaron el 23 de enero de 2017, cuando Francisco Ojeda, padre del sargento Johander, que fue el único que se salvó aunque pereció año y medio después en otro accidente calcado, declaró que antes de morir en el segundo siniestro, su hijo le había contado una versión muy diferente a la oficial sobre qué ocurrió en el accidente del que salió ileso.
“Antes de caer al mar, se escuchó un fuerte estruendo que él, que era mecánico, atribuyó a una rotura. El capitán, que estaba a su lado, se levantó para tomar los mandos de la aeronave, pero no llegó a tiempo”. El sargento no contó esta versión al juez porque le habían hecho firmar un pacto de silencio.
DEMOSTRAR QUE NO HUBO NEGLIGENCIA
Sebastián Ruiz conocía estas declaraciones, por lo que continuó en su empeño de demostrar que la muerte de su hijo y sus compañeros en los dos accidentes, no habían sido por negligencia de ellos, sino del mal estado de los helicópteros en los que viajaban. Presentó un Recurso de Casación y ahora el Supremo ha fallado favorablemente, lo que pone en entredicho el informe de la CITAAM, así como las actuaciones previas de la cadena de mando.
Hay imágenes del rotor de cola en el fondo del mar, restos que analizados podrían haber proporcionado respuestas de lo sucedido. Pero no hubo interés en recuperarlos, lo que extraña más el informe de la CITAAM. Ésta debería haber recuperado, custodiado y conservado todos los elementos posibles, pero no lo hizo e intentó en dos ocasiones deshacerse de ellos. Sin haberse encontrado los restos del aparato siniestrado ya se dijo que había sido por un error humano y no por un problema mecánico.
DAVID CONTRA GOLIAT
Como dijimos antes, Johander Ojeda cambió su primera declaración ante el Juez Togado Militar, afirmando que hubo “un fuerte estruendo, un posible fallo mecánico y un tiempo aproximado de un minuto escaso entre el ruido y el accidente”.
En el recurso presentado por Ruiz Benítez se decía que “quiero dejar constancia de la inexistencia de interés distinto al conocimiento de la verdad y conseguir que las personas miembros del Ejército del Aire, que arriesgan su vida para salvar la de los demás, cuenten con mejores y más seguros medios de trabajo, para que la desgracia que sufrimos y que nos acompañará siempre, no vuelva a repetirse“.
La Sala V, de lo Militar, del Tribunal Supremo ha ordenado la reapertura de la investigación judicial del accidente, para que se practique la prueba pedida por Sebastián Ruiz y que fue denegada en la instrucción. Un triunfo momentáneo de David contra Goliat, pero que la insistencia y la perseverancia han logrado lo que parecía imposible, investigar lo que en realidad sucedió. Una vez que se practique esa prueba, el Juzgado deberá decidir si procede instar o no de nuevo el sobreseimiento.
ASCENSOS DE MEDIOCRES Y PELOTAS
En la Hoja de Misión de Operaciones Nocturnas del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) se decía dos años después del accidente que “actualmente el escuadrón está limitado para operar por las noches en misiones de salvamento. La situación en la que los pilotos podrán operar por las noches en dichas misiones reales, se ciñe a la existencia de referencia de costa ya que hoy por hoy no se cuenta con medios para trabajar fuera de esas condiciones”.
O sea, que cuando tuvo lugar el siniestro el helicóptero también estaba limitado para hacer esos trabajos de noche, aunque le echaran la culpa a los que viajaban en él. El General responsable entonces del MACAN fue ascendido al Gabinete del Ministro: “Me pregunto si en la cúpula de Defensa solo están los más mediocres y los más pelotas”, comenta Ruiz Benítez.
El 29 de marzo de 2016 iban a hacer un homenaje en Sevilla a los rescatadores del segundo accidente, que fueron también los del primero. Ruiz Benítez quiso acudir a darle las gracias por recuperar el cuerpo de su hijo, pero le vetaron y se quedó en la calle.
Lo organizaban ABC y BBVA, pero el periódico, encargado del protocolo, había decidido no invitar a los familiares de los fallecidos en ese accidente. Ante esta respuesta, “ilógica e injusta, me puse en contacto con el gabinete de prensa del JEMA (Jefe de Estado Mayor del Aire), los cuales manifestaron que ellos no habían intervenido en la organización del acto, ya que era directamente el Ministerio de Defensa con ABC los encargados del protocolo, y que entendían mi interés por asistir como algo normal, por lo que iban a hacer gestiones ya que no veían ningún inconveniente por parte de ellos”.
Decidió realizar un último intento, llamando al general Roldán, segundo jefe actual del Mando Aéreo de Canarias (MACAN), “al cual le conté lo sucedido, manifestándome no entender lo que ocurría, confirmándome que el Ejército del Aire no tenía nada que ver con el protocolo”. Le comentó que haría gestiones porque veía normal que pudiera estar presente en el acto.
EL GENERAL JAVIER SALTO
La sorpresa fue cuando sobre las 18,30 horas, cuando ya estaba llegando a Sevilla, “recibo una nueva comunicación en la que se me comunicaba que no sólo no se me invitaba, sino que además me aconsejaban que no debía acudir, y que el responsable de protocolo era ABC, y que sólo me invitarían si expresamente lo ordenaba el JEMA”.
Evidentemente, si un general de Brigada no pudo arreglar el asunto, “es porque otro general de más estrellas o incluso el propio ministro de Defensa, Pedro Morenés, habían vetado mi presencia”.
Porque ABC no tiene ningún interés en que acudiera o no a ese acto, “pero da la casualidad de que el teniente general Javier Salto Martínez-Avial, actual director del gabinete técnico del ministro, era general de División y Jefe del Mando Aéreo de Canarias (MACAN) el 19 de marzo de 2.014, cuando se produjo la tragedia en la que murieron mi hijo Sebas y sus compañeros”.
SILENCIAR LO OCURRIDO
Y este general “desde el primer minuto, intentó silenciar todo lo relacionado con la tragedia ocurrida, llegando incluso a negar su autorización para poder erigir un monolito en la Base de Gando en recuerdo a las víctimas, e incluso oponiéndose a que se pusiera una placa con sus nombres, lo que al final se consiguió, por lo que fue colocada en el muro de bloques de hormigón junto a la entrada del Escuadrón 802”.
Desde el primer momento “ha hecho todo lo posible para que se olvidara lo ocurrido el 19 de marzo de 2.014, simplemente porque quiere eludir toda responsabilidad de lo ocurrido, y le molesta que sigamos con la investigación en marcha”.
Ellos están acostumbrados en estos casos “a que a las familias se les da una palmadita en la espalda, les paga el seguro, una medallita, y a casa, y todos callados y a esperar a la próxima. Pero en nuestro caso no ha sido así, y por esa razón quieren silenciarnos, cosa que no van a conseguir”.
“NO NOS VAMOS A RENDIR HASTA SABER LA VERDAD”
Nos contaba entonces que habían solicitado nuevas pruebas al Juzgado Togado, quedando muchas diligencias y pruebas que practicar: “Quiero dejar claro que el 19 de marzo de 2.014 se produjo una tragedia en la que perdieron la vida cuatro personas, entre ellas mi hijo Sebas. Y digo una tragedia, porque no se le puede calificar de accidente”.
Un accidente “es algo imprevisto” y que además no se puede evitar. Lo que ocurrió, “por boca de distintos pilotos que están y han estado en el 802 Escuadrón, era algo que todos sabían que en algún momento podía pasar. Sólo faltaba conocer cuándo y a quién le tocaría la desgracia de sufrirlo. Sin embargo, desde el MACAN aunque pudieron, no hicieron absolutamente nada por evitarlo”.
Aseguraba Sebastián Ruiz que “nosotros no queremos otra cosa que saber toda la verdad de lo que ocurrió, y hasta ahora nos está costando mucho ir enterándonos de todos los detalles, pruebas e informes que nos ayuden a conocerla. Pero también tenemos que decir que por mucho que entorpezcan la investigación, y por mucho que la alarguen, no nos vamos a rendir”.
Y no se rindieron. Cinco años después de estas palabras el Tribunal Supremo da un vuelco a la historia y estas familias esperan que por fin se sepa la verdad y que se depuren responsabilidades. Dice el refrán que el que la sigue, la consigue y este padre coraje chiclanero la siguió y la consiguió.
PACO LÓPEZ
Felicidades por tu perseverancia Sebastián animo y a seguir luchando em pos de la verdad
ResponderEliminarEres un padre coraje y yo te admiro Ánimo Sebastián!!!
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